CAPÍTULO 241
*narra Manuel*
Al guardar mi libro de Los Juegos del Hambre en la maleta un mal presentimiento se apodera de mi cuerpo. No sé por qué, no sé qué puede ser, solo sé que necesito llegar a Ana y comprobar que está bien.
Manuel: Mamá, llévame a la otra residencia.
Victoria: Primero acabemos de hacer la maleta, ya falta poco.
Manuel: Mamá, llévame ahora por favor.
Victoria: Impaciente.
Manuel: ¡NECESITO IR AHORA MISMO!
Por suerte mi madre no rechista y vamos directos al coche. Me paso los diez minutos del trayecto mordiéndome las uñas, acariciando la pulsera que me regaló Ana y sin parar de dar pequeños golpes con la pierna derecha. Cuando estamos doblando la esquina de la calle de la otra residencia, huelo a humo. Se me cae el mundo encima cuando veo que el edificio está en llamas. Bajo del coche en marcha, sin importarme la rascada que acabo de llevarme, y corro hacia dentro. Hay un camión de bomberos, una ambulancia... Me planto en medio del jardín, jadeando y diviso cómo sacan a dos cuerpos del edificio en sendas camillas. El recinto se empieza a llenar de coches, yo no puedo moverme de mi sitio, tengo miedo en avanzar y descubrir qué es lo que está pasando. Alguien se acerca y se para a mi lado.
Marta: ¿Qué está pasando? - no sé por qué, pero está llorando.
Esa pregunta provoca en mi una reacción, la gente ha empezado a llegar y todos están intentando descubrir por qué demonios el edificio está ardiendo. Así que corro hacia el mogollón, intento hacerme lugar a empujones, sin importarme nada más que saber dónde está Ana y... cuando por fin... cuando por fin descubro quién está en esa maldita camilla... se me nubla la vista, mis piernas no reaccionan, me tambaleo y caigo al suelo. Meten a Ana y a Efrén en la ambulancia. Mi mundo no para de dar vueltas. No sé dónde me encuentro. Oigo algún lejano "No respira, no respira" y eso me ayuda a volver a la realidad. Me levanto como puedo y llego hiperventilando a la ambulancia, la puerta está abierta. Intento subir, intento entrar, solo quiero ver a Ana, quiero acariciarla, besarla, decirle que la quiero... pero alguien me lo impide, alguien me frena.
Manuel: ¡SOLTADME! ¡ANA! ¡ANA! - chillo mientras borbotones de lágrimas mojan mis mejillas - ¡DEJADME SUBIR! ¡ANA! ¡ANA, ESTOY AQUÍ! ¡NECESITO SUBIR! - pero me cierran las puertas en las narices y empiezo a aporrear la ambulancia, consiguiendo solo hacerme sangre en los nudillos - ¡NO TE VAYAS, ANA! ¡QUE ME DEJÉIS ENTRAR! - varias personas, me agarran fuertemente para que pare, para que me tranquilice, pero yo empiezo a pegar patadas, a morder todo lo que está a mi alcance, lo único que quiero ahora es que me suelten y me lleven con Ana. Consigo zafarme de ellos y voy corriendo hacia la ambulancia, pero esta arranca. La sigo, corriendo como nunca había corrido, pero llega un momento que mis piernas flaquean y caigo rendido al suelo. La ambulancia se pierde en la oscura y triste noche. Estoy sucio, lleno de rascadas, sufriendo un grave ataque de ansiedad, pero todo eso ahora me da igual. La imagen de una Ana inconsciente, débil, llena de quemadas me tortura continuamente. Una Ana aparentemente mu... No, esa palabra está prohibida en mi vocabulario. Me niego a pensar que esta será la última imagen que tenga de ella. Grito hasta que me quedo sin voz, pidiendo ayuda, pidiéndole a alguien que me lleve al hospital. Estoy empezando a marearme, mi realidad está ahora distorsionada, necesito hacerme daño físico para intentar aplacar ese nudo que tengo en el pecho, ese que no me deja respirar, esa sensación de dolor inagotable. No, no es el edificio lo que está en llamas, mi mundo está en llamas, mis esperanzas, mis sentimientos, todo está en llamas, consumiéndome así sin remedio.
Alguien se arrodilla a mi lado y me sujeta la cara con fuerza, haciendo así que la mire a los ojos. Creo que es Marta. Es como si estuviera en otra dimensión, mi cuerpo sigue allí, pero mi mente ya hace rato que se ha trasladado a un lugar paralelo donde solo existe el dolor. Todo está borroso. Me susurra palabras tranquilizadoras, pero no puedo escucharla, solo puedo pensar que...
Manuel: Se la han llevado... - balbuceo, presa del llanto - se la han llevado... - ni mi mente ni mi cuerpo pueden soportar ya tanto dolor, empiezo a tambalearme y lo último que recuerdo antes de desmayarme es a Ana diciéndome "Quédate conmigo".
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Detrás del delantal (2)
Teen FictionAventuras vividas de los aspirantes a Masterchef Junior 2 durante su estancia en el concurso. Dieciséis niños empiezan su aventura en el programa, llena de aventuras y sentimientos elevados a la máxima potencia. Novela entera publicada en instagram:...