No es mi hijo

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Llego a casa pero no me atrevo a entrar, no quiero explicarles a mis padres lo que ha pasado, tontamente no quiero que nadie se entere, me siento avergonzada. Como si todo fuera mi culpa, pero sé que los problemas de Marcos no son mi culpa. Suspiro ruidosamente y toco el puente de mi nariz buscando la fuerza necesaria para encarar la situación.


La puerta se abre repentinamente y me sobresalto.


— ¡Isabel!—grita Luis sorprendido al verme— ¿Qué haces aquí? ¿Y Marcos?


El solo escuchar su nombre provoca una punzada en mi corazón y un nudo en mi garganta. El tema sale demasiado pronto, no estoy lista para hablar, no estoy lista para enfrentarlo. Toda mi fuerza me abandona y mi vista se nubla nuevamente. Comienzo a llorar mientras mis piernas flaquean, intento no caerme y Luis al verme corre hacia mí. Me toma de la cintura y me ayuda a entrar a la casa. Luis logra sentarme a la mesa y busca un vaso con agua que tomo como puedo, es difícil tomar el liquido mientras mis pulmones piden aire con desesperación.


Mi padre llega y al verlo me congelo, ¿qué dirá al contarle la situación? Él no estuvo de acuerdo con nuestra relación, al final tuvo la razón, no debí haberme enamorado de Marcos.


— ¿Qué sucede, cariño?—dice mi padre y corre hacia mí preocupado, y ese solo gesto logra que mis emociones terminen de aflorar, lloro con más fuerza que antes— ¿Marcos está bien, los bebés están bien?


Marcos... Desearía borrar ese nombre del vocabulario, que jamás vuelva a escucharlo...


—Marcos... Marcos—digo entre hipidos y gemidos—, Marcos se fue...


Logro susurrar mientras llevo mis manos a la cara y tapo mis ojos con ellas. El silencio reina a mí alrededor solo se escucha mi llanto. Mis padres esperan en silencio a que me calme, no se me acercan, no se mueven siquiera. Me calmo y ellos parecen despertar y se me acercan.


— ¿Qué pasó con Marcos?—susurra Luis evidentemente preocupado.


—Se fue—respondo volviendo a dolerme el pecho—, él se fue y me dejó.


Luis y mi padre se congelan ante mis palabras, me imagino que como yo en un principio no pueden creer lo que acabo de decir. Quedamos en silencio unos segundos hasta que mi padre rompe el silencio.


— ¿Qué quieres decir con que se fue?


Saco la carta de mi pequeño bolso y se las entrego, ellos la leen con la boca abierta. Al terminar mi padre dice:


— Bueno, creo que él tenía sus razones...


— ¿Tenía sus razones?—repite Luis sin dar crédito a sus oídos— ¿Qué razones pudo haber tenido para abandonar a su prometida estando embarazada de gemelos?


—Yo solamente digo que esto es algo que él necesita. Compréndelo, él ha sufrido mucho.


—Quien está sufriendo es Isabel, Carlos—comenzó a gritar Luis fuera de sí—. Es increíble que te pongas en contra de tu hija.

¿Embarazada de mi hermano? (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora