El día D llegó, como no podía ser de otra manera en un embarazo que fue de todo menos normal, una semana antes de lo esperado. Y llegó en plena noche, unas cuantas horas después de que Derek hubiera llegado a casa antes de tiempo. Había sido después de que Scott, que era el encargado ese día de hacerle compañía a Stiles, le llamara indicándole que su amigo se encontraba especialmente mal y que lo mejor que le vendría ahora sería tenerle a su lado.
Así que Derek no se lo pensó dos veces cuando avisó en el trabajo que se marchaba aunque todavía no hubiera terminado su turno, pues quería aprovechar que era viernes para ir a visitar a su novio, que en teoría estaba en la otra punta del país junto a la mujer que daría a luz a su hija.
Y la cara de desesperación que puso debió ser bastante convincente, pues no le pusieron ninguna pega. Media hora después ya se encontraba en el loft con un agotado Stiles entre sus brazos y que, pese a lo cansado que estaba, no tuvo problemas en detallarle la mierda de día que había tenido; mientras Scott les dejaba a solas tras haber hecho de enfermero durante prácticamente todo el día.Hacía tres horas de aquello y apenas se habían movido de la cama. Entre lo mal que se encontraba Stiles y lo frustrante que estaba siendo para Derek no darle el confort que tanto necesitaba, lo único que le quedaba era seguir acariciando su estómago y repitiéndole una y otra vez que ya faltaba poco. Que pronto terminaría todo y por fin podría descansar. Y al final sus palabras resultaron ser de lo más premonitorias, pues media hora más tarde se desató la tormenta.
Aunque, siendo sinceros, tardaron un rato en darse cuenta de que dicha tormenta se había desatado.Derek estaba preparando algo de comer, aprovechando que Stiles había tenido que ir al servicio. Y pese a que lo hizo con cara de disgusto, arrastrando los pies y su enorme barriga, por su propia seguridad el hombre lobo no le preguntó si necesitaba ayuda. Tenía bien claro que sólo recibiría a cambio una mirada asesina, así que le dejó hacer sus necesidades a su propio ritmo y continuó preparando la cena. Pero cuando ésta ya estaba más que lista pero Stiles todavía no había vuelto de su incursión al baño, no tuvo más remedio que ir a ver qué pasaba.
- ¿Todavía estás ahí? –preguntó al ver que seguía sentado en la taza del váter-. ¿Qué pasa? ¿Necesitas ayuda para levantarte?La cara de desagrado de Stiles mutó en una de total ofensa.
- No, muchas gracias. Ya bastante humillante es tener que mear sentado y con este tripón, como para que ahora vengas a regodearte...
- Entonces, ¿por qué sigues ahí sentado?
- Hmmm, no sé. ¡Porque estoy meando!
En lugar de responder al grito de Stiles con otro propio, Derek frunció los labios, pensativo.
- ¿No crees que estás tardando demasiado?
- Guau. Gracias por recordarme mis problemas de incontinencia urinaria con esa delicadeza que tanto te caracteriza.
- No me refiero a eso. ¿Cuánto tiempo llevas?
- ¿En serio me estás preguntando eso? –se escandalizó-. Ya sé que siempre dices que tenemos que contárnoslo todo pero, sinceramente, esto ya me parece excesivo.
Viendo que si seguían así no iban a llegar a ningún lado, Derek se aproximó al humano para mirar entre sus piernas.
- Déjame ver.
- ¿Pero qué haces? –Le dio un empujón para alejarle lo poco que le permitió su estómago y su postura.
- Stiles...
- Por Dios, Derek. Jamás pensé que un día llegaría decirte esto, pero hay momentos en que el espacio personal es de agradecer y...
- ¿Es que no te has dado cuenta? –sacó a relucir su voz de Alfa-. Es la hora –Espero a que Stiles entrara en pánico, pero en lugar de ello lo que hizo fue alzar ambas cejas, preguntando "¿La hora de qué?"... Sí, Stiles ya era todo un maestro en el idioma de Derek Hale-. El bebé está en camino.
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Nueve Meses
FanfictionLa vida en Beacon Hills es perfecta, siendo largo el camino que todos recorrieron desde que el instituto acabó. Ahora Derek y Stiles viven juntos; los dos tienen sus respectivos trabajos; y el loft de Derek tiene muebles y todo... Pero entonces ocur...