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Sophie sintió la urgencia de peinarse y acomodarse la blusa, pero se resistió.

-Estoy viéndolo, ese es mi problema – sus ojos vagaron por el cuarto, esperando encontrar algo que valiera más la pena. - ¡Mmm! Por qué estás aquí?

Dio unos pasos hacia adelante para poder cerrar la puerta. Él permanecía con su sonrisa comprensiva.

-Podemos retroceder un segundo? Quizá, comenzar con un saludo simple como “Hola”?

Ella se cruzó de brazos y se mordió el labio con nerviosismo.

-Tenemos que hacerlo?

-No, pero me gustaría – dijo él con un guiño.

Sophie recordó cuánto solían gustarle esas guiñadas. Ahora no estaba tan segura.

-Bien, ¡Mmm! Hola… Harry. Estás… aquí. Sin invitación, puedo agregar. Bienvenido.

-Hola, Sophie – le contestó con suavidad – Feliz cumpleaños – sostuvo las flores en alto y comenzó a acercarse con lentitud, como un ratón que se movía para inspeccionar una trampa – Te ves genial. Cómo has estado?

Sophie no respondió inmediatamente. Mirando la vitrina, vislumbro su propio reflejo en el vidrio y lo que vio la sobresaltó. Ya no era la dueña de un negocio segura e independiente. Era una adolescente, una chica idealista que soñaba con el día en que se enamorara. Miró una vez más y vio a la misma chica unos años más tarde, en la universidad, sintiendo que nunca encontraría a nadie. Otra vez el reflejo cambió. Ahora pasaba de una mala relación a otra y terminaba en todas con el corazón roto. Entonces, como por milagro, en un abrir y cerrar de ojos, le mostraba orgullosa su anillo de compromiso a Evi de la mano de Harry y haciendo planes de boda. Sophie entrecerró los ojos una vez más, pero la imagen se disipó.

-He estado mejor. Pero ahora vuelvo a mi primera pregunta. Qué estás haciendo aquí?

Harry continuó acercándose poco a poco hasta que lo único que había entre él y Sophie era la vitrina de vidrio. La miró, y su comportamiento se suavizó aún más. La curva de su sonrisa con hoyuelos se desdibujó en una línea solemne y seria.

-Te extrañé, Soph.

Le tomó solo un segundo en su mente realizar una lista de todas las acciones posibles ante una afirmación tan increíble: llorar, desmayarse, llamar a la policía, arrojar el bol de chocolate más cercano a su cara, todo lo anterior o…

Sophie río. Una única y simple risa significo: “Eso es lo más estúpido que he oído jamás”. Entonces miró hacia afuera por la ventana para asegurarse de que no había clientes para entrar a la tienda. Solo entones gritó tan fuerte como pudo:

-Evalynn Marion – Mason – Mack! ¡Ven aquí ahora mismo!

Evi asomó la cabeza por la pared que separaba la cocina del resto de la tienda. Hizo una reverencia de manera juguetona:

-¿Gritó, señorita?

Sophie le dio un tirón de la manga de la camisa para acercarla hacía ella.

-Explícate – ordenó, señalando a Harry, quien estaba sonriendo.

-¡Ey, cuidado con la mujer embarazada! – bromeó Evalynn.

-Explica, ahora.

-¡Ay, vamos!, Sophie. Solo pensé… tú sabes, que quizá te podría venir bien una chispa extra para tu cumpleaños.

-¿Una chispa? – aulló – Esto es una explosión! O una implosión. De cualquier modo, ¿Qué estabas pensando?

-Pues, yo… - balbuceó Evalynn – entiendo tu punto, supongo. Pero… que chispa brilla más que una vieja llama, eh?

Dulce Mala Fortuna (Harry Styles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora