XXI. ¿Realmente quieres a mi hija?

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*Más sorpresitas en este capítulo. Espero que sea de su agrado.*

DISFRUTEN SU LECTURA...

Esa noche, Lis aceptó que Eugenia viviera con ella siempre y cuando tuvieran todo el cuidado y la discreción necesaria para que nadie más los descubriera. Una vez terminada la reunión, ellas salieron por la parte trasera del hotel mientras Luciano e Inés abordaban el auto por la principal y se dirigían de regreso a casa.

*Mañana siguiente*

*Departamento de Diana Elisa*

Victoriano no había podido pegar el ojo en toda la noche. Primero, porque la idea de imaginar a Inés en brazos de su marido, lo consumía por dentro y, segundo, porque era la primera vez que veía dormir a sus hijos a su lado.

–¿Pasaste toda la noche aquí con ellos? –Entró Diana al cuarto de los niños que habían acondicionado para esas cuestiones.

–No pude evitarlo, es la primera vez que los veo dormir.

–No me salgas con eso, tú no pudiste dormir por pensar en Inés, ¿verdad?

Victoriano la miró en silencio y se levantó hacia la ventana. –Quisiera decirte que no pero sería mentirte. La situación me sobrepasa.

–No es algo nuevo, estabas consciente de eso. Lo mejor que puedes hacer es no decirle nada al respecto y seguir con nuestro plan. No dejes que nada te afecte porque terminarás con todo si decides hacer algo mal.

–Estoy consciente de eso, Elisa, pero no soy de piedra.

–Lo sé –le puso una mano sobre el hombro –, la situación es muy difícil pero vas a estar bien. Todo va a salir muy bien. Ella regresará contigo, no lo dudes.

–Ruego porque tengas razón.

*Corporativo RH*

Camila estaba en la oficina cuando su secretaria le informó de la presencia de doña Elena. Camila se sorprendió de saber que la estaba visitando pero accedió a recibirla como siempre.

–Doña Elena, ¿qué la trae por aquí? –Le dio un beso en la mejilla.

–Hola, Camila –correspondiendo al beso. –Quiero hablar contigo sobre Inés.

–¿Qué sucede con mi amiga?

–Eso mismo quiero que me digas y no voy a aceptar un no por respuesta. –Camila la miró sorprendida y nerviosa. –Sé perfectamente que Diana Elisa y tú saben algo más de lo que aparentan y necesito saberlo.

–¡Ay, doña Elena, qué cosas dice! –Nerviosa. –No le estamos escondiendo o aparentando nada.

–Camila, no soy estúpida. No intentes convencerme de eso porque ambas sabemos perfectamente que mi hija tiene la vida de cabeza desde la llegada de ese hombre que irrumpió en la boda.

Camila suspiró. –De verdad no sé más de lo que usted ha visto o escuchado.

–Pero la conoces y tienes un sexto sentido. Hay cosas que yo no he visto ni he escuchado y tú sí.

Resignada. –¿Para qué quiere saberlo?

–Me duele pensar que mi hija no es feliz, Camila. Sé que suena extraño porque normalmente no digo una sola palabra y apoyo todo lo que Héctor y mi marido dicen pero sé que no es justo. –Suspiró. –Por favor, Camila, si sabes algo dímelo.

–No tengo nada claro todavía, doña Elena, pero sí estoy segura del amor que Inés sigue sintiendo por ese imbécil. No sé si haya algo entre ellos pero me preocupa que mi amiga salga lastimada. Nunca he tratado a Santos pero no tengo muy buenas referencias suyas. –Suspiró. –Mire... si quiere mi consejo, búsquelo e interróguelo. Seguramente él le dará más información que yo.

Esclava del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora