XLVIII. Dulce melodia

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—¿Quién eres tu? —le preguntó la chica a Eva, la cual se había dedicado a observar la conversación alucinada

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—¿Quién eres tu? —le preguntó la chica a Eva, la cual se había dedicado a observar la conversación alucinada.

—Mi prima... mi prima... Shelly —dijo finalmente Dani.

—¿Shelly? —se extraño Eva.

—¡Anda, cuñada! —exclamó Thomas, le dio un abrazo a Eva y al hacerlo le susurró—: Es una tapadera, yo soy el novio de Dani, Laurence y ella es tu prima Kaitlyn. Tú eres Shelly.

—Si, mira, yo me encargo —Eva se separó de Thomas—. Hola Melody, creo que te llamas así –la chica asintió, desconfiada–. Soy Eva Southworth, la chica que te ha defendido por así decirlo de esos dos chicos.

—¿Southworth? —preguntó la chica—. ¿Como la bruja? ¿Has venido a la convención esa que hacen para cerrar el círculo?

—Ay la madre... ¡Eli, ven aquí! —le llamo Dani—. ¿Que círculo ni que niños muertos? ¡Esto no nos lo han explicado!

—¿Y tú quién eres?

—Danielle Bierley, llámame Dani, por favor te lo pido—se presentó.

—Melodía Pusset –se presentó–. Pero por aquí me llaman Melody.

—¿Por que todo el mundo tiene apodos menos yo? —se quejó Thomas.

—Vete a por Eli, Tomy —le sonrió Dani, sarcásticamente.

El chico se fue refunfuñando cosas inaudibles y Elizabeth ocupó su lugar.

—Hola, soy Elizabeth Bierley —se presentó la pelirroja—. Eli para los amigos, espero que seamos buenas amigas —Eli le tendió una mano, Melody la aceptó.

Dani desesperada bufo por la amabilidad de su amiga.

—Melody.

—A ver querida Melody, como te lo explico —Dani actuó como si estuviese pensando—. Sabemos que sabes algo —detrás de ellas se abrió la puerta del bar, dejando ver a Adele, Sophia y a otra chica rubia—Y ellas también —Dani asintió hacia Eli.

Elizabeth cerró la puerta desde la distancia con un sutil movimiento de mano, seguidamente colocó una silla en la cerradura. Las tres chicas miraron asustadas a la pelirroja que parecía indefensa a simple vista y luego la puerta que estaba cerrada. Que la había cerrado con magia. Jonathan captando la idea se puso en frente de la puerta evitando que quitasen la silla y Thomas y Tyler se levantaron junto a Lauren. Por último Lilith bajo las persianas.

–¿Estáis locos? –Melody colocó el vaso sin suavidad alguna en la barra y salió de detrás de esta.

—¿Que ocurre aquí? —preguntó Eli—. En este pueblo me refiero.

—Nada —contestó Melody.

—Se que os conocéis —señaló Dani.

–¿Y? –Melody sin miedo alguno se colocó delante de Dani, amenazante.

—¿Has visto lo que ha hecho esta mañana Eva? —le preguntó Dani a Melody. La chica asintió—. Bueno, ella es la que piensa del grupo, la serena, la que nos para antes de que hagamos estupideces. Si ella le hizo eso al chico, yo que soy la peor de las tres, haré algo muchísimo peor. ¿Capichi?

La rubia que había entrado con Adele y Sophie asintió, las otras dos tardaron más ya que una le interpretaba a la otra, pero finalmente asintieron.

—No me das miedo —decretó Melody.

Dani cerró los ojos y suspiro lentamente. Levantó la mano.

—Los descendientes de las brujas —dijo una voz.

Todos se giraron a la dueña de esa voz. La chica rubia.

—Han descubierto a los dos descendientes de las brujas de Pendle Hill —explicó la chica—. Zackarias Milton y Charlotte Gray, mi hermana.

El bar se quedó en silencio. Solo se oían las respiraciones de todos juntos en el aire. Melody miraba con odio a la chica que acababa de hablar, Adele miraba a la misma chica negando la cabeza y Sophia se dedicaba a mirar a Jonathan, Tyler y a Thomas, los chicos de Samlesbury.

—Oh, tu eres la hermana de Gray, ¿no? —preguntó Melody, rompiendo así el incómodo silencio.

—Heather —dijo la chica.

—He oído hablar de tu hermana, la bruja de Pendle junto a Zackarias el brujo de Pendle —dijo Melody, con fastidio—. Ese chico es al que has atacado esta mañana.

—¿Le ha atacado? —preguntó Heather, incrédula.

—¿Ellos son los descendientes? —preguntó Elizabeth.

—Así es —contestó Melody, la cual apartó a Jonathan de un empujón de la puerta y quitaba la silla encajada en la cerradura.

—¿Ven los cuadros? —preguntó Dani, más calmada.

—¿Cuadros? ¿Que cuadros?

—Los de sus antepasadas.

—Oh, si. Dicen que en esa pared de ahí están los cuadros de las siete brujas de Pendle, aunque solo dos de ellas se reprodujeron. Meredith Milton y Alice Gray —la chica se posicionó delante de la pared con los cuadros, que todos podían ver menos ella—. Solo los pueden ver los descendientes y los creyentes. Y yo no soy ninguno de ellos.

—Yo los veo —dijo Heather.

—Eres descendiente.

—Nosotras también los vemos —comentó Sophia.

—Seréis creyentes, pero los descendientes solo son ellos dos —explicó Melody.

—¿Han hecho la prueba del río? —preguntó Eva.

—No —contestó Sophia—. Esa prueba no sirve de nada. No demuestra nada.

—Ya, si así fuera yo ahora mismo estaría entre cenizas con el pueblo de Samlesbury —dijo Eva.

—¿Habéis hecho la prueba del río? ¿Estais locas? Eso es muy peligroso —riñó Sophia.

Adele empezó a hacer signos rápidos con las manos captando la atención de todos.

—¿Que está diciendo? —preguntó Melody.

—Llevas toda tu vida viviendo con ella, ¿y aún no sabes lenguaje de signos? –preguntó Sophia–. Dice que es un alivio que estéis vivas —interpretó.

–¿Como sabe lo que decimos? –preguntó Lilith, intrigada.

–Sabe leer los labios.

—Sobrevivimos —contestó Eli—. Y juntas derrotamos a Grace Sowerbutts.

—¿Esa tía no estaba muerta? —preguntó Melody.

—A medias —respondió Eva.

—Tengo que abrir, sino, tendré que volver al orfanato más pronto —dijo Melody. Seguidamente señalo a Adele y Sophia—. Y vosotras deberías estar comprando la comida de hoy.

–No hemos terminado –dijo Dani, interponiéndose en su camino.

–Yo creo que si.

El secreto de Pendle Hill ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora