Capítulo II. El inicio del fin

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Victoriano no pudo más y se adentró en el lugar hecho una furia, tomando a Loreto desprevenido y golpeándolo. Detrás de él entraron Artemio, Benigno y Emiliano. Este último se dirigió a su madre, quien estaba en shock, y la abrazó hacia él mientras Artemio y Benigno separaban a Victoriano de Loreto.

–¡Infeliz, malnacido! –Le gritó Victoriano. –¿Dónde está ese bebé, qué hiciste con él?

Loreto se limpió la sangre del rostro con la manga de su camisa y lo miró retador. Aún no se había percatado de la presencia de Emiliano.

–Jamás diré una palabra más. Nunca sabrás quién es o qué fue de ese bebé. –Con alegría. –Así como tú me quitaste lo que yo más amaba, ahora te devuelvo el favor, Victoriano.

Victoriano se retorcía entre los brazos de Artemio para zafarse. –Eres un desgraciado pero te juro que te vas a arrepentir de esto, ¡lo vas a pagar muy caro!

–Tus amenazas son sólo eso, ¡amenazas! –Se burló. –No te tengo miedo.

–¡Esto es el colmo! –Expresó Emiliano con enfado y decepción. –Eres un desgraciado, ¡jamás debí escucharte!, mi madre tenía razón. No quiero volver a verte en lo que me resta de vida, Loreto Guzmán. Para mí, tú no eres nada.

Loreto sintió un balde de agua fría. ¡No podía perder a su hijo!

–Hijo...

–¡JAMÁS ME VUELVAS A LLAMAR ASÍ, TÚ NO ERES NADA MÍO! –Le gritó con furia. –Aléjate de nosotros si es que tienes un poco de dignidad y de cariño hacia a mí. –Ayudó a su madre para dirigirse a la salida. –¡Ah! –Volteó –y no te molestes en decirnos nada, créeme que nosotros solos encontraremos a mi hermano.

Emiliano salió de ahí con su madre en shock. Inés estaba perdida y temblorosa. Sentía que todo le daba vueltas y que en cualquier momento se desvanecería. Emiliano la dejó recargarse un momento antes de continuar.

Mientras adentro, Victoriano miró a Loreto y con una sonrisa altiva en el rostro le dijo. –Estamos a mano.

Salió de ahí seguido por Loreto quien fue detenido por Artemio y Benigno. Justo en ese momento, Inés se desvaneció en brazos de Emiliano. Victoriano se acercó a ellos y le pidió a Emiliano que lo dejara llevar a Inés hasta la camioneta.

El muchacho accedió sin protestas y salieron del lugar sin Benigno ni Artemio. Aldo seguía esperando abajo como le indicara Victoriano minutos antes. Subieron en esa camioneta y se dirigieron a la hacienda.

Artemio y Benigno bajaron unos minutos después y se marcharon en la otra camioneta. Mientras tanto, Loreto maldecía por dentro y planeaba cómo vengarse de ellos.

*Paralelamente, Hacienda*

Diana, Constanza y Casandra se encontraban sentadas en la sala, sumergidas en sus pensamientos y preocupadas por Inés.

–¿Qué le habrá pasado a mi nani? –Cuestionó Connie.

–No lo sé pero ya lleva varias semanas con un humor bastante alterado –respondió Casandra pensativa –principalmente con papá.

–Pues para ser precisas, desde que mi tía llegó a la hacienda, las cosas han ido de mal en peor –pensó Diana.

–Tal vez sean sólo coincidencias, no seamos paranoicas, verán que cuando mi nani regrese, todo estará bien. –Aseguró Connie.

Sin embargo, la entrada de Emiliano y Victoriano con Inés en brazos, las alteró mucho más.

–¿Qué le pasó a mi nani? –Se acercó alterada.

Esclava del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora