Scott se vio inmóvil, incapaz de moverse mientras admiraba a la chica a uno metros de él; su cabello castaño se movía por una especie de fuerza mayor, ya que no había viento alguno en aquella calurosa noche que pudiera moverlo. Aquellos orbes cafés permanecían cerrados mientras el ceño de la chica se encontraba fruncido, tal vez pudo ser a causa de la concentración, sin embargo, por lo que el hombre lobo se vio capaz de oler, June no estaba intentando mantenerse centrada, sino resistir el inmenso dolor que la estaba invadiendo.
Sus propios gritos seguían retumbando dentro de sus oídos mientras todo a su alrededor se sacudía; el moreno aún podía oírse gritándole a la chica que no hiciera aquello, más sin embargo, allí estaba.
June se dejo caer de rodillas al suelo, arrastrado a éste por una fuerza mucho mayor que la gravedad, soltando una onda expansiva al impactar contra la tierra que no sólo provoco que aquella se hundiera un poco, sino que unos cuantos arboles alrededor de ella, inclusive en el que Scott se encontraba aferrado para mantenerse de pie, cayeran.
—¡No! ¡June! —gritó el castaño completamente impotente, con sus ojos cristalizándose al ver a su amiga sufrir de aquella forma.
Más en la entrada de la reserva de Beacon Hills, Stiles y Lydia se encontraban intentando avanzar entre los árboles cuando la rubia fresa se vio repentinamente invadida por una extraña sensación, y segundos después de aquello, la tierra y plantas sacudiéndose a su alrededor parecía estar murmurándole algo que se veía incapaz de entender; aquel mismo susurro se fue elevando hasta que la tierra pareció comenzar a gritar, logrando que Lydia ahora pudiese entender lo que quería advertirle, por muy aturdida que se viera.
—¡Lydia! —Stiles tomó el brazo de la pelirroja cuando cayó de rodillas al suelo—¡Tenemos que seguir! —intentó tirar de su brazo para levantarla, pero no tuvo sentido alguno.
Una lagrima recorrió la mejilla de la chica mientras se veía atravesada por un inmenso dolor; llevó una mano a su pecho y cerró sus ojos con fuerza, deseando que aquello fuera sólo una horrible pesadilla, segundos después de ello, su grito prácticamente escapó fuera de ella, sonando agonizante.
—¡June!
La morena abrió finalmente sus ojos, ahora enfocando a su amigo en el suelo a unos cuantos metros de ella, mirándola con sus ojos cristalizados gracias a la preocupación, el miedo y seguramente, la impotencia.
June esbozó una leve sonrisa mientras lentamente volvía a pararse nuevamente, inestable. Mantenía sus manos extendidas en dirección a la tierra, y Scott sentía de manera tan clara la energía que emanaba de ésta hacia su amiga que incluso, durante breves segundos, era capaz de verla en forma de ondas.
El cuerpo de la castaña comenzó a elevarse mientras todo parecía sacudirse cada vez en menor medida. Las distintas hojas caídas, las rocas y ramas se arremolinaban alrededor de la morena, creando todo un espectáculo para el castaño que se encontraba aún sobre el suelo, admirando a su amiga ahora en el aire, completamente digna de una escena salida de la misma biblia.
Era un ángel.
Todo dejo de temblar; alrededor de June todo continuaba flotando junto a ella, girando lentamente a su alrededor como había sucedido aquella vez en la casa de Lydia con el agua de su piscina. La chica se vio incapaz de no soltar una risita, sin poder creer que fuera ella la causante de aquello, comprendiendo al fin que sus poderes no eran para crear caos y destrucción, sino para controlarlo.
June podía sentir aquella energía recorrer sus venas, haciéndola sentir de una manera sin precedente alguno; en aquel instante, la morena era parte de la tierra, funcionaba con ella y podía sentir la vibración de cada cosa a su alrededor. Por efímero que aquel momento resultara, permanecería con la castaña para siempre.
La chica cerró sus ojos nuevamente, sonriendo mientas sentía a cada mínima parte de ella vibrar durante unos segundos para luego caer. June se esperó impactar con fuerza sobre la tierra, sin embargo, fue atrapada por los brazos de Scott McCall.
Los ojos de la chica se encontraban tan cristalizados como los del chico, quien no podía evitar por el estado en el que su amiga se encontraba. La sangre emanaba de June por la nariz, por la boca, y por sus ojos, viéndose Scott únicamente de limpiarla con su manga mientras sostenía fuertemente la mano de la morena y la acurrucaba entre sus brazos.
—Vas a estar bien June —soltó prácticamente en un sollozo—. Todo estará bien —aseguró intentando convencerse a si mismo, logrando que una lagrima resbalase por la mejilla de la castaña.
—Tienes que decirle —logró murmurar la chica con su voz ronca—, tienes que decirle a mi tía —suplicó mirando a los ojos al chico quien únicamente se veía capaz de asentir mientras continuaba acunando a la contraria mientras luchaba contra el llanto—. Dile todo, protegela.
—Lo haré —sollozó Scott dejando escapar unas lagrimas—, lo haré, lo haré, lo haré —sollozó con más intensidad ahora sobre la frente de la contraria, quien también se permitió soltar unas cuantas lagrimas.
June era tan consciente como Scott acerca de que iba a morir; podía sentir sus fuerzas desvanecerse, y su cuerpo no obedecía a ninguna de las ordenes que su cerebro le daba, únicamente viéndose capaz de respirar y parpadear, y viendo como un milagro el hecho de poder hablar.
La morena estaba dispuesta a dejarse llevar por la muerte en los brazos del contrario, todo estaba bien, había cosas en su vida que habían faltado, sí, pero había vivido todo lo que necesitaba vivir, había experimentado mucho más que seguramente cientos de personas y, sobre todo, aunque hubiesen sidos momentos fugases, había sido feliz. Dejaba cosas, muchísimas, pero entendía que aquello ya no estaba a su alcance; todo lo que podía hacer en aquel entonces era confiar en que sus amigos continuarían adelante, y que cumplirían con sus últimas palabras.
Aunque aún le faltaba algo que decir.
—¿Qué pasa? —soltó Scott preocupado al notar la respiración de la chica alterarse—¿Qué pasa? —repitió ahora con una mano sobre su mejilla, sosteniendo su rostro a la par que dejaba suaves caricias con sus dedos.
—Nunca... Nunca pude decirle —pudo decir June casi sin aire—. Dile —la visión de June se tornó borrosa gracias a las lagrimas acumuladas y, a la vez, a su cercana muerte—, diles... Diles a todos—la castaña se vio invadida por una repentina y fuerte tos—, diles a todos que yo fui la... Yo fui la que... —su respiración se aceleró aún más, June comprendió que su momento había llegado y aún así logró posar una leve sonrisa sobre su rostro—Diles a todos que yo fui la que amó a Stiles Stilinski.
Scott McCall sollozó con fuerza nuevamente, temblando mientras la luz en los ojos de la chica entre sus brazos se desvanecía, mientras June moría entre sus brazos.
El castaño tembló como posteriormente lo hizo el pelinegro al encontrarse con aquella imagen, de la misma forma en la que también lo hizo Alice al recibir la noticia y durante la posterior explicación. Tembló como Lydia lo hizo sobre el regazo de Allison, y de la misma manera en que Stiles lo hizo en los brazos de Scott cuando días después ambos tuvieron las fuerzas suficientes como para volver a verse. Tembló de la misma forma en que June solía hacer todo temblar.
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Angel of destruction ↯ Teen Wolf
Fanfiction❝Ella temblaba por miedo a si misma con la intensidad con la que todo a su alrededor temblaba al mismo tiempo.❞ June creyó poder vivir sin problema alguno. Creyó ser lo suficientemente fuerte como para controlar a aquella bestia en su interior...