Capítulo 26

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Guardé algo de ropa para cambiarme en mi bulto para la playa. Ya me había puesto mi traje de baño con una camisa blanca por encima y un pantalón corto. Me puse mis sandalias y me puse mis gafas de sol encima de la cabeza.

Bajo las escaleras con mi bulto en la mano para ir a buscar mi tabla de surf que la dejé detrás del televisor de la sala

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Bajo las escaleras con mi bulto en la mano para ir a buscar mi tabla de surf que la dejé detrás del televisor de la sala. Me pongo la tabla debajo del brazo y voy a la puerta. Afuera veo un carro blanco descapotado. Mathias esta adentro y me sonríe saludándome con la mano.

Voy por el césped del patio para dejar las cosas en el carro.

– ¿Para donde vas?– mamá se baja de su carro con cara molesta. – Sabes que hoy nos mudamos, Crista.

– Lo sé y no me importa. Pasa que me invitaron a la playa antes de que pasara lo de la mudanza, así que me voy.

– ¡Crista!– mamá no me deja irme tirándome del brazo.

– ¿Qué quieres? ¡Yo te dije que no quería mudarme! Ahora resuélvete sola con eso, porque yo no quiero irme de aquí. Aquí tengo a mis amigas, toda mi vida esta en esta ciudad.

Ignoro sus gritos y dejo mi tabla y mi bulto en la parte trasera del carro y me subo en el asiento del copiloto al lado de Mathias.

– Hola, Crista– me saluda él con un tono cariñoso.

Yo estoy muy enojada y me tomo me dan ganas de lanzarlo por un risco.

– Arranca y vámonos ya: no lo miro, prendo la radio y subo el volumen hasta lo más alto para no tener que escucharlo hablar.

Una media hora después llegamos a la playa, estaba algo vacía pues donde mas había gente era en el agua surfeando y unos niños jugando en la orilla. Ayudo a Mathias a bajar las cosas y las dejamos debajo de una palmera.

Mathias se sienta en la arena mirando el lugar con serenidad.

– ¿Por qué estabas enojada cuando fui a buscarte?– pregunta alzando la mirada a mí.

– Mi mamá me dijo hace días que nos mudáremos. Pasa que yo no quiero, aquí es que tengo a mis amigos y todo. No me pienso ir, ni siquiera arrastrándome por el piso me llevan de aquí.

– Y creo que ahora no te quieres ir, porque me conociste a mí.

Ay por Dios que ingenuo es él. ¿De verdad se cree que me estoy enamorando de él? Yo no me enamoro. Después de lo que me hizo Max no pienso volver a enamorarme de nadie.

Pero, si el quiere creerse eso de que a mi me gusta él pues que se lo crea un ratito.

– Sí, puede ser por eso también–me empiezo a quitar la ropa hasta quedar en el traje de baño.

Mathias se queda viéndome las piernas sin disimular. Que pervertidor es. Que al menos finja no estar mirándome tan fijo. Me siento en la arena al lado de él. Mathias se queda mirando mi boca, se le nota que quiere besarme.

DESTINOS CRUZADOS O A MUERTE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora