La carta

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Despierto y observo a Marcos, está durmiendo y luce inquieto, ¡ojalá pudiera alejar sus miedos y preocupaciones! Quiero que vuelva a ser el de siempre, pero él siempre ha sido igual, culpandose por la muerte de su madre, ¿qué puedo hacer? Mi estomago ruge molesto protestando por comida, éstos niños comen demasiado. Es increíble como pudieron esconderse todo éste tiempo, miro mi vientre y no puedo evitar sonreír, estoy tan feliz.

Me levanto y preparo algo de comer mientras veo la hora sorprendida, ¡las seis e la tarde! ¿Habrá algún error? No pude haber dormido tanto. Me acerco a Marcos e intento despertarlo pero es inútil, por más que me esfuerzo él no despierta, tal vez necesita descansar después de una noche tan agitada. Como la comida como si no hubiera un mañana, la desesperación por comida me invade y no puedo creer lo deliciosa que está.

Vuelve a darme sueño y observo a Marcos durmiendo, decido volver a dormir a su lado. Me acuesto y lo observo, sé que cuando se le pase el drama estará tan feliz como yo. Sólo debo darle tiempo... él debe dejar a un lado sus miedos para poder ser una familia. Miles de pensamiento me invaden para finalmente dormirme con la imagen de marcos, los bebés y yo siendo totalmente felices.

Vuelvo a despertar e increíblemente ya es de día. Busco a Marcos por todo el apartamento y no lo encuentro por ningún lado, hasta que un objeto llama mi atención en la mesa de noche, una simple hoja de papel logra hacer que mi corazón dé un vuelco, no sé por qué pero me causa un miedo terrible el sólo verla. Marcos y sus preocupaciones inundan mi mente.

Tomo el papel con la mano temblorosa, respiro hondo mientras llevo la carta a mi campo de visión. La leo y la releo unas quince veces y aún mi cerebro no procesa la información, ¿qué es ésto? Debe ser una broma, Marcos... Marcos no pudo... ¿lo hizo? ¿se fué? ¿nos abandonó?

Algo en ni cabeza hace click mientras todo parece encajar en mi mente. Marcos se fué, me dejó... nos dejó solos... pero... pero yo...

Me siento en la cama con la vista nublada por las lágrimas que comienzan a salir sin permiso de mis ojos, ¿cómo pudo abandonarme? No me importan sus razones, no me importan sus miedos. Yo lo necesito, nuestros hijos lo necesitan. Y él decide irse...

Lloro sin poder controlarme mientras la tristeza, el pánico, la rabia y la impotencia se mezclan en mi pecho oprimiendolo y sin dejarme respirar con normalidad. De mi boca salen quejidos de dolor. “perdóname” decía su carta. Pero era imposible, ¿cómo iba a perdonarlo? Me hirió de una manera realmente horrible, me traicionó, me abandonó sin importarle nada.

Él lo necesitaba, pero yo lo necesito a él. No puedo sola, no quiero hacer ésto sola, no pensé nunca tener que pasar por ésto. Los minutos pasan mientras logro tranquilizarme. ¡No estoy sola! Tengo a mis bebés, no necesito nada más. Marcos se puede joder, no me interesa.

Me levanto de la cama y salgo del apartamento sin llorar, sin importarme nada más. Yo puedo lograr lo que sea si me lo propongo, con o sin Marcos.

¿Embarazada de mi hermano? (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora