¡Despierta, idiota!

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 Desde que me fui los días son largos y agonizantes, trabajo diariamente en el pequeño restaurante. Manuel, mi jefe, es un hombre bastante amable y bonachón, aunque en un principio no estuvo seguro de aceptarme ahora al menos puedo decir que le agrado.


Suele decir que gracias a mí hay más clientes, mis compañeros de trabajo son agradables pero yo no tengo ganas de hablar ni ser amigo de nadie. Mi vida sin Isabel es de un total vacío... Siempre camino por la playa en mi tiempo libre, por alguna razón el clima siempre es nublado, Rose suele decir que el clima siempre es igual y que por eso nunca nadie visita la playa, las personas la encuentran deprimente, y es cierto, pasear por esta playa oscura y sombría no puede sino hacerte sentir con el corazón oprimido.



De nuevo estoy caminando por la orilla de la playa, sentir la arena bajo mis pies es sumamente agradable, está un poco húmeda y fría y ésto logra refrescarme, decido caminar al rompeolas que tengo cerca. Me siento extrañamente ansioso sin saber la razón, ¿qué demonios hago aquí? Me pregunto mientras corro, debería estar con Isabel, yo necesitaba ésto, pero... ¿Para qué? ¿Qué es lo que necesito con tanta desesperación? ¿A qué le tengo tanto miedo? No quiero perderla... Pero creo que mis miedos ya me hicieron perderla...



La sensación bajo mis pies cambia de la suavidad de la arena a la dureza de las rocas, las rocas están tan frías como la arena, pero es un frío distinto, camino sintiéndome pesado, mi garganta me duele, me arde, al igual que mis ojos y mi pecho. Sin motivo aparente comienzo a llorar, con un débil quejido al principio, pero rápidamente se convierte en gemidos agonizantes... Isabel... Isabel... No puedo vivir sin ti... Pero... Pero si mueres debido al embarazo será mi culpa... ¿Cómo vivir cargando esa culpa?



Me llevo una mano al pecho intentando mitigar este dolor agonizante, no puedo soportarlo... Lloro ruidosamente por un tiempo más, hasta que finalmente logro calmarme, caigo de rodillas contra la dura piedra, y aunque es doloroso, no se compara con el dolor en mi pecho.



Escucho pasos tras de mí, quiero estar solo y solo espero que el desconocido no quiera acercarse a mí.



—Marcos, ¿estás bien? —dice la voz de Rose a mis espaldas, escucho que se acerca lentamente, asustada de mi reacción a su cercanía.



—Estoy bien, quiero estar solo —digo cortante, pero ella no se aleja, por el contrario, camina la corta distancia entre nosotros y se agacha de cuclillas a mi lado. Me observa callada por unos segundos y finalmente me toma del mentón para obligarme a verla delicadamente. Los ojos me arden, y mis mejillas están llenas de lágrimas secas. Ella me sonríe con una mezcla de lástima y simpatía.



—Puedes contarme lo que sea, aquí estoy para ayudarte —dice con dulzura, es una chica muy dulce y estoy agradecido por su amistad, pero no quiero hablar.



—Quizás luego —respondo pasando mis manos por mi cara intentando limpiar las lágrimas.



—Entonces, ¿puedo hablar yo? Necesito desahogarme —dice mirando al cielo lleno de nubes mientras suelta mi rostro.



—No creo ser la persona indicada para eso... —replico sonriendo con tristeza.


¿Embarazada de mi hermano? (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora