Capítulo 215

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CAPÍTULO 215

*narra Martina*

Guillermo: Menuda prueba más chorra la de la tomatina. Y menuda suerte has tenido, Aina. Seguro que con estos tres puntos tú ya no te marchas...

Mauro: ¡Oye! No ha sido suerte, ¡ha sido destreza! - me molesta que Mauro defienda a Aina - ¡Lo mejor de todo es que mañana nos vamos al Karting de Carlos Sainz! ¡Manuel! ¡Sal de tu nube!

Manuel lleva todo el día ausente, hasta en la prueba no ha estado muy pendiente y eso no es propio de él. Seguro que estaba pensando en la dichosa Ana... Yo no puedo ni mirarlo a la cara... Ya me dejó bien claro que no quiere saber nada de mí, que se quede tranquilo, que lo voy a dejar en paz. Pero me sigue gustando, maldita sea.

*narra Rocío*

Cuando estaba dentro del concurso tenía un ritual para darme buena suerte. Consistía en encender una vela azul y rodearla de piedras de distintas ciudades, cerraba los ojos y empezaba a cantar mantras hasta que sentía que la suerte se apoderaba de mí. Volvía a abrir los ojos, apagaba la vela soplando y cogía una de esas piedras y me las guardaba en el bolsillo, para llevármela conmigo a la grabación.

Eso mismo estoy haciendo ahora, pero no es para mí, sino que es para Martina.

En pleno éxtasis del ritual, un alma en pena lo interrumpe.

Lucas: ¿Se puede saber qué estás haciendo? ¿Eso es un idioma nuevo?

Rocío: Joder, Lucas, eres un inoportuno.

Lucas: Tenía ganas de verte...

Rocío: Yo a ti no.

Lucas: Mentirosa.

Rocío: No quiero saber nada más de ti hasta que no te atrevas a decirme lo que sientes por mí.

Lucas: Menudo ultimátum. - se acerca a mí empieza a besarme el cuello. Y lo peor es que yo no opongo resistencia.

Rocío: Va en serio.

Lucas: ¿Por qué desperdiciar el tiempo hablando cuando podemos hacer algo mejor?

En otro momento hubiese replicado, le hubiese gritado cuatro verdades y lo hubiese mandado a la mierda. Pero en este, solo me apetece sentir el calor de Lucas, ese calor que hace que todos mis sentidos se aceleren. ¿Por qué le costará tanto algo tan sencillo? Mi ritual no me ha dado suerte, Lucas sigue escaqueándose. Así que espero que al menos a Martina sí le haya dado.

*narra Efrén*

Ana se encuentra en los columpios. Sola. Seguro que echando de menos a Manolo. ¿Qué voy a poder hacer? Las ideas se me agotan.

Me aproximo al columpio y me coloco delante de Ana. Ella ni se inmuta. Su mirada está posada en un punto en que solo ella puede ver.

Efrén: Ana. - la llamo. Sigue como una estatua. - Ana. - Tres cuartos de lo mismo. - Ana. - Nada. - Está bien, Ana, entiendo que no quieras escucharme, pero solo quería disculparme. No sé qué me pasó. Solo quiero que sepas que... Que te quiero. Y que necesito recuperarte, necesito que te des cuenta de que puedo hacerte muy feliz.

Dicho esto, me marcho lentamente, con la esperanza de que Ana grite mi nombre, pero no se da el caso. Me giro, ya muy lejos, y me doy cuenta de que su mirada ya no está en ese punto indefinido, sino que está en mí. 

Detrás del delantal (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora