Bárbara.
«De acuerdo —Me dije—, ¿qué haría Olivia?».
Sentada al borde de mi cama, estaba hablando como si ella fuera la máxima autoridad en investigaciones y la verdad es que lo era, al menos en el vecindario.
«Lo primero —continué mientras desbloqueaba mi celular— sería llamar a sus amistades y a la gente con que se relacionara normalmente».
Casi oí la famosa frase «elemental, mi querida Barbie», aunque seguida de una serie de razones por lo cual mi respuesta era notablemente tonta a pesar de ser correcta.
«Yo soy la única persona que se interesa por ella —pensé, ya con las botas puestas— y no tengo idea de dónde está».
La mamá de Liv no se había dado hasta entonces cuenta de lo aislada que se encontraba su hija.
—¿Sabes de alguien más con quien pudiera haber ido? —Había preguntado por teléfono.
—Perdón, señora —respondí—, la verdad es que Liv ya no se junta con nadie —Hice una pequeña pausa y continué—. Ni siquiera conmigo, de hecho.
—¿Alguien del club de lectura?
—¿Cuál club de lectura?
—Dijo que debía ir a un grupo de lectura por las tardes, en la escuela.
—Señora —Dudé otra vez—, no hay club de lectura.
—¿A dónde puede estar yendo?
—No lo sé —sí que lo sabía—, pero si se me ocurre algo yo le llamo, ¿de acuerdo?Y ahí estaba, haciendo lo mismo que habría hecho Liv —y que en verdad había hecho—. Me escabullí por la ventana de atrás y me encontré sola en la noche.
La oscuridad era muy cerrada, a pesar de las lámparas que se encontraban a cada tanto. Era como si la noche quisiera intencionalmente complicarme las cosas en lugar de ayudarme, como solía decir Olivia.
«Y ahora —pensé intentando no reírme porque, bueno, me encontraba en medio de la noche buscando a mi amiga, quien intentaba llegar a la casa de un niño potencialmente peligroso— empiezo a sonar como ella».
No paraba de hacerme preguntas una y otra vez, incluso en voz alta: ¿dónde podría estar Olivia?, ¿qué era tan importante para hacerla salir?, ¿por qué la obsesión con el niño aquel?
Todo este tiempo Liv se había comportado muy extraño, pero ahora empezaba a entenderla, al menos en parte. Ahí, en medio de la noche y sin respuestas, mi mente se llenaba de dudas y de curiosidad, incluso de temor ante lo desconocido. La diferencia entre mi amiga y yo, es que yo estaba corriendo para ayudar a una persona que era importante para mí, en cambio los motivos de Olivia me resultaban un misterio muy difícil de comprender.
Entre más me acercaba a la casa verde, andando de prisa hacia la esquina de Olmo y Montecillo, más podía a sentir la locura saliendo de ella. Seguramente todos han experimentado lo mismo alguna vez: esa sensación de que unos ojos te observan, el escalofrío en la espalda y el estremecimiento en el estómago.
Casi podía verlos en la oscuridad. Ojos brillantes que acechaban un poco más adelante y, cerca de ellos, una silueta alta que se encorvaba mientras hacía curiosos movimientos estilo ninja.
«Allá va la verdadera loca del pueblo», pensé sin quitar la vista de la inconfundible Olivia en pleno personaje de chica espía. Quizá era la persona más inteligente del vecindario, pero a veces podía comportarse igual que una niña pequeña.
Entonces se detuvo.
Completamente inexpresiva, se quedó de pie bajo un faro que le iluminaba, petrificada frente a la casa de Hugo quien, poco a poco, salió al jardín con movimientos lentos y delicados.
Me acerqué un par de pasos más y distinguí unas manchas oscuras en la ropa del pequeño, que no dejaba de sonreír de forma extraña y con los ojos muy abiertos.
Pude ver cómo Olivia movía sus manos y parecía decir algo, a lo que Hugo reaccionó dando un pequeño salto hacia atrás para luego correr hacia un árbol en el jardín.
—¡Liv! —grité por fin, asustada.
Apenas fue un segundo. Olivia volteó hacia mí y, detrás de ella, los ojos que había visto antes se acercaron.
—¡Oli! —gritó la pequeña niña delgada a quien pertenecían en realidad aquellos ojos.
Olivia giró hacia ella y luego las tres dirigimos las miradas aterrorizadas hacia el niño que saltaba la cerca del jardín con agilidad felina y alzando un objeto en su mano, corriendo en dirección a la pequeña.
Hubo un grito agudo y luego la noche se oscureció de verdad.
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¡Saludos desde la casa verde!
Normalmente no utilizo este espacio para interactuar de esta manera pero, acercándonos tanto al final, me gustaría que me contaran un par de cosas.
Ya sea lo qué opinan de la obra, cómo se imaginan a los personajes, qué creen que pase en realidad o cualquier cosa que se les ocurra.
Hace unos días leí un par de capítulos ante algunas personas y hubo quienes se formaron teorías bastante locas —aunque no del todo equivocadas—, así que se me ocurrió abrir este pequeño momento de diálogo.
Espero que se animen y charlemos un poco. ;)
Sin más por el momento: «¡que tengan buen viaje y grandes aventuras!».
Ismael Vargas - Osiris.
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Hugo, el loco
Mystery / ThrillerUn misterio se esconde en la casa verde que se encuentra en la esquina de Olmo y Montecillo. Los rumores sobre un niño desequilibrado y peligroso recorren la ciudad como tantas otras leyendas urbanas, con la diferencia de que esta es real. Muchas pe...