Capítulo 2

151 6 0
                                    





Tienes una buena memoria sobrecargada de malos recuerdos.






21 de septiembre 1997

Jacob Barnes froto la cara con la manga de su chaqueta, tratando en vano de borrar la sensación de mareo de sus ojos. Su mente corría acelerada para reunir los detalles de los últimos quince minutos, pero estaba demasiado confundido para recordar con exactitud cómo había llegado a su posición actual al costado de la carretera. Después de sostenerse contra un poste de luz, tironeó enojado de su corbata de seda, la que sentía repentinamente como una soga alrededor del cuello. La parte de delante de su traje italiano estaba empapado, pero pensó que era tan solo por andar aturdido en el constante aguacero del infame clima húmedo de Seattle.

-Dios mío - dijo en voz alta, una vez que su mente se aclaró. Entrecerró los ojos para agudizar la mirada mientras inspeccionaba la escena. Nunca se había caracterizado por tener un estómago fuerte, por lo tanto, lo que vio le dieron ganas de vomitar y luchó para controlar el impulso.

-Todo es mi culpa - susurró una vocecita aterrorizada cerca de allí.

Los ojos de Jacob lanzaron miradas alrededor, buscando a la dueña de la vocecita. A unos pocos metros, sentada en el bordillo cerca de un hidrante contra incendios, había una niña pequeña. Su nariz y sus labios estaban magullados e hinchados, y de un lado de su mejilla resbalaba un hilo rojo que le caía por la mandíbula hasta el cuello. La blusa blanca que llevaba también tenía manchas de color carmesí.

La niña rodeó sus piernas con los brazos que le temblaban para protegerlas de la lluvia y del viento inusualmente frío de septiembre.

-Yo... yo solo quería u-un chocolate - sollozó - tan solo u-uno.

Jacob se sentía mareado. Cambio su posición contra el poste y esperó que eso fuera suficiente para evitar que se desmallara otra vez.

-Piensas que tú causaste esto? - preguntó con una voz más áspera de lo que era su intención - Qué tiene que ver el chocolate con esto?

La niña respondió a su primera pregunta asintiendo con la cabeza, mientras estudiaba cuidadosamente la conmoción que había un poco más allá en la misma calle. Jacob siguió su mirada - el constante zumbido de las sirenas, luces parpadeantes, balizas que brillaban fuerte, oficiales de policía apurados, bomberos que ladraban órdenes, conductores de ambulancia, vidrios rotos, metal torcido, sangre, mucha sangre... La vista y los sonidos y los olores de la horrible escena llenaban sus sentidos hasta desbordarlos.

La niña se volvió nuevamente para mirarlo, pero igual no dijo nada.

Justo en ese momento, una mujer policía y un joven paramédico llegaron corriendo hasta allí.

-Señor - pidió preocupado el paramédico a Jacob -, déjeme ayudarlo a sentarse - rápidamente dejó su equipo de primeros auxilios en el suelo, luego coloco un brazo gigante alrededor del torso de Jacob y lo bajó hasta el borde de la acera - Puede hacerme un favor? Levante la mano izquierda por encima de su cabeza y manténgala elevada mientras le consigo unas vendas. Sí, me puede ayudar?

Jacob estaba confundido por la extraña petición del paramédico.

-Por qué? Estoy bien. No lo ve? Ayude a esa chica, se ve un poco maltrecha.

-Señor, usted...

-Soy Jacob.

-Bien. Jacob, está en shock. Creo que probablemente ha perdido mucha sangre y quiero asegurarme de que no pierda más...

-Sangre? De dónde? - otra sensación de mareo atravesó el cuerpo de Jacob - La sangre es de mi cabeza? Mi cara?

-¡Jacob! - Gritó el paramédico con una voz helada - No es su cara. ¡Mire su mano!

Entrecerrando los ojos en medio de la lluvia torrencial, Jacob se concentró en su mano y al vérsela tuvo otra sensación de nausea. Le faltaban todos los dedos de la mano izquierda, cortados donde comienza la palma.

-Yo...yo creo que necesito recostarme - gimió.

Mientras el paramédico atendía su mano, Jacob dirigió su atención hacia la pequeña y la mujer policía. Desde su posición podía oír todo lo que decían. El nombre de la oficial era Ellen, y ella comenzó por frotar con suavidad el rostro de la niña con un algodón mientras le daba charla. Luego se sentó junto a ella sobre el bordillo mojado. La niña continuaba mirando con disimulo la mano destrozada de Jacob. -Todo va a estar bien, cielo. Va a estar bien - Ellen hizo una pausa para observar la escena de muerte, preguntándose si algo podría realmente estar bien tras un hecho semejante - Ahora, puedes decirme tu nombre? - pregunto con cautela.

La niña la miro con una mirada vacía, como si estuviera intentando procesar las palabras. Luego asintió y susurró:

-Sophia Maria Jones.

-¡Guau!, ese es un hermoso nombre. Sophia Maria.

La niña tragó saliva.

-Me dicen Sophie.

Dulce Mala Fortuna (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora