LXXX. El pentagrama

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—¡Dani! —exclamó Eli al ver cómo su amiga se ponía sus botas negras debajo de su vestido rojo—. Hay que ir correctamente vestidos.

—Vamos a luchar, no a un pase de modelos –bufó a su amiga, ignorándola se puso la otra bota.

—Casi que prefiero que lleve esas botas planas a tacones como las demás —interrumpió Donovan, miro los tacones de Eli con una expresión de miedo—. Prefiero conservar mi pie si me pisa mientras bailamos.

–Espera, ¿vamos a bailar? –preguntó Dani–. Que hay del...

–No llegamos a disfrutar de nuestro baile, vamos a disfrutar del suyo hasta que Daniel Sowerbutts venga a por nosotras.

Christian, que se había alejado de sus amigos se acercó a Eva que se ponía una flor blanca en el peinado que llevaba y a la vez hacía levitar un peine que había sobre la mesa.

–Tienes que tranquilizarte, todo va a salir bien –apoyó una mano en el hombro de su amiga.

La chica se giró y le miró a sus ojos azules, transmitían tranquilidad. Era como un mar antes de la tormenta.

–¿La tienes? –preguntó la chica.

Christian se sacó del bolsillo la daga que Eva le había dado el día anterior y se la entregó a la chica, que sin modestia alguna se la guardó dentro del vestido, mas concreto en el escote. Christian río.

–Vaya, señorita Southworth, quien lo diría. ¿No había otro lugar? –preguntó el chico, le tendió su brazo para que Eva se agarrase de el.

–Si nos registran es menos probable que busquen nada ahí.

–Primero eso, y luego los tacones. ¿Estas segura que vas a poder luchar con eso?

–Por favor, ¿como crees que derroté a Grace Sowerbutts?

Christian y Eva salieron de la estancia y se encontraron a las seis descendientes con sus respectivas parejas, la sorpresa fue ver a Melody con Zackarias Milton. La chica se lo explicó todo cuando estuvieron en el baile y Zack había desaparecido para ir a por ponche. Todas estaban inquietas, de vez en cuando miraban en dirección a las puertas, esperando alguna señal.

—Acepte ir al baile con el porque uno, no tenia pareja y dos así será más fácil que nos lleve —explicó Melody.

—¿Ya sabe que no es brujo? —le preguntó Dani.

Melody se encogió de hombros.

—Chicas —dijo Eli nada más llegar de bailar junto a Jonathan, señaló a la puerta, donde entraban dos hombres altos y fuertes, seguidos de Daniel—. Es nuestra señal.

Dani caminó rápidamente a la mesa de comida donde estaban Deborah, Heather, Eva y Christian.

—Ya es hora.

Christian le dio un apretón en la mano a Eva y asintió con la cabeza.

—Todo va a ir bien.

Eva asintió y caminó con sus amigas en dirección a Daniel. Eva tenía náuseas y Melody empezaba a marearse. Antes de llegar, le cogió el brazo a su hermana y le dijo:

—Id preparándoos.

Siguió su camino y finalmente llegó y se enfrentó a aquel hombre.

—Veo que lo hacéis por las buenas. Seguidme, señoritas.

Le siguieron por los pasillos del colegio, estaban desiertos no había ni un alma presente, nadie sería testigo de lo que pasaría aquella noche. Esa misma noche vidas se perderían, se descubrirían secretos y puede que alguien fuese castigado injustamente. Llegaron a una azotea, Eli retrocedió al ver que Daniel había cambiado el plan y ya no había ninguna ventana, pero siguió caminando al ver que podría ser mejor ayuda para sus amigos. La azotea estaba completamente vacía, tan solo había unos cuantos guardias que al ver a las chicas corrieron y las ataron con las fuertes cuerdas que las imposibilitaron hacer magia. En el centro de la azotea había un pentagrama dibujado, sus líneas eran finas y hondas, a cada bruja se la situó en un punto de cada línea, desde el número uno, es decir Lídia hasta el treinta y uno, Adele.

El secreto de Pendle Hill ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora