LXX. La confusion de Lauren

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—Necesitan mejorar en habilidad —confesó Dani, observando a las chicas practicar sus hechizos

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Necesitan mejorar en habilidad —confesó Dani, observando a las chicas practicar sus hechizos.

—Lidia es buena —opinó Eli.

—Y podría ser mejor, los cristales las ayudan —insistió la rubia.

—¿Pero que son los cristales? —interrumpió Lilith. Ninguna contesto—. Exacto, nada, sólo contiene vuestro poder, os hacer sentir seguras, pero nada más.

—Que alguien se lleve a la sabionda de aquí —Dani señaló a Lilith con el dedo.

—Ya me voy yo, tranquila —río la pequeña, aunque en el fondo, le molestaba.

Lilith era la pequeña. La pequeña en edad, la pequeña de los hermanos, del grupo, de estatura, para todo era pequeña. Menos para su cerebro, ese cerebro era un tesoro. Contenía tantos datos y tantas cosas interesantes, ese cerebro no se lo había ganado, ella misma lo había cultivado desde muy pequeña. Algún día podría llegar a salvarles de algo, y ella se decía que cuando ese día llegase. Les dejaría a todos con la boca abierta.

—Se un poco más amorosa con ella —le reprendió Eli a Dani—. Es pequeña y quiere ayudar.

—Lo siento es que ellas me estresan... —bufó Dani—. ¡No, no! ¡Hacia el otro lado Heather! ¡Gira la muñeca a la derecha! Y tu Adele... —la chica ni se inmutó—...no puedes escucharme, voy yo. Espero que el lenguaje que llevamos repasando, sirva de algo.

Elizabeth hizo una mueca y asistió a Sophia, que estaba estancada en el mismo hechizo.

—Esto es imposible —se quejó—. Nunca derrotaremos a Daniel, nunca haremos nada bien. Nunca seremos buenas brujas —se frustró—. A veces me dan ganas de gritar y soltarlo todo y correr y esconderme de todo. Quiero hacerlo.

Eli se paró en seco y su cerebro se petrificó. Conocía perfectamente esa sensación, estabas desesperado, sin poder, sin conocimiento, sin saber qué hacer. Tenías sed de todas esas cosas, así que gritas y te apoderas, pero destruyes todo a tu paso.

—No.

Sophia miro a Eli.

—He dicho no. No puedes rendirte ahora —puso una mano en su hombro—. Se que ahora mismo todo parece perdido y que no tiene sentido y que es mejor olvidarse y que alguien lo haga por ti —tragó saliva y se enjuago una lágrima—. Pero no puedes rendirte, no puedes ser la más débil. Nosotras tuvimos que ganárnoslo, vosotras lo tenéis en bandeja —cerró los ojos y respiro—. No te rindas. Aprovecha la oportunidad. Limpia tu mente y...

Al colocarle la mano en posición, Sophia lanzó aquel hechizo que controlaba el agua. Gracias a su amiga, que le había hecho un lavado de mente. El agua del rio que prácticamente tenían al lado se elevo a una altura descomunal y cayó sobre ellas como lluvia.

—No todo está perdido.

Sophia asintió y paso al siguiente hechizo. Eli, Dani y Eva habían elaborado una lista de hechizos y conjuros básicos que necesitaban saber de memoria. Eran utiles, como atacar o curarse una herida.

Los necesitaban.

—Estas cogiendo el arco mal, otra vez —dijó Lauren, corrigiendo a Zed.

—Lo siento, Robin Hood.

La chica le ignoró completamente para la sorpresa del chico.

—Otra vez, y ahora dale al árbol —señaló, dura.

—Laur, ¿no crees que te estás pasando? —preguntó Jonathan.

—Vuelve a tu espadita.

El chico levanto las manos en señal de paz y volvió a 'su espadita'. Lauren había estado borde, irritante e insulfrible aquella ultima semana. Lilith decía por que era la adolescencia, haciendo que le cabrease más, Dani para la guinda del pastel, decía su nombre incorractemente cuando veía que se pasaba de la raya.

Era un aviso.

Solo lo utilizaba cuando le elevaba la voz a su hermana mayor. Ella estaba al cargo de Lauren y Lilith, además de Ona, pero ella había desaparecido y aunque Eva escondiese bien sus sentimientos aún la quemaba por dentro. Eso ya era bastante presión, para que además Lauren le gritase cuando le daba la gana.

Eli creía que era por culpa de la traición de Thomas y Tyler. La chica creía que al ver que su hermano le había mentido, no solo a ella, a sus hermanas le había destruido por dentro, y por eso se comportaba así.

—Eres un manco —se exasperó Lauren, al ver cómo Zed fallaba, a posta—. Paso.

—¿A donde vas? —preguntó Zed.

—¡Donde no estés tu!

Otra vez esa cara de sorpresa. Zed ya no sabía qué hacer con aquella chica que tan extraño se comportaba. Al principio, esperanzado llego a pensar que sentía algo por el. Pero esa esperanza se había ido quitando poco a poco según había avanzado esta semana.

—Zed, ya voy yo —suspiro Dani, cansada—. ¡Lorena!

—Espera.

La mano de Lidia se interpuso en el camino de Dani.

—Dejame hacerlo a mi. Nunca he tenido una hermana.

—Haz lo que quieras, no es mi hermana —Dani le hizo una señal para que siguiese a Lauren—. Tienes diez minutos.

Lidia asintió y corrió detrás de Lauren, la chica estaba sentada en uno de los bancos, mirando fijamente a la cafetería de Meldoy. Corría bastante rápido.

—No me llamo Lorena, Dani, no quiero hablar contigo Zed y Jonathan vete echando tortas que tampoco te quiero ver —dijo entre dientes.

—Menos mal que no soy ninguno de esos —Lidia se sentó a su lado—. Estas rara.

—Gracias, señorita obviedad.

—Relájate —advirtió.

Lauren se incómodo y un poco de culpabilidad le cruzó en el pecho.

—Lo siento.

—¿Que te pasa?

—No lo se.

—¿Como no lo vas a saber?

—No sabiéndolo.

Lidia bufo. Ahora comprendía por que nunca había echado de menos a una hermana en su vida.

—Te gusta el rubio, ¿eh?

Se giró y le miro con odio, aunque Lidia no se lo merecía, pues no había hecho nada, Lauren lo sentía así.

—¿Estas así por el?

—No lo se.

—¿Como no lo vas a saber?

—Por que no es solo que no me guste el.

Lidia comprendió en menos de un minuto lo que le rondaba a Lauren por la cabeza. Confusión. Desesperacion. No querer saber nada del mundo que te rodea. Ella había pasado por algo igual.

Así que abrazo a la chica.

—Todo va a estar bien —dijó, con seguridad.

El secreto de Pendle Hill ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora