Detrás del delantal (2)

Capítulo 217

CAPÍTULO 217

*narra Ana*

Ana: ¿Y qué tal con las chicas? Desde lo de Rocío no me has contado nada más... - le pregunto a mi gran amigo Marco, levantando las cejas provocativamente. Estamos en el autobús, en nada llegaremos a la residencia, no sabéis las ganas que tengo de ver a Manuel, estos tres días sin él se me han hecho eternos.

Marco: Pues... Ana, ¿de verdad quieres que te lo diga?

Ana: Claro, somos amigos.

Marco: Pero tú ya sabes lo que sentía por ti...

Ana: Sentía. Pasado.

Marco: QUÉ PASADO NI LECHES. NO HE VUELTO A ESTAR CON OTRA CHICA PORQUE SIGO ENAMORADO DE TI. - se ha dado cuenta de que todo el autobús lo ha escuchado y empieza a avergonzarse. - Lo siento. - se levanta pero lo cojo del brazo.

Ana: No te vayas, no quiero que...

Marco: He intentado matar mis sentimientos por ti, pero es imposible, Ana. No me lo hagas más difícil.

Una sensación similar a la que sentí cuando Manuel me confesó sus sentimientos por mí me invade. La única diferencia es que hacia Marco no siento nada. Pero no quiero que tengamos que estar peleados, es mi fiel compañero de suricatos, es la persona que más me hace reír.

*narra Mendicuti*

Desde lo de ayer en la piscina con Marta, no me he separado ni un segundo de ella. Creo que ya lo tengo claro, creo que es muy difícil que alguien consiga hacerme sentir igual que ella. Creo que debo escoger a Marta.

Bajo del autobús y me encuentro con la mirada de Aina. Oh, madre mía, esa mirada, la mirada que logró embaucarme, enamorarme, esa mirada que yo buscaba pero nunca me encontraba... Esa mirada que ahora no para de buscarme. En cuanto nuestras miradas se cruzan, se rompen todos mis esquemas. Ya no tengo nada claro. Voy hacia Aina y la beso como nunca, intentando encontrar algo que la diferencie de Marta. Pero acabo de darme cuenta que las dos hacen sentirme igual. Con lo convencido que estaba, creía haber encontrado la respuesta, pero...

Marta: En este mismo momento me faltan insultos para describirte. Vete a la mierda, Marcos. - dice, mientras pasa por nuestro lado y se pierde en los jardines de la residencia.