Capítulo 19

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Sólo faltaban dos semanas para la cuenta atrás.

Cuando Derek fue consciente de ese hecho le sorprendió que el tiempo hubiera pasado tan rápido. Es cierto que los dos primeros meses se le hicieron poco más que eternos con tantas dudas, preocupaciones y discusiones entre los dos. De hecho, por aquel entonces ni siquiera pensó que llegarían a sobrevivir a los siete meses siguientes, ya fuera como padres o incluso como pareja.

Pero milagrosamente lo habían conseguido. Hasta el punto de que a día de hoy todavía le parecía una vida el tiempo que les quedaba para poder ver a su pequeña con ellos.

Un día menos, se dijo a sí mismo cuando salió del ascensor, tratando de animarse.

Comparado con tachar los días en el calendario, lo que realmente le animaba era llegar a casa y encontrarse con un embarazadísimo Stiles. Y aunque tardó un poco en acostumbrarse a su nuevo cuerpo, tan distinto de la anatomía fibrosa que siempre había caracterizado a su novio, tenía que reconocer que un Stiles embarazado que solía colocar las manos sobre su estómago, la mayoría de las veces sin darse cuenta, era lo más dulce que había visto en su vida... Tanto, que no le importaría volver a verle así en el futuro.

Por supuesto, a Derek no se le ocurrió compartir esos pensamientos a riesgo de que Stiles le cortara los huevos para asegurarse de que eso jamás pasara. Tal vez el hombre lobo fuera capaz de ver lo bonito de ese milagro sobrenatural que les había ocurrido, pero dudaba mucho que Stiles tuviera ganas de repetir la experiencia... Especialmente cuando aún no había dado a luz de su primer embarazo.

Entró finalmente en el loft, sorprendido por darse cuenta de que acabaría echando de menos a un Stiles embarazado, y fue en pos de dicho novio.
Le encontró en el sofá, en el que se había convertido en su sitio favorito. Aunque antes de verle un leve quejido ya le había indicado dónde estaba.

- ¿Qué te pasa? –preguntó tras dejar la cazadora, cartera y llaves en la mesa. Como hacía cada vez que entraba en casa, agudizó su oído para asegurarse que el bebé estaba bien. Al captar su latido fuerte y rítmico, acompañado del de Stiles, también firme, se relajó. Fuera lo que fuese que le estaba incomodando, tanto él como su hija estaban bien físicamente.
- Nada... -murmuró Stiles desde el sofá.

Derek se dio cuenta de que todavía llevaba el pijama. Y aunque tampoco tenía mucho sentido cambiarse de ropa cuando no iba a salir de casa, Stiles siempre había sido el primero en decir que llevar la misma ropa las 24 horas del día era repugnante.

Así que entre ese detalle y el hecho de que hubiera dicho un "nada" que sonaba a todo menos a nada; estaba claro que hoy no había sido un buen día para él.

- ¿Nada? –preguntó, sentándose a su lado tras haberle dado su correspondiente beso-. No tienes cara de que no te pase nada.

- ¿Ah, no? Y de qué tengo cara, chico listo.

El Alfa no se tomó a mal la repentina queja. Prácticamente desde que entraron en el último mes de embarazo había estado a la que saltaba por cualquier tontería, pero Derek ya había aprendido muy bien la lección y nunca se le ocurría responder, pues eso sólo acabaría desencadenando una guerra civil.

- De estar incómodo –respondió con toda la calma del mundo, bajando si cabe un poco más la voz para dejarle claro que no pensaba discutir. Y por si no fuera suficiente con ello, acarició el estómago increíblemente abultado de Stiles-. ¿Vuelve a darte patadas?

- No –suspiró-. Afortunadamente hoy está más tranquila.

- ¿Entonces?

Stiles se sonrojó visiblemente. Pero la respuesta que le dio a continuación, en opinión de Derek, no merecía esa reacción.

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