Capítulo 7

15.3K 1.1K 246
                                    


Poco a poco habían conseguido que la situación se normalizara.

Tras semanas de tener la sensación de que realmente no sabían lo que estaban haciendo, su nueva rutina había terminado de asentarse. Y aunque seguía siendo una rutina de no parar ni un minuto, al menos terminaban el día con la tranquilidad de que estaban haciendo las cosas bien... y eso que no contaban con un manual de instrucciones porque era la primera vez que ocurría algo parecido.

Habían llegado así, sorprendentemente, al segundo mes de embarazo.
Stiles no había vuelto a tener náuseas matutinas ni había sufrido nuevos ardores por culpa de sus antojos. Además, en el trabajo no tenía mucho jaleo últimamente, gracias también a que su padre se había encargado de dejarle las tareas menos pesadas, para que no volviera a casa agotado y pensando únicamente en meterse en la cama. Y por si eso no bastara, el sheriff ya le había asegurado que pronto contarían con un nuevo ayudante en la comisaría, para que así pudieran repartir el trabajo entre más personas.
Por su parte, desde que Melissa les hubiera dicho que los primeros meses eran los más delicados de todo el embarazo, por lo que no convenía que hiciera demasiados esfuerzos y mejor si se lo tomaba con calma, Derek se había convertido en el encargado personal de que Stiles siguiera las órdenes del médico en casa.

Aquel estaba siendo un día más dentro de su rutina.
Como cada tarde, Derek lo había dispuesto todo para que nada más llegar a casa Stiles pudiera descansar cómodamente en el sofá, bien arropado mientras leía en su portátil tras haberse asegurado de que se había tomado las vitaminas.
Sin embargo, cuando parecía que estaba todo listo y Derek ya iba a preparar la cena, Stiles le agarró de la mano y, sin decir nada, se incorporó un poco para indicarle que se sentara en su sitio de siempre. Después de todo, el también se merecía un poco de relax.
Derek no se lo pensó ni un segundo. Sólo había algo mejor que tener a Stiles bien seguro y cómodo en su casa, y eso era poder estar a su lado, disfrutando del raro momento de tranquilidad.
El hombre lobo fue a por el libro que había dejado la noche anterior en la mesilla junto a la cama, donde había estado leyendo hasta asegurarse de que Stiles dormía profundamente, y esta vez se sentó en el extremo del sofá, dejando que su novio apoyara la cabeza y usara sus piernas como almohada.
Apenas sintió su cabeza, instintivamente llevó una mano a su pelo castaño y jugueteó con él entre sus dedos, contento y relajado a partes iguales. Enseguida escuchó el suspiro de Stiles, que era más parecido a un ronroneo, y sonrió comedidamente sin decir nada más.
Así daba gusto volver a casa.

Consiguieron mantener esa tranquilidad durante casi tres horas. Pero llegado a ese punto Stiles no tuvo más remedio que abandonar su posición, gruñendo levemente mientras comentaba que tenía que ir al baño.
Derek, por su bien, no dijo nada. Esa era otra de las muchas consecuencias que habían venido con el embarazo: una vejiga increíblemente delicada que hacía que Stiles tuviera que ir al servicio cada dos por tres.
Echando de menos el calor corporal y peso de su compañero, el Alfa aprovechó para ir a la cocina y empezar a preparar la cena, que al final se había retrasado más de lo normal.

Stiles regresó cinco minutos después.
Y en seguida Derek se dio cuenta de que algo iba mal.

Lo primero que notó fue una esencia que ya había captado infinidad de ocasiones procedente de aquel cuerpo y a la que no terminaba de acostumbrarse pese a que hubo una época en la que parecía que eso era lo único que había en la vida de Stiles Stilinski: miedo.
Percibió ese inconfundible olor en el mismo instante en que el humano entró en el salón, pero quedándose parado a unos metros del sofá.
Derek dejó caer la cuchara de madera con la que estaba removiendo la comida, y que había pasado a importarle poco menos que nada.

- ¿Qué te pasa? –preguntó al ver su cara pálida.

Stiles tardó unos segundos en reaccionar. Se llevó las manos instintivamente al estómago, mojándose los labios sin encontrar las palabras. Estaba temblando.

- No... No lo sé... He ido a hacer pis y... Había sangre...

No necesitó saber más. Dejó que su instinto de Alfa guiara todos sus movimientos, aunque en esos momentos había más de instinto paterno y de querer proteger a su familia, dando igual el hecho de que fuera un ser sobrenatural.
Tomó la mano de Stiles con todo el cuidado que pudo reunir, recordándose que de los dos era el que más asustado debía estar ahora, y le apremió a moverse.

- Vamos al hospital ahora mismo.
- ¿Y si he perdido al bebé? –preguntó Stiles, todavía paralizado.

Y eso era justo lo último en lo que quería pensar ahora Derek.

- No lo sabes... -trató de calmarle, hablándole en susurros-. Vamos al...

Nueve MesesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora