XLI. Señuelo

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¡Hola! Después de un largo tiempo de muchos cambios en mi vida, regreso con este capítulo que espero les agrade. Les prometí no dejar la historia sin final y aquí vamos de vuelta.

DISFRUTEN SU LECTURA, NOS ACERCAMOS AL FINAL...

–No te estoy entendiendo muy bien –señaló Inés nerviosa–, ¿tú quieres ayudar a Victoriano?

–No... a quien le quiero ayudar es a ti –reconoció–, me he portado muy mal contigo y él... es un idiota, pero es el idiota que tú amas –sonriendo.

–¿Sabes que tu propuesta es una locura, verdad? –Expresó Bernarda–. Loreto no es ningún tonto y puede ser fatal si se da cuenta, nos pondríamos todas en riesgo.

–Es un riesgo que vamos a tener que correr... si lo pensamos un poco, Héctor tiene razón –intervino Paulina–, Loreto no sospecha nada de nosotras... además, si somos honestas, si Inés se queda, es más fácil que Loreto piense que sigue buscando las pruebas y así, Héctor puede hacer todo sin problemas en México.

Inés se quedó pensativa por unos instantes. –¿Tú realmente puedes prometerme que vas a sacar a Victoriano de ese problema y de pisar la prisión? –Incrédula y desconfiada.

Héctor la tomó de las manos. –Tienes mi palabra... ya te lo dije, me he equivocado demasiado y no quiero seguirte haciendo daño, además, es una forma de demostrarle a mi hijo que no soy un monstruo.

–Me preocupa que te expongas de esa forma –reconoció Inés levantándose a abrazarlo–, pero de cierta forma tienes razón... no tenemos otro camino para hacerlo.

–¿Entonces...? –Cuestionó Héctor.

–Habrá que gestionar todo para que funcione y rogarle a la vida que las cosas no salgan mal –sentenció Bernarda.

*México*

*Departamento*

Victoriano llevaba horas dando vueltas como león enjaulado. La angustia por no saber nada de Inés, lo estaba matando.

–Necesitas calmarte, Victoriano –le pidió doña Elena.

–¿Cómo me voy a calmar? –Nervioso–. Loreto es un desgraciado y estoy convencido que no se va a detener ante nada, ese infeliz es capaz de matar a Inés con tal de no dejarla con nadie más.

En ese momento entró Alejandro, acompañado de Diana. –¿Qué pasa con mi mamá?

–Nada, Alejandro, no te preocupes –intentando disimular.

–¿Otra vez con mentiras? –Cuestionó Diana con enfado.

Elena y Victoriano se miraron contrariados, no sabían si sería prudente decirles, al final, ellos estaban molestos con Inés.

–No se trata de eso, muchachos –señaló Elena–, es algo que realmente no tienen por qué saber.

–Ah, ¿no?, ¿aunque se trate de mi madre no tengo derecho? –Reclamó Alejandro.

–Está bien, ¿quieren saber? Inés está desaparecida con Loreto pisándole los talones y tenemos miedo de no volverla a ver, ahora, si nos disculpan, no estamos de humor para escuchar comentarios estúpidos de su parte –sentenció Victoriano.

Ambos se quedaron en shock por unos instantes procesando lo que acababan de escuchar. ¿Inés en peligro? Un escalofrío les recorrió el cuerpo.

–¿Es una broma? –Cuestionó Alejandro nervioso.

–¿Te parece que tengo cara de que sea una broma? –Replicó Victoriano con ironía.

Los muchachos se quedaron en silencio por unos instantes, pensativos y nerviosos. Alejandro conocía muy bien a Loreto y sabía que era un infeliz capaz de todo, pero también sabía que amaba a Inés... –¿No piensas hacer nada?

Esclava del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora