XX. Eugenia Villarroel

872 100 12
                                    

*Hola. Aquí traigo un nuevo capítulo con un salto en el tiempo, daremos pequeñas explicaciones a sus dudas de qué pasó en los cinco años y después, retomaremos el curso que llevábamos.*

DISFRUTEN SU LECTURA...

<<<<<<<<<>>>>>>>>>  

*Cinco años atrás*

Una mujer de cabello rojizo corría por la calle. El vientre de cerca de seis meses sobresalía entre la sudadera holgada que portaba. Su respiración era agitada y nerviosa. Miró hacia todos lados buscando un escondite y la dirección que había conseguido. Siguió corriendo por un par de cuadras más y lo encontró. Frente a ella se elevaba el edificio de su salvación o, por lo menos, eso esperaba.

Llegó a la entrada principal y esperó hasta que una distracción sacara al portero de su sitio, se coló en la construcción y subió por el ascensor hasta el último piso, el pent-house. Caminó por el pasillo y justo frente a la puerta dudó, por un instante, si no estaría cavando su propia tumba. Respiró profundo y, cuando se disponía a tocar, la puerta se abrió, revelando la figura que ella buscaba.

La mujer de cabello oscuro la miró sin palabras, estaba en shock. Se quedaron en silencio por un par de segundos hasta que la pelirroja habló.

Inés...

La interrumpió. –¿Cómo me encontraste, Débora? –Reaccionando a la defensiva. –¿Qué demonios haces aquí? ¡Lárgate o llamo a seguridad!

–No, por favor –suplicante. –Te lo ruego, Inés. Sólo pido unos minutos. Te prometo que valdrán cada segundo.

–¿Por qué habría de escuchar a una víbora como tú?

–Porque Victoriano te necesita más que nunca y porque yo necesito tu ayuda. Estoy dispuesta a darte lo que necesitas para ayudarlo a cambio de tu ayuda.

Inés la miró dubitativa. Se suponía que Victoriano era un recuerdo y no regresaría nunca con él pero, ¿por qué la necesitaría?

–Mira... sé que no merezco ni un segundo de tu tiempo pero estoy desesperada y sé bien que eres la única persona capaz de ayudarme. Te lo ruego, Inés. No lo hagas por mí, hazlo por el bebé que espero y que no tiene la culpa de nada.

–El hijo de Victoriano –con dolor.

–No. En eso te equivocas, no es su hijo.

–¿Qué? –Desconcertada.

–Regálame sólo cinco minutos para explicarte todo.

Inés la observó con detenimiento. No quedaba nada de la mujer que había dejado en la Hacienda cuatro meses atrás. El cabello estaba reseco, su piel se veía demacrada y su aspecto denotaba que tenía un par de días sin asearse. Suspiró profundo y asintió. Se apartó un poco y Deborah entró.

–Tu tiempo comienza a correr. –Con dureza.

–Bien. –Suspiró. –Victoriano fue detenido hace tres meses y se le condenó ayer a pagar por homicidio, robo y fraude. –Inés la miró con sorpresa. –Ambas sabemos que Loreto orquestó todo eso y que yo le ayudé pero, en este momento, las cosas cambiaron y yo necesito de alguien que me proteja.

–¿Por qué crees que yo protegería a la mujer que me hizo tanto daño?

–Porque te puedo dar todo lo que necesitas para demostrar la inocencia de Victoriano y para destruir a Loreto. Además, en mis manos hay información muy poderosa que vas a apreciar tener.

Esclava del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora