Capítulo 28

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La espera hasta la llegada de Stiles se le hizo poco más que eterna.

Pese a tener ya bien guardados los anillos, seguía notando ese nudo en el estómago. Y acostumbrado como estaba a esperar lo peor de cada situación, no terminaba de aceptar que esa presión era simplemente debido a la emoción y las ganas de que su prometido llegara.
Pero tenía que reconocer que tener a Stiles a su lado le vendría de perlas para calmarse. Siempre le habían dicho que, como buen Hale que era, le encantaba ser el centro de atención. Pero tal y como estaba ahora, esperando junto a la juez que les casaría y delante de un montón de gente que no tenían nada mejor que hacer que cuchichear entre ellos lo nervioso que se le veía, como si no supieran perfectamente que podía oírles, hubiese preferido ser invisible.
Menos mal que Cora estaba en primera fila, con Sara entre sus brazos, y verla allí hacía que se pudiera olvidar un poco de todo lo demás. Así que eso fue lo que hizo: centrarse en su hija y respirar hondo, pensando que después de todo lo que habían tenido que soportar aquello era un camino de rosas.
Y en cierto modo lo era.

Pero cuando de repente todo el mundo se puso en pie para mirar a un Stiles que acababa de aparecer al fondo del pasillo, Derek juró que el corazón jamás le había latido tan deprisa.
Y eso no tenía mucho sentido en un supuesto camino de rosas.

Su vestuario no era despampanante. Desde el principio le dijo que quería ir cómodo y que se negaba a ponerse corbata, y había cumplido con su palabra optando por una camisa oscura de cuello mao que permitía mostrar algunos lunares de su cuello, y que resaltaba perfectamente con la chaqueta y pantalón gris claro.

Jamás le había visto tan condenadamente atractivo.

Y eso que desde que empezó a trabajar junto al sheriff dijo adiós a las camisetas de palmeras (salvo cuando estaba en casa y quería ponerse cómodo), dando fe de que, si se lo proponía, podía ser elegante.

Sin embargo, eso no fue lo que le quitó la respiración. Por mucho que la percha fuera increíble, ya se la conocía a fondo, tanto con ropa como sin ella. Y aunque entendía los murmullos de asombro entre los presentes a medida que recorría el pasillo, porque ellos no estaban acostumbrados a verle así, lo que en su caso estaba haciendo que le temblaran las piernas era esa sonrisa absolutamente maravillosa que le estaba dirigiendo exclusivamente a él.

Al principio se le veía nervioso y parecía que Stiles no iba a levantar la vista del suelo, abrumado por tener a tanta gente pendiente de él. Pero fue comenzar a recorrer el pasillo, con su padre a su lado, y fijar la vista en Derek. Y apenas se encontraron sus miradas ese nerviosismo que había estado sintiendo, con el corazón latiéndole tan deprisa como a Derek, desapareció por completo para ser sustituido por una sonrisa totalmente arrebatadora.
Lo único que ahora mismo veía el hombre lobo.

Derek recordaba vagamente cuando, siendo un niño, su padre les contó cómo fue el día de su boda. En realidad se lo estaba contando a Laura y Cora, pues en su caso siempre había renegando de que le interesaran esas cosas; pero el hecho de que su padre se quedara con la mirada perdida cuando les contaba lo guapa que estaba su madre, como si todavía pudiera verla así, siempre le intrigó. Al igual que él, se había caracterizado por ser un hombre introvertido que apenas reflejaba sus emociones. Por tanto, le sorprendía que actuara como un colegial que acababa de descubrir el amor por primera vez, y más cuando estaba hablando de algo que ocurrió muchísimo tiempo atrás.

Ahora, viendo a Stiles yendo hacia él con una mezcla de seguridad, ilusión y nerviosismo, supo que eso fue exactamente lo que sintió su padre aquel día.
Ser consciente de ello hizo que se sintiera increíblemente feliz, y no sólo porque estaba a punto de casarse. Poder sentir lo mismo que sintieron sus padres en el día de su boda consiguió que también experimentara la sensación de tenerles a su lado.

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