¡Auch!

503 13 1
                                    


Ya ha pasado una semana desde lo ocurrido en la fiesta.

No dejo de pensar en él, en sus ojos, todavía me queman los lugares en donde me tocó.

Estoy tan enamorada de él que duele hasta respirar. Pero lo que me hizo en la fiesta después de haberme tocado como lo hizo, ningún hombre me había manoseado ni mucho menos haber visto mi feminidad de esa manera, solo uno y ese es el ginecólogo.
Pero Ares se pasó de la raya. Tengo que vengarme, me dejo tirada llorando, ni una caricia ni nada solo fue lujuria.

— hana, ahora nos toca mates no? — me pregunto leila.
— si... — le dije en un susurro.
— hana, cariño no te martirices por lo que pasó en la fiesta de Iván— me dijo acariciando mi cabello.
— está bien leila, pero tenemos que hacer algo y tú lo sabes, no podemos dejar esto así.— le dije.
— ya pensaremos en algo, tu tranquila que seguro se me ocurre cualquier locura, pero tenlo por seguro que esta guerra la ganamos nosotras— me dijo sonriendo pícaramente.

Al cabo de un rato cuando acabó la hora de matemáticas, fuimos al comedor.
Y por supuesto ahí estaba él.

Sin duda no lo mire pero tenía a leila para que me informara de todo.

—Hana no te asustes pero ahí viene tu galán directo a nosotras— dijo leila un tanto nerviosa.
— ¿QUE? — le dije casi gritando.

Iba a decirle algo más pero ya era demasiado tarde.

— gatita, como has estado? — me dijo mientras enterraba su cara en mi cabello.

Pude sentir como aspiro mi aroma, casi me desmayo.

— b-bien y tu? — le dije intentando sonar tranquila, pero mis manos me delataban.

— pequeña, hoy voy a ir a tu casa, espero que estés lista para lo que viene — me dijo con una risa ronca.

Lo fulmine con la mirada y le solté.
— no creo que pueda jugar contigo mucho tiempo, hoy tengo una cita — le dije recalcando "cita".

Pude ver cómo leila hizo un O con su boca y Ares puso los ojos como platos.

— ¿una cita? JA y con quien? — dijo riéndose con burla.

Estaba temblando que iba a decir, en realidad no tenía ninguna cita, que decía, que hacía, Dios la e cagado.

— Conmigo — dijo una cuarta voz.

Todos nos giramos hacia dónde provenía el sonido de aquella masculina fama. Casi se me sale un grito.

Era un rubio que estaba buenísimo, unos labios, unos ojos verdes, en definitiva HERMOSO.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
ARESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora