¿Qué demonios le pasa al maldito reloj que no avanza? Ni siquiera los segundos transcurren... Nada. Desde que me obligaron a salir del quirófano ninguna aguja se ha movido en el enorme reloj que tengo al frente.
Quiero salir a decirle a todos como se encuentra Isabel, pero tengo miedo de salir y que salga algún doctor a decirme lo que sucede. Me quedo en el pasillo fuera del quirófano y me siento en el piso con las manos entrelazadas para evitar que tiemblen.
Tengo miedo... Tengo mucho miedo... Si ella muere será mi culpa...
“Ella va a estar bien, ella va a estar bien”. Es lo que me repito una y vez en mi mente intentando calmarme. Pero no puedo, eso no alivia mi temor. Eso no alivia la opresión en mi pecho, soy egoísta, pero no quiero que me deje. Quiero que se quede a mi lado...
Una enfermera sale con la cara totalmente seria, no puedo discernir si su expresión es buena o mala. Contengo la respiración hasta que llega hasta a mí, esperando por alguna razón escuchar la peor.
—Los bebés están bien —dice al llegar hasta mí y me relajo al escuchar esa noticia—, deben pasar algunos días en la incubadora por seguridad. Pero están bien.
— ¿Cómo está Isabel? —pregunto con un hilo de voz, ella me observa con pena y tarde en responder.—Aún está en operación... Ella... Se complicó un poco, —me observa a los ojos y añade— debes ser fuerte.
Y es esa sola frase la que hace que mi miedo crezca, un vacio surge en mi estomago y tengo una sensación extraña rn mi garganta. Como si tuviera vidrios en ella. Vuelvo a mi lugar en el suelo y tomo mi cabeza con desesperación. Esto tiene que ser una pesadilla, era justamente lo que temía y es justamente lo que está pasando.
Otra enfermera me pide los nombres de los bebés, pero prefiero esperar a que Isabel diga los hombres que prefiera. Ella va a estar bien, aunque solo lo piense para tranquilizarme a mí mismo. Entre los dos pensaremos en unos hermosos nombres, y cuidaremos a los bebés. Después de un rato me permiten ver a los bebés aunque aún no hay noticias de Isabel.
Paso a verlos aunque mi cuerpo apenas se mueve, los bebés son hermosos, se ven tiernos e inocentes. Y dentro de mí entiendo por qué mi padre nunca me acusó de la muerte de mi madre, ¿Cómo algo tan frágil e indefenso podría causar la muerte de una persona? Hasta el mismo pensamiento es absurdo. Un bebé no puede hacer eso, y seguramente fué lo que mi padre pensó.
Quizás... Quizás yo no soy el culpable de la muerte... Sólo fueron complicaciones de las que yo no tuve la culpa... Ver a los bebés me hace sentir mejor, lleno de esperanza. Todo va a estár bien. Ver a mis hijos dormir plácidamente me lo confirma.
Una enfermera entra y me pide salir por ahora, vuelvo al pasillo que está fuera del quirófano y comienzo a caminar de un lado a otro con aprensión, ¿hasta cuándo estarán en ese quirófano? Ha pasado media hora desde que salí del quirófano. Aunque ha parecido una eternidad. Un doctor sale del quirófano y se quita la mascarilla.
—Por el momento lo peor ha pasado —dice al llegar a mí—. La pasaran a cuidados intensivos por el momento, podrás verla en unos minutos más.
Suelto todo el aire de los pulmones, sin saber que los tenía llenos de aire siquiera. Es una extraña mezcla de alivio y temor. “Por ahora”, fueron las palabras del doctor, ¿podía ponerse mal en cualquier momento? Dios solo quiero que esté bien. Otros minutos pasan y no logro tranquilizarme, estoy impaciente por ver a Isabel y cerciorarme de que todo estará bien.
Minutos después me permiten entrar a ver a Isabel, esta conectada a diversas máquinas que no paran de hacer ruidos, un pequeño tubo en su naríz la ayuda a respirar. Está palida y se ve más demacrada que nunca. Quiero tomarla en mis brazos y correr con ella lejos de todo, como si eso fuera a solucionar las cosas... Me acerco a ella y sorprendentemente está despierta, me mira con sus ojos muy abiertos y sonríe débilmente.
—La... Lamento... Haberte... Asustado... —La debilidad es evidente en su voz y su rostro.
—No hables, preciosa —digo conteniendo las lágrimas inútilmente, pues en pocos segundos las lágrimas salen de mis ojos sin ningún control.
Ella niega con la cabeza y continúa —Quiero... Decirte que... Te amo —escucharla decir esas palabras me asusta, es como si quisiera decir todo antes de irse— siempre te he amado... Aunque no te lo merecieras... Aunque no lo recordara...
—No hables así, cerebrito... Siento que te despides... No me dejes... No te permito que me dejes —digo desesperado, más lágrimas se unen a las primeras y mis manos tiemblan sin control.
—No te dejaré... Cree en mí... —Isabel cierra los ojos con fuerza como si sintiera un fuerte dolor— quiero dormir... Despertaré pronto...
Y sin decir nada más cerró los ojos, sin embargo los aparatos a su alrededor no se inmutaron, por lo cual me imagino que puedo estár tranquilo. Las enfermeras me sacan de la habitación asegurándome que todo está bien y que no me preocupe. Salgo a ver a los demás y darles noticias de Isabel, antes de salir logro ver mi reflejo. Parezco mucho mayor y me sorprendo de como ha cambiado mi semblante en tan poco tiempo.
Al verme salir todos me atacan con preguntas desesperadas, respondo lo mejor que puedo temiendo desmayarme en cualquier momento. Debo ser fuerte por los bebés, me necesitaran mientras Isabel mejora. Confío en ella, y me siento un tonto por no haber confiado en ella desde un principio, ella pasó por mucho sin mí. Y todo por mis miedos, pero ahora mis miedos no son nada comparados con mis deseos de proteger a mi familia.
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Fin del capítulo!! Tenía mucho tiempo sin actualizar!! Qué tal les pareció el capítulo?? No olviden votar y comentar! Los amoooooooooo =*
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¿Embarazada de mi hermano? (Editando)
Teen FictionTuve que leer la carta de Marcos unas quince veces antes de comprenderla, ¿se fue? Me dejó... Corrección, nos dejó solos... ¿no entiende que lo necesito? ¿Que los bebés lo necesitan? Volver a la universidad embarazada, sola y sin tener idea de lo qu...