Sin más preámbulo, les dejo un fragmento de la siguiente parte de esta historia.
Espero que lo disfruten.
«La locura se quedó en esta casa y me estoy infectando con ella cada vez más», pensé mientras intentaba alejar los recuerdos del pasado con un movimiento de la mano, agitando las pequeñas partículas blancas en el haz de luz.
Sentí nuevamente los pasos de la locura por mi cabeza y a lo lejos llegó un susurro insistiendo en que me dejara llevar por la obsesión, pero en lugar de eso crucé el umbral con la vista clavada en el piso, temerosa de levantar la mirada por lo que pudiera encontrar. Caminé hacia las escaleras, cuyo tapiz decolorado se caía a jirones debido a los años de abandono. Escalón tras escalón intentaba llegar a la puerta principal, respirando despacio para controlar el impulso de voltear a ver sobre mi hombro y el terror que me recorría la espalda como un escalofrío.
El aire parecía volverse más denso a cada instante, dificultándome el respirar y haciendo que perdiera por un momento el paso, sujetándome a tiempo de la misma barandilla medio desvencijada a la que me aferré aquella noche en que había entrado a esa casa por primera vez y, finalmente, no pude resistirlo más.
Ya no era el chillido obsesivo de la rata ni la pausada voz quienes trataban de hacerme volver, sino el más puro instinto de supervivencia, gritándome que alguien estaba en la casa, observándome desde lo más alto de la escalera.
Levanté la mirada hasta la parte superior y creí que me desplomaría sin remedio al encontrarme con un jovencito delgado, de unos veinte años, con los ojos muy abiertos y una sonrisa en su rostro, cuyo aroma despertaba en mi boca seca el sabor metálico de la sangre.
—No deberías estar aquí —dije dominando de algún modo mi voz que, sin embargo, sonaba bastante áspera—. No puedes.
La mirada que me observaba de regreso tenía algo extraño, una especie de luz pálida que siempre me intrigó en mi época de adolescente, cuando él era sólo un niño.
—¿Por qué no? —preguntó el chico de cabellos negros con el mismo hablar lento de antes y sin quitar la sonrisa de sus labios—. Esta es mi casa, después de todo.
—No puedes —respondí obligándome a respirar despacio mientras mi entorno empezaba a difuminarse— porque estás muerto.
**SIGUE EN: LAS HIJAS DE LA LOCURA**
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Hugo, el loco
غموض / إثارةUn misterio se esconde en la casa verde que se encuentra en la esquina de Olmo y Montecillo. Los rumores sobre un niño desequilibrado y peligroso recorren la ciudad como tantas otras leyendas urbanas, con la diferencia de que esta es real. Muchas pe...