XLIII. Caos

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Por fin de vuelta, aquí les traigo el siguiente capítulo, esto se va a poner bueno...

¡DISFRUTEN SU LECTURA!

–¡Maldita sea, se los dije! Algo iba a salir mal –desesperado.

–Intentamos detenerlos, pero no lo logramos, perdónanos, Héctor, te juro que de verdad hicimos todo lo que pudimos, pero nos superaban en número por demasiado –suplicó Paulina.

–Lo sé... esto era algo que sabíamos que podía pasar, además, después de verlas con ese desastre de vidrios y sangre por todos lados me puedo imaginar la pelea que hubo ahí.

–Fue horrible, Héctor, no sabes la angustia de ver que no pudimos hacer nada y que ese desgraciado se la llevaba –con los ojos cristalizados.

Él suspiró con angustia. –¿Qué tan grave es la situación en realidad?, y quiero que sean honestas –exigió.

–Mucho –replicó Bernarda–, Osvaldo no se va a tentar el corazón para matarla si Inés no coopera o si Loreto se lo pide. Las cosas dieron un giro de 360 grados y creo que lo ideal sería recurrir a México por ayuda, solos no vamos a poder.

–¡Pero qué demonios les vamos a decir! –Desesperado y con los ojos cristalizados–. Se suponía que yo tenía a salvo a mi hermana –dolido–, también a ella le he fallado... lo peor es que, actuado o no, la última vez que nos vimos nos dijimos cosas horribles y me siento fatal.

–No le has fallado, cálmate –señaló Paulina–, mira... no quiero ser negativa, pero realmente siento que en esto hay más culpa de Inés que de todos nosotros, ella sabía en lo que se metía cuando quiso destruir a Loreto y seguramente también encontrará la manera de mantenerse a salvo con mentiras para comprarnos tiempo para poder ayudarla.

–Eso espero porque tengo mucho miedo de perderla para siempre y ella merece ser feliz, han sido tantos años con problemas, mentiras y tanto sufrimiento que ya esto debe terminar definitivamente, ella merece ser feliz.

–Lo sé, todos pensamos lo mismo, pero si realmente ese es tu deseo, vas a necesitar hablar de frente con Victoriano y pedirle apoyo –le dijo Bernarda.

–No, todavía no trago a ese desgraciado y mi hijo... no me va a aceptar –abrumado.

–Tu hijo te aprenderá a querer con el tiempo, piensa un poco, Héctor, tu mejor arma es llevarte bien con Victoriano y arreglar las cosas con Carolina –sugirió Paulina.

Él la miró pensativo, quizá tuviera razón, pero en ese momento había prioridades más urgentes.

–¿Tendremos algún tiempo límite para buscar a Inés y encontrarla con bien? –cuestionó Héctor con nerviosismo.

–Lo único que sé y que puedo decirte es que tenemos menos de 72 horas para encontrarla si todo está en manos de Osvaldo, ese hombre tiene una gran habilidad para desaparecer como si la tierra se lo hubiera tragado.

–Eso no me está dando nada de esperanza... ¿qué explicaciones vamos a dar en México? –Nervioso.

–No lo sé... primero hay que regresar y ver si ellos tienen algún tipo de noticia o de información sobre el paradero de Inés, posiblemente haya existido comunicación o algo, ¿no crees?

–Quizá tengan razón, pero de momento ustedes no pueden viajar a ningún lado –les recordó.

–Tal vez podamos gestionar un vuelo privado con un médico abordo, tú sabes que con dinero eso se arregla, lo importante es llegar a México y hablar con Eugenia, esa mujer seguramente tiene información o sabe dónde conseguirla, ella tenía acceso a todo el mundo criminal de Loreto y, probablemente, de Osvaldo –señaló Bernarda.

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