Detrás del delantal (2)

Capítulo 224

CAPÍTULO 224

*narra Daniel*

Daniel: H-4.

Guillermo: Tocado y hundido. Tocado y hundido.

Daniel: Deja de decir eso.

Guillermo: Es que es así cómo me siento.

Eva: Daniel, - dice Eva, asomándose por la puerta. Oír mi nombre en su boca hace que se me aceleren los sentidos - ¿podemos hablar un momento?

Daniel: Cla-Claro. - titubeo. - Luego sigo machacándote. - Guillermo me guiña un ojo.

Eva: Vamos a dar un paseo. - rodea mis hombros con su brazo y sé que a causa de nuestro contacto, no voy a poder decir ni una palabra sin tartamudear. - El otro día en el campamento recibí una bonita poesía. Algo me hace pensar que fuiste tú, ya que siempre me has tratado muy bien.

¿Cómo? Espera. Un momento. Me falta el aire. ¿Cómo se respiraba? Se me ha olvidado. Yo no digo nada, Eva sigue hablando.

Eva: Me halaga enormemente que sientas eso por mí, pero... - Los "peros" nunca son buenos. - ¿has pensado en los insalvables años que nos separan? De pequeña, yo también estuve enamorada de un profesor, pero no fui tan valiente como tú para confesarle mis sentimientos. Al cabo de un tiempo comprendí que solo conseguía hacerme daño a mí misma y que los amores platónicos ahí se quedan.

Tocado y hundido. Estoy tocado y hundido. Por favor, no me ancléis a la superficie, dejadme que me hunda como el Titanic y nunca más vuelva a ver la luz.

Eva: Pronto entenderás lo que estoy diciéndote. Te tengo mucho aprecio, no quiero que dejes de hablarme por esto. Y fíjate más en las personas de tu alrededor, seguro que hay alguna chica de tu edad pendiente de ti. Vales mucho la pena, Daniel.- me da un beso en la frente y yo intento reprimir las lágrimas.

Creo que si me quedo un segundo más mirándola voy a derretirme de tristeza. Así que echo a correr, sin la capacidad de articular palabra. En mi carrera hacia una profunda depresión, me topo con la única persona que puede salvarme. Lucía me abraza con fuerza, no para de consolarme, de dedicarme palabras alentadoras. Y yo sigo sollozando, sin sentirme preparado para dejar que mis cuerdas vocales emitan sonido alguno, agradeciéndole todo su apoyo sin palabras.