LXIV. El huesped

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—¿Donde va a dormir? —preguntó Tyler

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—¿Donde va a dormir? —preguntó Tyler.

—Le damos una manta y que duerma atado a ese sillón de ahí —señaló Eva, la cual ya se había encargado de eso.

—¿Y le vamos a dar de comer? —preguntó Dani.

—Claro, no somos animales.

—Dios, ya eres la Eva de siempre –se quejó Dani, seguidamente puso los ojos en blanco–. Eh, tu, cazador, saca lo peor de ella otra vez.

—Que graciosa, Danielle —le replicó el chico.

—Ugh, me recuerdas a Grace Sowerbutts —la chica siguió con su camino hacia el cuarto de baño para lavarse los dientes—. ¡Lauren les puede enseñar defensa con las espadas! —exclamó la chica desde el interior del baño—. ¡Por mi le puedo matar ya!

Eva sonrío y negó con la cabeza.

Colocó la manta en el suelo a su lado, y lo desató del sofá, pero él seguía con los brazos atados.

—¿Por que me odia? —aprovecho para preguntar.

—Le recuerdas a Grace Sowerbutts, intentas cazarla y odia a Dana —respondió la chica, indiferente.

—¿Por que ahora eres buena y antes casi le sacas los dientes a Dana ahí fuera?

—Por que, cuando me enfadan me enfadan bastante —contestó—. Además, se lo merecía.

—¿Por qué?

—Por zo... —respondió Dani detrás de Eva.

–¡Dani! –exclamó Zed.

La puerta de la sala se abrió de repente, dejando ver a Lilith, Ona y Thomas, que llegaron riendo con bolsas de papel en las manos, pero sus expresiones cambiaron al ver las manos atadas del chico.

Ona instintivamente miro a Eli, pero la pelirroja negó con la cabeza y señaló a Tyler.

—¿Que me he perdido? —preguntó la chica, dejando las bolsas en la mesa.

—Me han secuestrado —lloro el chico.

—Están de nuestro lado, no te emociones —le sonrió Dani—. No vienen a salvarte.

El chico bufo, exasperado y cansado, miro por toda la habitación en busca de un lugar por el que salir y también busco en sus pantalones algún objeto punzante con el que cortar las cuerdas.

—Como no me soltéis gritare toda la noche —amenazó.

—¿Que te has creído que eres una banshee? —le preguntó Lilith—. A mi no me des la noche. O si no, tendrás problemas conmigo —la chica puso los ojos en blanco—. Sacáis lo peor de mi.

—Adivino, es tu hermana, ¿no? —le preguntó Christian a Eva.

—Si.

—El parecido es alucinante.

—¿Nos explicáis? —preguntó Thomas, señalando al sujeto.

Elizabeth se encargó de explicarles a todos con pelos y señales lo ocurrido esa tarde en la cafetería.

—Oh, y Eva casi le saca los ojos de sus órbitas a Dana —terminó Eli.

—¿Hechizo nuevo? —preguntó Ona.

—Que va, casi le saca los dientes, su mano contra su mejilla ha sido lo mejor de la tarde —señaló Christian con una sonrisa—. Puede que sea baja, pero es feroz como un tigre —Christian le guiñó un ojo a la morena.

—No me cae bien —Thomas le acusó con el dedo.

—Adivino, ese es tu hermano.

—Si.

—La del arco también, ¿no?

—Si —contestó esta vez Lauren—. ¿Por que tanta intriga?

—Tenéis los mismos ojos, las mismas pecas, las mismas expresiones, la estatura...

—Los pequeños detalles —terminó Eli, recordando aquella conversación con Melody.

Christian sonrió, recordando una conversación que el también había mantenido con Melody años atrás sobre detalles en las personas. Melody había interpretado un papel importante anteriormente en su grupo de cazadores, podía percibir cada detalle. Lo que el chico no se esperaba, es que una de sus mejores amigas de la infancia fuera una bruja.

—Nos vamos —comunicó Dani.

—¿A donde? —preguntó Christian.

—A enseñarlas magia. A las verdaderas brujas –recalcó Dani.

–¿Tenéis que hacerlo a estas horas?

–Si. Por las mañanas tienen instituto –respondió la rubia, cogió unas cadenas que guardaban detrás del sillón.

–¿Las cadenas...? –preguntó el chico, levantó una ceja y observo a todos los presentes en la habitación–. ¿A parte de banshees y brujas, también tenéis hombres lobo? ¿Quien es el vampiro, el pálido de ojos azules?

–¿Quien ha dicho que tengamos banshees? –preguntó Lilith–. Tu eres el que quería gritar toda la noche.

–Estaba quitando las cadenas para coger el libro de hechizos –señaló Dani, obvia.

Todos empezaron a caminar en dirección a la puerta, dejando al pobre chico atado al sillón, intentando desencadenarse de las cuerdas, las cuales estaban puestas por un hechizo muy fuerte, hasta para el, que había luchado contra con todo tipo de bestia sobrenatural.

–¿Os vais todos? –preguntó Christian, desesperado, ya que lo ultimo que quería era quedarse solo.

–Vamos a vigilar a Daniel –Tyler se señaló así mismo y a Thomas, Zed y Jonathan, que le acompañaban, y cuando hubo dicho eso, salió de la habitación con una gran bolsa de deporte con todo tipo de artefactos aptos para aquella misión.

–Eli, Eva y yo vamos a entrenar a nuestras brujitas inexpertas –dijo Dani–. Te puedes quedar con Lauren, Lilith y Ona.

–Lauren y yo íbamos a colarnos en la biblioteca a buscar información sobre el circulo y este pueblo –recordó Lilith.

–Pues me quedo yo –se ofreció Ona, sin darle importancia–. Advertencia, es posible que pueda matarte.

–Y por eso mismo me quedo yo –Eva, agarró por los hombros a Ona–. Sorprendentemente, conservas los poderes de la posesión de Grace, ayúdalas a entrenar a las brujitas.

Y así es como se quedaron. Una chica serena, que en cuestión de segundos podía perder la serenidad, con un chico atado a un sillón, que sabia como sacarle de sus casillas.

El secreto de Pendle Hill ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora