Capítulo 26

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Stiles fue el primero en despertar. A lo largo de los años había conseguido desarrollar la asombrosa capacidad de abrir los ojos siempre a la misma hora entre semana, incluso si no había sonado su alarma; pero cuando llegaba el fin de semana o las vacaciones podía pasarse la mitad de la mañana durmiendo, compensando las noches en vela que en ocasiones debía soportar por culpa del trabajo.

Extrañamente, hoy no tenía que ir a ningún sitio, pero a las siete de la mañana ya estaba con los ojos abiertos de par en par.
En seguida se encontró con la explicación del "fallo" en su reloj interno. Y no era otra cosa que un Derek Hale plácidamente dormido a su lado, ajeno a la vorágine de sentimientos que Stiles había empezado a experimentar tan pronto como recordó qué día era.

Así, pese a que disfrutaba como pocos del poder espiar a su condenadamente atractivo novio mientras dormía, esta vez Stiles quiso interrumpir su descanso. Había que aprovechar el escaso tiempo que les quedaba.

No sintiéndose para nada culpable, Stilinski se pegó completamente al cuerpo de Derek y comenzó a besar su cara: primero las mejillas, luego la nariz y finalmente, cuando el hombre lobo protestó en sueños al empezar a despertarse, lo hizo en los labios.

No fue el mejor beso de todos, pues el otro apenas pudo participar, pero seguía siendo Derek y sus labios y, en opinión de Stiles, no había mejor manera de comenzar el día.

- Buenos días, prometido.

- ¿Todavía estás con esas? –fue el saludo del Alfa. Aún estaba adormilado pero la bienvenida de Stiles había conseguido que despertara con una estúpida sonrisa en la cara de la que tardaría en desprenderse.

- Tengo que aprovechar las últimas horas que me quedan. Pasado mañana, a esta misma hora, ya sólo podré llamarte "marido" –Le dio otro beso, que esta vez fue mejor correspondido-. Derek Hale, mi marido. Suena incluso mejor de lo que pensaba.

- Lo dices como si fueras a casarte con otra persona. Seguiré siendo yo, el mismo de hoy y el mismo que conociste hace años.

- Sí. Pero poder llamarte marido lo hace todo más permanente. Más definitivo. En cuanto digas el "sí, quiero", la ley te atará a mí y ya nada podrá separarnos.

- Siempre queda el divorcio –sugirió, alzando una ceja.

Stiles se llevó una mano al pecho, fingiendo un infarto.

- Eso no lo digas ni en broma –se quejó-. Además, para hacer efectivo el divorcio, las dos personas tienen que firmar el documento. Y yo jamás haré eso, ni aunque me tortures. –Le clavó un dedo en el pecho-. Lo siento mucho, Mr. Hale, pero ya no vas a poder deshacerte de mí.

- No creo que sea muy inteligente decirle eso a la persona que todavía no ha dicho "sí, quiero".

- Tú mismo... -fingió indiferencia, recorriendo el pecho del hombre lobo con el dedo-. Si quieres plantarme en el juzgado, delante de todos mis amigos ¡¡Y!! delante de mi padre, será bajo tu responsabilidad. Yo sólo te puedo recomendar encarecidamente que no lo hagas, porque entonces acabarás arrepintiéndote.

- ¿Ah, sí? –Colocó una mano en la cadera de Stiles, motivado por las caricias de su prometido-. ¿Y eso?

- ¿Dónde vas a encontrar a otro hombre que te dé hijas tan preciosas como la que tienes ahora?

- No sé... Siempre puedo pedirle a Peter que me enseñe ese ritual que usó.

Stiles ni se inmutó, como tampoco hizo el día que Derek le explicó quién había sido el verdadero "culpable" de que se quedara embarazado. Entonces, tras varios minutos de silencio en los que recapituló todo lo que había ocurrido bajo el nuevo punto de vista que ofrecía esa información, tan sólo se encogió de hombros y soltó un sincero "demos gracias por los tíos entrometidos".

Nueve MesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora