IX. Alexa

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–¿Qué? –Molesto. –Eso no puede ser, Alexa no se irá con ustedes.

–¿Con quién no me iré, Mich? –Apareciendo en la puerta. –¿Tú? Vete de aquí, Cisneros. No quiero verte. Eres un traidor. –Dando media vuelta para irse.

Luciano se fue detrás de ella. –Espera, Ale, por favor.

–Creo que esto tardará un poco en arreglarse, ¿tú no?

Inés sonrió. –Si lo intenta hacer él, tenlo por seguro.

Ambos rieron y se dirigieron a la sala para platicar.

–¿Cómo estás?

–No lo sé. Han sido días difíciles.

–Vi las imágenes de la boda en internet. Eres tema de conversación –la miró con pena.

–No me mires con lástima, ¿quieres? –Algo incómoda. –Ya ha sido suficiente.

–Perdón. No era mi intención. –Suspiró. –Es sólo que... esto nos afecta a todos.

–Estoy consciente de eso, Mich, pero no ha sido mi culpa. No sé qué fue lo que salió mal. No entiendo qué hace Victoriano en Manhattan.

–¿Es en serio tu pregunta, Inesita? –Sorprendido. –Victoriano es un hombre enamorado. No existe otra explicación.

–¿Enamorado? Eso es imposible y ambos lo sabemos. –Suspiró.

–No... de eso te quieres convencer tú pero ambos sabemos que no es imposible y que por esa razón está en Manhattan. Victoriano fue a buscarte a la boda y la impidió. ¿De verdad crees que sería por control el humillarse de esa forma?

Inés sólo lo miró.

–Mira Inés, realmente no sé cuál es tu plan en la vida ni qué es lo que realmente quieres pero deberías plantear muy bien cómo vas a manejar las cosas con Luciano y con Victoriano porque un paso en falso te va a hacer pedazos.

En ese momento Inés no pudo replicar porque Luciano apareció. –¿Quieres intentarlo? –Dirigiéndose a Inés. –No logré nada, bueno... un portazo que casi me destroza la cara.

Inés y Michael soltaron una carcajada. Luciano sólo se dejó caer en el sofá mientras Inés se levantaba para dirigirse a hablar con la chica, dejando solos a los hombres en la sala.

Inés llegó a la puerta de la muchacha y no pudo evitar recordar las peleas que Victoriano tenía con Diana cuando tenía la misma edad.

>>Flashback<<

Victoriano estaba muy frustrado en su oficina aventando algunos papeles mientras discutía con su joven esposa.

Vidita, tú tienes la culpa. Diana es muy consentida porque no le niegas absolutamente nada. Deberías ponerle un alto porque no voy a estar permitiendo que me trate así, ¡mira como quedó mi vestido!

Cálmate, Deborah. Si el problema es el vestido, puedes comprarte otro o los que sean necesarios pero no te metas con mi hija.

Deborah lo fulminó con la mirada y salió del lugar echa una furia. Inés se encontraba observando a distancia y cuando creyó prudente, entró a la habitación.

¿Todo bien, patrón?

No, Inés. Diana volvió a hacer sus majaderías con Deborah Suspiró exhausto. No sé qué le pasa a esa muchacha. No entiende razones.

Iré a hablar con ella. Verá que se le pasa.

No, no te preocupes. Ella no entenderá razones, desde que entró a la adolescencia no conoce reglas ni límites pero se los voy a enseñar.

Esclava del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora