*¡Hola! Lamento la demora pero estoy en proceso de titulación y ha sido muy complicado darme tiempo para escribir. Hoy les traigo un nuevo capítulo y les pido paciencia, pronto estaré más activa.*
DISFRUTEN SU LECTURA...
Victoriano se quedó desconcertado. No entendió por qué había cortado la llamada tan abruptamente pero supuso que algo había pasado y que probablemente Connie se lo contaría después.
En ese momento, sus pensamientos se vieron interrumpidos por la llamada a la puerta. Eran sus amazonas acompañadas de Santiago.
–¿Qué hacen aquí tan tarde?, ¿no estaban muy cansados?
–Queremos platicar contigo –explicó Santiago.
–¿Es posible? –Cuestionó Diana.
–Saben que sí –aceptó Victoriano curioso–, ¿de qué quieren platicar?
–Bueno queremos cuestionarte... –señaló Casandra nerviosa– ¿realmente estás dispuesto a regresar con Inés a pesar de todo?
Él suspiró. Sería una noche complicada...
*Hospital*
Inés se dirigió a la sala donde se encontraban Eugenia, Florencia y el resto. Su mente daba mil vueltas al asunto pensando cómo figurar lo que acababa de recordar.
–¿Qué pasó con Connie? –Le preguntó Eugenia.
–Las cosas se solucionaron positivamente pero necesito un favor urgente –un poco agitada.
–¿Qué pasa, Inés? –Desconcertada y preocupada–. ¿Qué necesitas?
–¿Pueden entregarle su celular a Connie? –Extendiéndoselo–, lo que pasa es que estaba hablando con mi madre y entró una llamada en el mío de la hacienda.
–¿Qué ocurre? ¿Está todo bien en la hacienda? –Cuestionó Flor curiosa.
–Jacinta no me supo explicar bien –mintiendo–, sólo me pidió que me presentara porque había unos oficiales buscándome.
–No pues te acompaño –sugirió Eugenia–, no puedes ir sola porque...
Inés la interrumpió. –No, de ninguna manera –tajante–. Quiero que te quedes aquí cuidando de tu hijo y de los otros dos enfermos –le pidió–. Sé que te preocupas por mí y te lo agradezco pero dadas las circunstancias, prefiero que todos se queden aquí.
–¡Nombre, cómo cree Inesita! –Exclamó Artemio–. Uste' no se puede ir sola hasta la hacienda.
–Por favor, es mejor si me muevo sola... si salimos muchos vamos a levantar sospechas y lo último que quiero es que Loreto se dé cuenta que he dejado el hospital.
Eugenia se quedó pensativa, no sabía por qué sentía que Inés mentía pero a la vez su argumento tenía sentido.
–Pero no te puedes ir sola, deja que por lo menos Artemio o Benigno te acompañen, Inés –pidió Eugenia.
–No, no. Quiero que ellos se queden a protegerlas a ustedes y a los enfermos –suspiró–, por favor, yo me sé cuidar y voy a estar bien.
Los cuatro la observaron preocupados pero decidieron creerle y darle un voto de confianza. –Está bien, Inés, sólo mantente en contacto y cualquier cosa nos avisas, ¿de acuerdo? –Le pidió Eugenia.
–Prometido –sonriéndole.
Se despidieron brevemente e Inés salió del hospital con rumbo, realmente, desconocido.
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Esclava del Silencio
Fiksi PenggemarLa vida suele burlarse de nosotros de múltiples formas y, muchas veces, es imposible detenerla. La situación se complica aún más cuando el amor se inmiscuye en el camino de la vida porque puede terminar en fatalidad. Precisamente, esta historia...