Esclava del Silencio

XXVIII. Inesperados Lazos de Sangre

*¡Hola! Estoy de regreso con un capítulo más. Les tengo preparada una sorpresa tremenda. ¡Por fin logré hilar cómo va el pasado de esta historia para que tenga coherencia! Hoy vemos el regreso de Loreto a la historia y de paso, les doy un pequeñísimo adelanto de la relación de Inés con Loreto y con su familia desaparecida por años. ¡Se van a sorprender! Lo prometido es deuda y comenzamos a explicar y a encaminar la historia al final*

DISFRUTEN SU LECTURA...

*Suecia*

–¿Qué pasó? –Cuestionó su hermana.

–Victoriano se ha llevado a mis hijos fuera del país y nadie tiene idea de dónde pueda estar –abrumada.

–Pero, no entiendo, ¿cómo los sacó del país si se supone que no son sus hijos ante la ley?

–Es que sí lo son... –suspiró– quise hacerles creer que no pero mira a dónde me llevó eso.

–No te preocupes –animándola–, ese hombre es su padre y dudo mucho que los vaya a lastimar.

–Sé que no lo hará pero me preocupa que no me deje volver a verlos... no sé qué esté cruzando por su mente ahora que vio los certificados verdaderos –agobiada.

–Sea lo que sea no vas a adivinarlo y abrumarte de esta forma no va a solucionar nada –suspiró–, lo mejor es que intentes adivinar a dónde puede estar y que te calmes.

–Sí... en eso tienes razón. Ya no hablemos de eso, algo se me tiene que ocurrir pero mejor dime cuáles son las condiciones para que viajes conmigo.

–Quiero que sigas manteniendo la mentira por unos meses más... no estoy segura de querer aparecer. Tengo miedo –reconoció.

Le tomó las manos entre las suyas. –No tienes razones para sentir miedo. Me aseguraré que nadie te haga daño, te lo prometo. Pero estás en tu derecho de pedirme eso así que no me negaré, a ambas nos conviene seguir callando un tiempo más.

–Entonces acompáñame a hacer mi maleta mientras pensamos dónde puede estar ese hombre.

*Madrid, España*

Victoriano se reincorporó con más tranquilidad mientras Carolina lo miraba en silencio. Ambos se quedaron callados por unos instantes mirando al vacío hasta que ella rompió el silencio.

–Victoriano... ¿qué piensas hacer?

–¿Honestamente? No lo sé –suspiró–, por un lado quiero saber qué pasa y por otro tengo miedo de descubrir lo que tanto le aterra decirme.

–¿Te doy un consejo? –Él asintió. –No hagas nada.

–¿Por qué? –Desconcertado. –¿Por qué me pides que no haga nada?, si por algo me lo está ocultando, Caro –mortificado.

–Por esa razón es por la que no debes indagar la verdad. Te conozco tanto como ella y sé que si se está callando es porque teme que al saberlo te vayas, ¿me equivoco? –Él negó. –Entonces, ¿por qué te empeñas en descubrirlo?

–Porque no es justo que me vea la cara de idiota.

–A ver, Santos, te haré una pregunta y quiero la verdad –él asintió–, en el hipotético caso que Inés hubiera cometido todo lo que cometió Eugenia o Loreto contra ti, ¿la perdonarías?

La miró escéptico. –¿Qué dices?

–Sí, contéstame. Pongamos a Inés como la autora de todo lo que hizo Eugenia o Loreto contra ti y tu familia. ¿Serías capaz de perdonarla y seguir con ella?