XLVII. Mi vida por ti

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*¡Hola! Estamos en la recta final de esta historia, espero que disfruten este nuevo cap*


*Mañana siguiente*

*Hospital Dar El Shafaa, 24 horas después del secuestro*

Aldo estaba sentado en la sala de espera del hospital cuando, de momento, las figuras de Osvaldo y Loreto se pintaron por el pasillo caminando hacia él.

–¿Cómo va esa mujerzuela? –Cuestionó Osvaldo indiferente.

–Pos' muy mal, patrón, el médico dice que no sabe si la va a contar, pero...–señaló.

Lo interrumpió. –¡Maldita sea! –Exclamó Loreto furioso–. ¡No se puede morir!

–Vamo' a calmarnos, patrón –pidió Aldo–, deje terminar de contarle, yo hablé con el doctor y él hará todo por mantenerla con vida.

–Muchacho, no te estreses, el galeno sabe su jale y si dijo que hará todo porque no se muera, pues habrá que creerle, no hay otra... además, si se muere también ganamos –señaló Osvaldo con cautela– porque tú deseas ver sufrir a Victoriano, ¿o no?

–Sí, sin duda –con asco–, lo que más deseo es ver sufrir a ese infeliz, pero también quiero verla sufrir a ella –con dolor–, se lo merece por haberme traicionado y la muerte es un gran regalo –sentenció.

–Vamos a ser pacientes, hijo, por el momento no podemos hacer nada más que esperar, además, tú y yo tenemos que buscar el sitio al que nos iremos cuando ella salga del hospital porque no podemos permanecer en Egipto con ella, la encontrarían en algún punto por Débora –le recordó.

–En eso tienes razón, papá –pensativo.

–En ese caso, lo mejor es irnos a organizar todo mientras tú –señalando a Aldo– te haces cargo de que todo salga como esperamos y si sobrevive te daremos instrucciones para que nos alcancen, pero si se muere, le informas a la familia –sonriendo–, ¿entendido?

–Sí, patrón, lo que ustedes me indiquen –sonriendo por igual.

Osvaldo y Loreto salieron del lugar sin imaginarse todo lo que iba a suceder con su partida. Mientras tanto, Aldo empezó a gestionar el viaje de mercancías que ayudaría a escapar a Victoriano e Inés de Egipto, mientras esperaba una larga noche de noticias.

A la mañana siguiente, Emir salió a buscar a Aldo.

–¿Cómo pasó la noche?, ¿todo bien? –Preguntó angustiado–, por favor, dime que todo salió bien.

–Tranquilo, Aldo, ella ha pasado la noche y el bebé está estable, al parecer va a resistir lo suficiente para poder viajar. Ahora dime, ¿qué piensas hacer?

–No lo sé... quizá mentirle a Loreto y decirle que ella sigue muy grave y que el pronóstico sigue siendo reservado, pero que siguen intentando salvarla. Eso me hará ganar tiempo.

–Pues ten cuidado, no sea que desates una guerra en mi hospital.

–Descuida, yo me encargo.

Aldo marcó al número que Loreto le había dado. –Patrón, el doctor salió a darme informes hace un momento, todavía no sale del peligro y puede morir, me dijeron que debe seguir en el hospital monitoreada, ¿qué quiere que haga? –Lo más convincente posible.

–Maldita sea... no pues si se puede morir todavía, pero también hay esperanza, haremos lo que el doctor ese diga, no te muevas del hospital y una vez que ella esté estable te vuelves a comunicar conmigo, pero solo hasta que ya haya pasado el peligro y pueda viajar, ¿entendido?

Esclava del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora