This is gonna hurt [2nd Season/TERMINADA]

Scene forty four.

Fight.

Iba a velocidad máxima, importaba poco si pasaba los semáforos en rojo y la multa que recibiría por ello, en aquel entonces era de menos lo que sucediera en el exterior y las consecuencias que traería de paso, estaba tan enfocado en llegar a casa de Alejandro y darle una golpiza que jamás en su "corta vida" pudiese olvidar para que se diese cuenta que había metido la pata donde no debía.

Es que no estaba en contra de que el castaño con sombrero al estilo Dross se enamorase, encontrara a su tuna ideal e hicieran juntos de su vida un papalote, eso le alegraba, le daba mucho gusto pero no estaba dispuesto a ponerse de ese mismo modo si de quién se había enamorado era de su prometida. Peor aún, tenía el descaro de coquetearle y ser un completo chicle y dulce que empalaga frente a sus narices ¡estando él presente! ¿Quién chingados se creía? ¿Un "todas mías"? Estaba equivocado.

Strecci podía ser atractivo, guapo y todas las flores que quieran aventarle pero eso no es indicio representable de que todas las mujeres existentes en el planeta tierra quieran írsele encima como si fuese la última/única coca cola del desierto. Y su prometida no entraba en ese listado de personas que el castaño seguramente tenía en su mente.

Estaba por llegar, faltaban unas dos cuadras como máximo, el celular vibraba en el bolsillo de su pantalón, no iba a contestar, menos sabiendo que seguramente era Tania quien le suplicaría que no cometiera una tremenda estupidez o más bien... pendejada, porque acabaría arrepentido. Já, este no sería su caso, al contrario, iba a gozar ese momento y recordarlo con mucho orgullo. Frenó en seco, quemando llanta, apagó la camioneta y bajó enseguida dando un buen portazo, miró hacia ambos lados para percatarse de que ningún coche pasase y cruzó la calle hasta llegar al otro lado donde se hallaba el edificio en tono anaranjado, caminó a paso firme con la cólera al límite, entró y ni siquiera respondió al "buenas noches" del portero, esperen ¿en qué momento había pasado rápido el tiempo? Daba igual, no iba a detenerse en pensarlo.

Tomó el elevador, impacientemente daba golpeteos con la suela de sus zapatos, quería llegar y pronto acabar, ya no podía con ese gran coraje que se cargaba cuyo gobernaba en todo su ser; las puertas se abrieron de par en par, esbozó una sonrisa maliciosa, ya podía saborear el momento a tan escasos minutos de sí. Fue hacia la puerta 408D, tocó la puerta a puño cerrado con tranquilidad para no levantar sospechas, el susodicho le abrió regalándole una bonita sonrisa tan inocente sin saber que le esperaba una buena madriza.

—¡Pepe! ¿Qué pedo cabrón?— saludó entusiasta.

Éste no se inmutó, lo empujó bruscamente hacia adentro, desconcertándolo en demasía.

—¡¿Qué chingados wey?!— exclama con el ceño fruncido.

—Eres un hijo de puta, te odio y te desprecio como no tienes idea ¿muy vergas no? Pues a ver si así como lo dices, eres, pendejo— vociferó.

—No entiendo ni madres, ¿de qué hablas pepe?

—¡Ahh! ¿No sabes? A ver si con esto te refresco la memoria— lo tomó del cuello de su camiseta del pato donald esparcido en toda ella y le dio un puñetazo en la cara—. Estás enamorado y no de cualquier chica, porque da la casualidad de que es mi prometida, eres un descarado porque en mis narices le has coqueteado, has intentado robarle besos ¿quién vergas te crees hijo de puta?— añade mirándolo con furia y le da otro puñetazo directo en la nariz logrando así que le empezara a salir sangre.

—Pu-Puedo ex-explicar-carlo— balbuceó viéndolo con temor.

—Pidi ixplicirli— le imitó— ¡explicarlo, mis huevos!

No le dejó articular alguna oración más pues a lo que se dedicó fue en golpearlo hasta el cansancio, Alejandro intentó defenderse pero era casi imposible, José era más alto que él y su peso no era lógicamente como el de una lechuga, quiso patalear, darle un puñetazo en el estómago pero era en vano pues era eso o intentar cubrirse de los golpes que éste le propinaba.