Capítulo 25

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Quiero golpearlo, pero estoy paralizada mientras Axel sigue con sus labios pegados a los míos. Hasta que el logra abrirme la boca y empieza a pasarme aire desde su boca a la mía. Mis pulmones comienzan a funcionar nuevamente y vuelvo a respirar con normalidad.

Cuando siento que ya tengo suficiente aire para separarme, noto el brazo de Axel detrás de mi espalda impidiendo que pueda separarme. Y entonces Axel mueve sus labios sobre los míos como si me estuviera besando de verdad. Me suelta los brazos y su otra mano toca mi mejilla. Cuando siento que él empieza a besarme con más rudeza es que reaccionó, lo empujo lejos de mis labios y me arrastro por el piso marcando distancia entre nosotros. Las patrullas ya se alejaron, creo que ni cuenta me di cuando se fueron por lo que acaba de hacer Axel.

Axel respira apresurado y mirando al piso con confusión.

– ¿Qué rayos te pasa?– le pregunto confundida. – ¿Por qué hiciste eso? ¡Estás loco!

– No iba a dejar que las patrullas nos encontraran. Tenía que callarte de alguna manera– saca una sonrisa. – Admite que te gustó.

– Sabes que. Honestamente no me gusto. Fue horrible, sentí que me beso un perro con rabia– su cara se pone seria.

– Mira, rubia esquelética– no lo dejo terminar.

– ¡Esquelética será la novia tuya!

– Hey, cuidado con lo que dices.

– Cuidado tú.

– Mira, Crista– segunda vez que dice mi nombre sin mala intención. – No voy a discutir, primero porque no me interesa lo que pienses, segundo, yo pienso como yo quiera y en tercera, sabes que te gustó el beso, rubia.

– ¿Crees que me gustó? Mira que tanto me gustó el beso– me puse de pie y camine hacia el hasta golpearlo en la cara haciéndolo chocar contra la pared del oscuro callejón.

– Te dije que ibas a golpearme– ese golpe no pareció molestarle, al contrario, parece que le causó gracia.

– ¿¡De que te ríes!?

– De tí.

Ash, como lo odio, debería dejarlo aquí. Pero pensándolo mejor soy yo la que se quedara, por lo de mi moto. Lo dejo ahí tirado y camino fuera del callejón hasta llegar donde deje mi motora. Trato de encenderla, pero hace un ruido extraño que me confirma lo dañada que debió quedar.

Pateo una de las gomas con frustración. Me paso una mano por la cara y miro al rededor, este lugar esta súper vacío. No creo que haya alguien que pueda ayudarme.

– ¿Problemas?– miro para atrás y veo a Axel caminando hasta mi.

– No te importa.

– Puedo llevarte a tu casa, si quieres. Mi motora esta un par de calles adelante.

– ¿Que me lleves tú? Prefiero irme a pie.

Así lo hice, camine con rapidez. Estaba muy oscuro y demasiado callado. No confiaba en los lugares así, algo malo podría pasar.

Miro para atrás y Axel viene con su motora.

– Súbete.

– Que no. Tú no me mandas– ignore que me persiguiera por unos minutos más pero empezaba incomodarme.

– Vamos, Crista, súbete– tercera vez que dice mi nombre esta noche.

– ¡No voy a subirme! Y menos si es contigo, podrías chocar y matarnos.

– Oye, no conduzco tan mal. Llegamos empate en la carrera, recuérdalo.

Lo ignore y seguí caminando solo que no lo sentí seguirme. Pensé que ya podría estar tranquila, seguramente voy a tardarme una o dos horas en llegar a mi casa. Podré comer algo y bañarme para irme a dormir. Mañana podré pasar por alto esta horrible noche.

– ¡Rubia!– lo escucho llamarme y sigo ignorándolo. – Sé quién tiene tu llavero.

Miro para atrás, él está con las manos en los bolsillos sonriendo.

– ¿Quién?

– ¿Quién qué?–preguntó él confundido.

– ¿Quién te preguntó?– me reí de mi chiste.

– Que ridícula. Pero ya enserio, si me dejas llevarte a tu casa te digo quien tiene tu llavero.

– ¿Y tú cómo sabes que se me ha perdió?

– Tu hermano es mi mejor amigo, obviamente el lo comento con nosotros.

No le pregunte mas nada y me subí a la motora detrás de el, pero si creía que lo iba a abrazar estaba muy equivocado. Me sujete del asiento de cuero todo el camino, hasta que me dejo en frente de mi casa, las luces estaban apagadas. Seguramente ya están durmiendo.

– Toma– le tire el casco con brusquedad.

– Ay, que agresiva– empezó a reírse d mi actitud. – Te ves graciosa cuando pones cara seria, se te arruga la frente.

– No es cierto– negué poniéndome mas seria pero el solo se rió mas. – Deja de reírte, ¿me ves cara de payaso?

– Sí, super chistosa que te ves.

– Ash, que idiota eres– me di la vuelta para ir a mi casa.

– Eh, esquelética– lo miro. – ¿Y mi beso de despedida?– preguntó con una sonrisa.

– ¿Cuál beso?

– El de buenas noches, sin mi beso no podrás dormir. Sabes que te gustó.

– En tus sueños, Hamilton– la saqué el dedo medio. Escuché su risa a mi espalda.

– ¡Alex, tu hermana esta afuera!– empezó a gritar como si quisiera despertar a todo el vecindario. – ¡Y quiere besarme!– Corro y le tapo la boca con mis manos, pero logra zafarse y sigue gritando. – ¡Auxilio, me violan!

Le pego una bofetada que logra callarlo. Él se queda atónito ante mi acción y le pellizco el brazo, entonces se queja y se aleja de mi mano.

– No grites idiota, pareces mas bruto de lo que ya eres.

– Ese es mi problema si soy bruto o no– dice sobándose el brazo.

– Pues si lo eres y ya me voy– digo y me voy.

Entre a mi casa sin hacer el menor ruido para no despertar a nadie. Subo a mi cuarto y entro a mi baño para lavarme la boca. Lo haría con clorox pero de seguro me enveneno así que solo me lavo los dientes como cuatro beses antes de tirarme a la cama para poderme dormir.

Al otro día me despierto de mala gana viendo muchas cajas que dejó mi madre para que empezara a empacar. Primero fui al baño y me cepillé los dientes. Guardé unas cuantas cosas que tenía en mis cajones, como libros y esas cosas. Yo no me quería mudar así que estaba tirando las cosas a la caja sin cuidado de que se rompieran o dañaran.

Baje para desayunar algo y vi a Melissa guardando unas cosas de la cocina en otras cajas.

– ¿Cuando nos mudamos?– le pregunto a Melissa sirviéndome jugo.

– El sábado– me responde mamá apareciendo de la sala.

Ahora que me acuerdo el sábado voy a ir a la playa con Mathias. Pero bueno, lo de la playa vino primero que la mudanza. Que pena por mi mamá.

– Okey– salí de la cocina sonriendo por lo del sábado.

No me importa lo que diga mi mamá, yo voy a ir a la playa. Ya estoy grandecita para decidir que puedo o no hacer por mi cuenta.




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Att: Tiarangelis

DESTINOS CRUZADOS O A MUERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora