Dame una oportunidad

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  Me cuesta mucho respirar, estoy muy cansada... Quiero seguir durmiendo, pero algo en mi interior me dice que no debo hacerlo... No sé por qué, pero debo despertar de inmediato. Pero mis ojos están demasiado pesados, debo hacer un tremendo esfuerzo si quiero despertar. Tras un largo tiempo consigo abrir mis ojos con dificultad.



Hay alguien a mi lado, esta con los brazos cruzados en la cama y su cabeza apoyada en ellos mirando en mí dirección, sus ojos me miran fijamente con semblante preocupado, ¿quién es? ¿Marcos? Mi corazón golpea mi pecho con fuerza ilusionado por ver a Marcos. Cierro y abro los ojos con fuerza esforzándome por enfocar, entonces lo veo, es David y no Marcos como esperaba... Es cierto... Marcos me dejó, me abandono y no va a volver. David se levanta rápidamente y sonríe, me esfuerzo por devolverle la sonrisa, pero no termino de estirar mis labios cuando vuelven a fruncirse y comienzo a llorar descontrolada, desconsolada... Extraño a Marcos, al idiota de Marcos, quiero verlo, abrazarlo... Debo ser la persona más estúpida del universo, ¿por qué quiero ver a estúpido que solo supo hacerme daño?



— ¡Por fin despiertas!—dice David aliviado—, no sabes lo preocupado que estuve por ti... ¿Por qué lloras? ¿Aún te sientes mal? Llamare al doctor.



David se para y sale de la habitación, sigo llorando acostada mientras proceso lo que esta pasando, no sé donde estoy ni lo que hago aquí, lo último que recuerdo es haberme desmayado tras abrir la puerta de mi apartamento.



David vuelve a entrar acompañado por el doctor, un hombre de cabello cano y mirada severa. Me observa callado mientras busca una silla para sentarse, encuentra una cerca de él y se sienta frente a mí, suspira ruidosamente antes de hablarme muy serio.



—Isabel, tuviste una fuerte amenaza de aborto.—sus palabras me asustan al punto que dejo de respirar—afortunadamente no ha pasado a mayores, hicimos muchos exámenes mientras estuviste inconsciente y todos salieron normales. Creo que lo que te pasa es psicológico, ¿hay algo que te preocupe o te tenga estresada?—no respondo, y el doctor asiente entendiendo mi silencio— debes hacer todo lo posible por relajarte y olvidarte de los problemas, no es sano para los bebes. Te mandare un reposo absoluto por un par de semanas y luego vuelve para comprobar tu progreso.



Asiento con la cabeza y el doctor se retira dejándome con un nudo en la garganta tan fuerte que amenaza con romperla, a pesar de que me esfuerzo por olvidar a Marcos y el dolor que me causa no lo logro. Ahora incluso le hago daño a los bebes, desearía borrarlo.



—Tranquila, prometo cuidarte—dice David a mi lado sonriendo. No puedo permitir que siga haciendo cosas por mí, ya le debo demasiado.



—No—digo hablando por primera vez desde que desperté, mi voz sale con dificultad y suena muy rasposa—, no es necesario, me quedare con mis padres.



—Preciosa, no es molestia, dejame cuidarte—insiste David casi suplicando, no quiero ser grosera con él, pero tampoco quiero abusar de su amistad—. Prometo no causarte problemas.



Me rindo sin decir nada más y David sonríe ante su victoria, me dan de alta con indicaciones estrictas, sin estrés; sin hacer fuerza; sin caminar más de lo necesario. Las solas indicaciones del doctor logran estresarme, respiro profundo y observo a David quien esta totalmente serio escuchando las indicaciones del doctor, aunque me alegro de tenerlo en el fondo desearía que él fuera Marcos. Nos vamos del hospital y yo continuo en silencio, no sé bien lo que debo decirle a David, solo deseo que vaya a su casa y no causarle molestias, pero sé que él no lo aceptará.

¿Embarazada de mi hermano? (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora