Capítulo 9

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Al final no pasaron los dos días que el sheriff recomendó para que volviera a ver a Stiles. Fue bastante menos tiempo.
Pero la menor espera no se debió a que Derek no pudo aguantar otra noche más durmiendo solo en una cama que le parecía enorme al no tenerle a su lado, y tampoco porque fue Stiles el que quiso verle antes de tiempo.
En realidad todo fue por culpa de un tercero en discordia.

Derek acababa de volver del trabajo. Hacía un día de perros y lo más inteligente habría sido quedarse en casa, intentando entretenerse de cualquier modo. Sin embargo, no soportaba aquella casa tan silenciosa (no tenía ni idea de cómo no se había vuelto loco el tiempo que estuvo viviendo solo en el loft), así que decidió obviar todas las recomendaciones del hombre del tiempo y salir a la calle cuando ya se había puesto el sol, para ir a correr por el bosque. Era la única manera que se le ocurría de no acabar destrozando los muebles que tan cuidadosamente había elegido Stiles o, peor aún, a la primera persona que se cruzara en su camino y le pillara con un humor de perros...

Llevaba dos horas corriendo sin parar, dejando que la adrenalina le calmara ahora que no tenía a su ancla a su lado, cuando su carrera se vio interrumpida por una inesperada llamada.
Paró en el acto y sacó el móvil del bolsillo, deseando que fuera Stiles quien le llamaba para decirle que volvía a casa.
Pero no fue su nombre el que apareció en la pantalla junto a la foto que tenía de él con el pelo revuelto, recién levantado y todavía sin café en la sangre, apenas consciente de lo que ocurría a su alrededor. Le había hecho esa fotografía una de las primeras noches que se quedó a dormir en su casa, resultándole adorable (y en nada parecido al Stiles de siempre), y desde entonces no había querido cambiarla. Era la mejor manera que tenía de recordarse que, aunque muchas veces no lo pareciera, Stiles seguía siendo humano.

Pero en lugar de esa imagen lo que vio fue un número increíblemente largo que no le sonaba de nada.
Estuvo a punto de no responder, pensando que sería un comercial llamando desde una centralita, pero al final descolgó. No quería arriesgarse a que Stiles le estuviera llamando desde algún sitio, por ejemplo el hospital, y se quedara sin poder ayudarle por una estupidez.
Al final no resultó ser su novio quien llamaba.
Pero tampoco era un comercial.

Nada más responder, desde el otro lado del teléfono llegó un torrente de palabras que tardó en reconocer como pertenecientes a su Beta.

- Espera un segundo... ¡Isaac! Habla más despacio. ¿Dónde dices que estás?

Isaac respondió, esta vez a un ritmo normal, y Derek abrió los ojos de par en par, sin creerse lo que le estaba contando.

- Estaré allí en cinco minutos –bufó-. Y por tu bien espero que tengas una buena explicación.

**********

Al final tardó el doble en llegar junto a Isaac, pero no porque la distancia fuera más larga de lo que creía, sino porque quiso tenerle más tiempo allí dentro.
Siendo allí dentro, los calabozos de la comisaría.

Al entrar en el edificio, siendo ya noche cerrada y con nadie atendiendo en recepción, Derek recordó aquella lejana noche en la que Stiles y él discutieron en el coche, justo antes de entrar para rescatar a Isaac. O, mejor dicho, para rescatar al resto del mundo de Isaac.

El hombre lobo suspiró. No podía creer que estuviera ocurriendo otra vez lo mismo.

No esperó a que alguien viniera a atenderle. Si el novio del ayudante del sheriff y yerno del mismo no podía pasarse por la comisaría como si fuera su casa, no sabía quién podría hacerlo. Aparte del hecho de que gracias a la cantidad de veces que había ayudado al departamento cada vez que algo extraño ocurría en el pueblo, ya le conocían todos. Para él la comisaría era, literalmente, como su segunda casa.

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