F O U R T E E N ; she was afraid of herself

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June había crecido escuchando a sus padres crear excusas para lo que podía hacer; porque se ausentaba a varias clases, las cosas que pasaban cuando se descontrolaba... Ella había creído estar lista para cualquier situación, seguir saliendo bien parada de cualquiera que se le presentase a causa de sus poderes sin ningún tipo de ayuda de su madre.

Pero aquella vez le comprobaba absolutamente todo lo contrario.

Seguía necesitando a su madre, mucho, muchísimo, la necesitaba con la misma intensidad con la que la extrañaba; el sueño que había tenido aquella noche se trataba de unos de los mejores días que había tenido con sus padres, cuando decidieron vivir en un pueblo con playa y un día se les ocurrió simplemente disfrutar en familia, como si fueran completamente normales. Lo hubiera podido disfrutar aún más de no ser el hecho de que se entremezclaba con imágenes de Scott cargándola en brazos, el cabello de Lydia, los lunares de Stiles, el jeep azulado, las voces que discutían, las que sonaban preocupadas y las que decían cosas del estilo "Resiste.", "Falta poco." u similares.

Le hubiera sido imposible ubicarlas en un orden especifico ya que no lograba distinguir cuales habían sucedido antes que otras, pero cuando al abrir los ojos se encontró con una preocupada Alice que juró no volverla a dejarla salir de noche y que le comentó el hecho de como sus amigos la habían traído a casa inconsciente, se guió sobretodo por el sentido común para organizarlas.

Scott debió haberla atrapado cuando se desmayó, luego, la debió haber llevado al jeep de Stiles para así poder moverse más rápido y en éste debía de haber estado Lydia, luego, seguramente, la mejor idea que se les había ocurrido habría sido llevarla a su casa, evitando soltarle palabra alguna a Alice de como había hecho estallar un árbol o como —para ese punto seguramente ya debían saberlo— era ella la responsable de aquellos terremotos en Beacon Hills.

Toda la tarde se la paso yendo de un lado al otro por la habitación de Alice —ya que no quería correr el riesgo de ver a Stiles—, buscaba en su mente alguna excusa perfecta; sabía perfectamente que tarde o temprano llegarían las preguntas, podía evitarlos todo el tiempo que quisiese, en el fondo, con cada paso que daba sabía que no estaba haciendo más que matar el tiempo antes de que aquellos tres o por lo menos Scott y Stiles, tocaran su puerta en busca de respuestas.

Y efectivamente así fue.

Cuando escuchó aquellos detenidos golpes en la puerta, todas las ideas que se le habían llegado a ocurrir desaparecieron en tan sólo un parpadeo; de la nada la puerta parecía muchísimo más lejana que en cualquier otro momento de su vida, incluso le parecía mucho más difícil llegar a ella en aquel momento que cuando aquel dolor la sorprendió mientras dormía.

Juno llegó a la puerta mucho antes de que dieran nuevamente otros tres golpes, sin embargo, su mano no podía bajar la manija del picaporte para abrir la puerta, aquello significaría el final, lo único que separaba a sus amigos de la verdad era aquella fina puerta, y no estaba dispuesta a perder todo lo que había logrado hasta aquel momento. 

La verdad era que June estaba acostumbrada a perder cosas, lo que en verdad le preocupaba, lo que dejaría una herida en ella, lo que impedía que abriera la puerta, era el temor de que la creyeran un monstruo, una bruja, un demonio, algún tipo de horroroso ser que debería ser eliminado.

Ya suficiente tenía con decírselo ella misma a casi todas las horas del día.

Ella se odiaba.

Ella se temía.

La castaña podía actuar como si todo estuviera bien, pero su vida era la definición opuesta a aquella palabra. Todo el caos y el dolor que había causado, toda la sangre —incluida la de su padre— que llevaba en sus manos, todo se acumulaba como peso muerto que parecía hundirla cada vez más abajo en un oscuro y aterrador pozo en el que el aire —y los seres queridos— comenzaba a faltar.

Al abrir la puerta por fin, se encontró con tres cabezas, efectivamente los tres habían ido en busca de respuestas.

  —Hola chicos.—June fingió su mejor sonrisa—¡Pasen!—Los animo poniéndose a un lado de la puerta, cediéndoles así el paso.

  —June ¿Estás...—Comenzó Stiles con preocupación una vez pasó a su lado.

  —¡Perfectamente! Estoy increíble, gracias por preguntar.—June le guiñó un ojo y luego le dio dos codazos para que luego el chico avanzara. 

El moreno, la rubia fresa y el chico repleto de lunares se sentaron en el sillón mientras June no dejaba de hacer comentarios chistosos, mostrar una muy falsa sonrisa u preguntar si querían tomar algo; los tres compartían miradas incomodas, ninguno quería iniciar el tema si June no se encontraba lista, para ya estaban allí, y fingir que nada había sucedido, seguirle la corriente a la chica, resultaba estúpido.

  —June, tenemos que hablar.—Soltó Scott interrumpiendo una de las historias que June se había puesto a contarles sonriente.

  —¡Claro! ¿De qué quieren hablar? 

  —June, tú sabes lo que sucedió.—Habló esta vez Stiles inclinándose hacia adelante, con intenciones de tomar las manos de la castaña entre las suyas para tranquilizarla.

  —¿Qué?—Fingió confusión—¿Qué sucedió? 

  —Eh ¿Hundiste una casa?—Le recordó Lydia levantando una ceja—¿Hiciste temblar todo Beacon Hills? ¿Le explotaste un árbol a Scott en la cara? 

A June la sonrisa se le fue borrando de la cara cada vez más con cada pregunta hasta terminar teniendo una expresión seria y unos ojos brillosos, como si estuviera apunto de romper en llanto.

  —¿Soy un monstruo verdad?—Preguntó entonces la castaña con sus ojos en el suelo, por más que alguno de los tres intentara, ninguno pudo determinar la emoción con la que dijo aquello, fue como un conjunto de miedo, tristeza, rabia y obviedad.

  —Scott, muestrale.—Ordenó Stilinski al no poder si quiera resistir la idea de ver a la chica llorar.

El ceño de June se frunció frente a aquello, pero luego se transformó totalmente al ver a Scott con sus ojos ahora dorados brillando y unos colmillos instalados de la nada en su boca de la misma forma que garras en sus manos.

En tan sólo un par de parpadeos, June tenía frente a ella a un hombre lobo, uno real.

Su mirada no demostraba nada más que sorpresa, nuevamente Stiles —ahora Lydia y Scott también— se encontraba casi desesperado por saber como reaccionaria la chica, cuya capacidad para esconder sus emociones resultaba increíble.

  —Eres...

  —Un hombre lobo.—Terminó Scott.

Otros segundos de intenso silencio y, luego de ello, June sonrió y soltó una risita como si no pudiera creer que su vida acabara de tornarse aún más extraña.  

Angel of destruction ↯ Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora