Capítulo 27

7.1K 758 208
                                    

Cora se levantó una hora antes de que sonara el despertador. Por primera vez en años había puesto la alarma para asegurarse de contar con el tiempo suficiente para preparar a Sara y arreglarse, antes de poner rumbo a los juzgados. Y no es que fuera de esas personas que necesitaban horas para arreglarse, pero no dejaba de ser la boda de su hermano. Aunque luego se arrepintiera, cuando el resto del mundo llegara tarde, ella quería disfrutar todo lo posible de ese día único.
Además del hecho de que contar con tiempo extra también servía para solucionar pequeños imprevistos de última hora... Como era encontrarse con su hermano ya despierto y con cara de llevar unas cuantas horas así, de pie junto a la cuna de Sara.

La menor de los Hale agudizó sus sentidos para escuchar el latido de Derek. Que su pulso estuviera desbocado, pese a ser en parte algo normal en el día de su boda, no la tranquilizó mucho. Dirigió entonces la vista al sofá, donde Peter seguía durmiendo, y quiso odiarle por estar tan relajado cuando a pocos metros tenía a su sobrino pasando por un momento complicado. Pero por otro lado, su tío ya había demostrado con creces que se preocupaba por Derek, así que esta vez tendría que ser ella quien se hiciera cargo de la situación.
Y a fin de cuentas era su hermana. Aunque fuera la pequeña y en teoría era él quien debía cuidar de ella, estaba bien cambiar las tornas de vez en cuando.

- Dime que no estás martirizándote y pensando en el pasado –fue su directo saludo.

Era la ventaja de ser hombres lobos y encima apellidándose Hale: sabían darle la importancia justa a las muestras de cortesía cuando tenían entre manos algo más importante.
Derek no se dignó en mirar a su hermana, pero al menos tampoco trató de negar la evidencia:

- Resulta complicado no hacerlo.

- ¿Por qué? Tú más que nadie merece ser feliz. Y qué mejor día para serlo que en el día de tu boda.

- Ese es el problema. –La sonrisa que trataba de mostrar estaba teñida de tristeza-. Todavía no me puedo creer que vaya a pasar de verdad. Es como si estuviera esperando a que ocurra algo que me impida casarme...

- ¿Crees que Stiles no se va a presentar?

- Claro que no. Sé que él no tiene dudas –Su sonrisa se volvió fanfarrona-. Y si las tuviera, sabe lo que le espera como no aparezca.

- ¿Entonces?

- No estoy acostumbrado a que las cosas me salgan bien.

- ¿En serio? –exageró la ironía-. Porque si no me equivoco, eres la misma persona que resulta ser el padre de este precioso bebé y que lleva años junto a un hombre que le quiere con locura... Ya tendrías que haberte acostumbrado.

- Pues no lo he hecho –suspiró a su pesar-. Desde el momento en que empecé a salir con Stiles me pregunté cuánto duraría. Cuándo aparecería alguien o algo que me lo arrebatara... Los primeros días que dormí a su lado no pude pegar ojo; me pasaba la noche vigilándole, asegurándome que estaba a salvo.

- Y yo que confiaba en que ya habías superado tu fase de acosador.

- Ya no lo hago... -Su hermana alzó una ceja, observando con descaro la cuna-. Ya no lo hago tanto –corrigió.

- Supongo que ese es el inconveniente de querer tanto a alguien –se mostró un poco más amigable-. Que siempre vas a tener ese miedo de perderle.

- Pero mi miedo está justificado. Ya perdí a alguien a quien quería en el pasado. Más de una vez.

- Esta vez no lo harás.

- ¿Cómo puedes estar tan segura? Los Hale eran la manada más poderosa de California y una de las más fuertes de todo el país. Y de ella sólo sobrevivimos tú, Peter y yo. Y Peter casi no lo cuenta.

Nueve MesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora