Capítulo 16

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A raíz de que Parrish supiera todo lo que había que saber sobre el mundo sobrenatural en Beacon Hills, y especialmente aquello concerniente a la situación de Stiles, el resto fue muchísimo más sencillo.

Derek Hale jamás lo admitiría en voz alta (ni falta que le hacía realmente, pues Stiles podía leerle como si fuera un libro abierto), pero que no hubiera secretos para Jordan Parrish hizo que, de la noche a la mañana, los dos se encontraran con el mejor aliado que hubieran podido pedir.

Que el nuevo compañero de Stiles resultara ser también un boy scout que se preocupaba como el que más porque el hijo del sheriff estuviera siempre cómodo y no se excediera en el trabajo y, lo más importante, a quien no se le podía chantajear con miradas de lástima (más que los ojitos de cervatillo de Stiles, a Jordan los que le aterrorizaban eran los de lobo de Derek); al final resultó ser una muy, pero que muy buena noticia.

Así, cuando Derek llamaba a comisaría todos los días para ver qué tal le iba a su novio, en lugar de hablar con dicho novio le preguntaba directamente a Parrish, pues sabía que él sí le daría todos los detalles importantes.
Y más le valía que lo hiciera, porque de lo contrario dejaría de ser tan amable...

Pero cuando Parrish le sorprendió un día siendo él quien llamó para contarle que ese día Stiles se encontraba especialmente cansado pero que no habían conseguido convencerle para que se marchara antes, y le sugirió a Derek que por qué no se pasaba por comisaría para llevarle a casa, aunque fuera a la fuerza; el Alfa se dijo que podía empezar a ser amable. Y esta vez de verdad.

Era lo mínimo que le debía al hombre que había pasado de ser el blanco de todos sus celos y miradas asesinas, a básicamente el fan número 1 de su relación y en quien más confiaba ahora (por detrás del sheriff, por supuesto) a la hora de proteger al padre de su hija.

Precisamente uno de esos días en que los dos estaban en casa antes de lo normal, pues Stiles había estado un poco indispuesto desde que había almorzado, Derek aprovechó la tarde para ir adelantando algo en la habitación de su hija.

Lo más importante ya estaba puesto: desde la cuna y el cambiador hasta la cómoda que ya estaba repleta de ropa a estrenar, terminando por la pequeña bañera que decidieron instalar allí para no tener que bajar cada vez al baño principal. Sólo quedaba rematar la estancia por medio de la decoración que ya habían elegido y que terminaría de darle un toque más acogedor a la habitación.

Tras instalar la lámpara, Derek estaba terminando de colgar los cuadros que habían seleccionado para el dormitorio de su hija (un conjunto de paisajes con inmensas lunas, porque ambos se negaban a llenar la habitación de princesas Disney, muchas gracias), cuando un grito le dejó la sangre helada:

- ¡Derek!

Rápidamente el hombre lobo dejó caer el martillo y bajó corriendo las escaleras de caracol, odiando por primera vez que fueran así, pues eso le impedía llegar al piso inferior de un solo salto.

Al llegar a la zona central de loft buscó rápidamente a Stiles, pues no estaba donde le había dejado: descansando en el sofá, aprovechando los últimos rayos de sol del día.

Finalmente lo encontró junto a la puerta del aseo, con ambas manos sobre su más que prominente barriga.

- ¿Qué ha pasado? –inquirió, con el corazón en un puño, colocando ambas manos sobre sus mejillas para poder mirarle fijamente a los ojos-. ¿Has vuelto a sangrar?

- No.

- ¿Estás bien? –Le alentó a moverse, pues seguía parado junto a la puerta-. ¿Te has caído? ¿Te duele? ¿Necesitas que haga algo? ¡Vamos al hospital!

- ¿Quieres callarte? –se quejó Stiles, aunque lo hizo riendo. Le seguía sorprendiendo cuando Derek se ponía en modo histérico cada vez que algo no salía como se había imaginado, que era algo así como una media de una vez por semana-. No es nada de eso.

- ¿Entonces?

- Ven aquí, anda. –Tiró de su mano, obligándole a ponerla sobre su estómago.

- ¿Qué es lo que pasa?

- Shhh. Tus gritos la han asustado.

- ¿A quién?

- A quién va a ser –rio, dirigiendo luego la vista hacia su tripa-. Se ha movido.

- ¿Qué?

- Nuestra pequeña... -anunció, emocionado-. La he notado moverse.

La expresión del hombre lobo cambió radicalmente. Y de preocupación e incluso pánico pasó a mostrar una mirada de total adoración que consiguió que rejuveneciera por acto de magia, pues más parecía un adolescente la primera vez que le hubieran besado.

- ¿En serio?

- Sí –dijo Stiles, igual de conmovido-. Al principio pensé que eran mis tripas protestando porque todavía no había comido... Pero no era yo quien se estaba quejando.

Derek se arrodilló inmediatamente para poder colocar las dos manos sobre el estómago de Stiles, pegando también su oreja.

- No noto nada –dijo tras varios segundos de tensa espera en los que se quedaron muy quietos.

- Ha debido parar. Supongo que tanto escándalo ha hecho que se volviera tímida.

- Lo siento.

- Tranquilo –sonrió ante uno de esos raros pucheros que su novio ponía de tanto en tanto, y que no por extraños eran menos adorables-. Supongo que no pensé muy bien cómo te tomarías el que gritara tu nombre de repente.

- ¿Te ha dolido cuando se ha movido?

- No. Ha sido extraño, eso es verdad. Pero no dolía.

El Alfa asintió, todavía concentrado en captar cualquier movimiento procedente del estómago de Stiles. Pero cuando ya había pasado más de un minuto se dio por vencido. Se puso de pie, acariciando levemente el estómago redondeado de su novio.

- Siento que te lo hayas perdido –murmuró el humano.

- No pasa nada. Es mi hija. Ya te dará más patadas.

- Qué graciosos eres... -La protesta de Stiles murió en el acto. Tan pronto como un leve temblor recorrió su vientre-. ¿Lo has notado? –preguntó, pues esta vez el movimiento había sido más intenso. Al no obtener respuesta, se fijó expresamente en Derek. Verle completamente quieto, incluso más quieto de lo normal en él, hizo que se preocupara un poco-. ¿Derek?

- Es... -no fue capaz de encontrar las palabras, así como de apartar la vista del sitio exacto donde todavía tenía colocada la mano-. Es asombroso.

Sus miradas se cruzaron entonces pero, al ser incapaces de expresar con palabras lo que estaban sintiendo, sólo pudieron reír levemente y tan emocionados que no tardaron en acabar llorando.

Todavía riendo y llorando a la vez Stiles se acurrucó en el pecho de Derek, quien no tardó en rodearle con sus brazos y dejarle un beso en lo alto de la cabeza. Pero entonces el Alfa recordó que había alguien más a quien quería demostrar lo feliz que se sentía, y volvió a arrodillarse para levantarle la camiseta.

Esta vez, lejos de sentir vergüenza porque estuviera viendo tan de cerca su cuerpo sobrenaturalmente aumentado, lo que sintió fue que era el hombre más afortunado del mundo cuando Derek besó el centro de su estómago con tal delicadeza, que más parecía estar rindiendo pleitesía a esa hija que todavía no había nacido.

- Hola pequeña... -susurró, con los labios todavía pegados a la piel de Stiles-. ¿Significa eso que tienes ganas de vernos?

Como respuesta el estómago de Stiles volvió a temblar, arrancando nuevas risitas nerviosas y lágrimas de felicidad en los dos padres primerizos, que ya estaban contando los días para poder tenerla con ellos.


TBC...

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