LVI. 3:33 am

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—¿Por qué estamos aquí? —preguntó Sophia, a la par que hacía signos, para que Adele también se enterase de la conversación

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—¿Por qué estamos aquí? —preguntó Sophia, a la par que hacía signos, para que Adele también se enterase de la conversación.

—¿Yo puedo preguntar cómo las has convencido de que salgan a estas horas? —le preguntó Eli a Dana.

–Y encima sin que sepan a donde van –añadió Thomas.

—Soy muy convincente —respondió la rubia con una sonrisa.

Dani suspiró con cansancio. El simple sonido de su voz le hacía enfadar.

—Para hacer la prueba del río —le recordó Dani—. Sentaros por favor, la farola esa nos ilumina. Ademas, así, Adele nos leerá los labios –la chica pelirroja, que esta siendo interpretada por Sophia asintió.

Todas las chicas se sentaron en un círculo. Sorprendentemente habían asistido todas, Dana, Adele, Sophia, Melody, Deborah y Heather, está ultima, aunque no se creía que ella era la verdadera descendiente por lo que le había contado Dana, tenía curiosidad.

—Sigo sin saber por qué estamos aquí —comentó Sophia.

—¿No se lo has contado tu? —le preguntó Dani a Dana, que miraba al suelo, intentando pasar desapercibida.

–Pensaba que se lo contaríais vosotras.

–Yo se lo conté a Deborah. ¿No se lo has dicho? –habló esta vez Eva.

–No me lo creía.

Dani suspiró, y miró a Eva y a Eli. Solo estaban ellas tres y las supuestas verdaderas brujas de Pendle. Sus amigos, se habían quedado en un banco que había en un parquecito cercano, así la conexión bruja a bruja sería mayor.

–Sois las brujas de Pendle Hill –atajó Eva.

Las seis chicas tenían expresiones bastante diferentes en el rostro, Dana estaba feliz, ya que sabia que tenia razón, Adele hacía signos que nadie entendía ya que iba muy rápido, Sophia estaba perpleja, Melody tenia una expresión aburrida, a diferencia de Deborah que parecía asustada y curiosa al mismo tiempo, y finalmente Heather que no se lo creía.

–Vale, estáis diciendo, que nosotras somos las verdaderas brujas de Pendle Hill –Melody repitió las palabras que anteriormente habían salido de la boca de Eva.

Eli sonrió.

–Si –contesto Dani, firme–. No son esos idiotas.

Heather se aclaró la garganta para llamar la atención.

–Uno de esos idiotas es hermana mía –la chica suspiró–, ademas, es ella siempre ha sido ella. La hija mayor de la familia.

Dani puso los ojos en blanco, estaba empezando a perder la paciencia con Heather y sus fallidos intentos de defender a su hermana.

–Si el elegido fuera el hijo mayor, ahora mismo Zed estaría en mi puesto. Pero no, por que uno, lo hemos perdido y dos yo herede la magia.

–Thomas estaría en mi lugar –añadió Eva.

–Y Oscar en el mío –dijo Eli–. No siempre le toca al hermano mayor, es más los casos son muy escasos.

–Yo soy la hermana mayor –comentó Dana.

–Ahí lo tenéis.

–¿Vamos a hacer la prueba del río? –preguntó Deborah asustada.

—Por cuarta y última vez si —respondió Dani, se levantó y se colocó en frente de las chicas—. Estas son las reglas os tiráis a la vez y esperáis. Y como no lo hagáis vosotras me encargaré personalmente.

—¿Puedo hacer una pregunta? —preguntó Sophia.

—Eso cuenta como una.

Eli miro a Dani y negó con la cabeza.

—¿Como vamos a subir de vuelta?

—Hay varias formas, la primera de mayor a menor, la segunda de menor a mayor y la tercera no subís —respondió Eva—. Y subiréis naturalmente, sois brujas.

—¿Que pasa si no subimos? —preguntó esta vez, Deborah.

—Que tenemos un problema —respondió Eva, recordando que esas fueron las palabras de Tyler la primera vez que ellas entraron en el río.

—Pues vamos —Dana se frotó las manos y se levantó.

Las demás le imitaron, todas menos Melody, que se quedó sentada, desconfiada, mirando a las tres chicas que habían irrumpido en su vida desastrosamente.

—Yo me encargo —avisó Eva, sus amigas asintieron y ella camino hacia Melody, se sentó a su lado.

—¿Como se que no me ahogaré? —preguntó Melody.

—Por que eres una bruja.

—Eso no se sabe.

—Tienes miedo —habló Eva—. Pero no tienes por qué, ya veras, serás una bruja estupenda.

—Ese es el caso, no quiero ser una bruja.

—Esta en tu sangre —Eva contempló a la chica—. Pero, no tienes miedo de eso, ¿no? ¿A qué tienes miedo en realidad?

Se hizo el silencio, las únicas voces que se escuchaban eran las de las chicas, hablando animadamente en la orilla del río, junto a los demás, que ya se habían unido.

—A fracasar —dijo, rompiendo el silencio—. Mis padres sabían de esto, y como sabían que fracasaría y les llevaría a la ruina, se suicidaron.

—Tenemos pasados iguales —concordó Eva—. Mis padres también me dejaron en un orfanato, por que sabían que su hija sería una bruja.

—¿Se...? ¿Se suicidaron también? —preguntó Melody, intentando ser suave.

—No, siguieron con su vida normal y tuvieron dos hijas más, a parte del chico que ya tenían —señaló a Thomas, Lauren y Lilith—. ¿Les ves? Este año he descubierto que éramos hermanos. Thomas es el mayor, la del pelo azul, Lauren, la tuvieron tres años después y a Lilith un año más tarde.

—¿Tenías miedo de ser bruja?

—Estaba aterrada. Nos hemos pasado el verano resolviendo acertijos, escapando de nuestros padres y buscando estos cristales, que en un principio eran falsos. Y luego encontramos los verdaderos.

—Vaya aventura —comentó.

—Mira, hazlo por ti. Demuéstrales a tus padres, que eres una buena bruja y que no eres una fracasada, que vas a ser una bruja fantástica —Eva se aclaró la garganta—. No dependas de los demás, depende de ti y solo de ti. Confía en ti misma, Melody. Si yo confío en ti, ¿por qué no tu?

—Lo intentaré.

Eva río.

—Saldrás, ya lo verás.

El secreto de Pendle Hill ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora