Epílogo

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La música suena suave, comienzo a caminar con lentitud por el pasillo. Todos voltean a verme con una expresión de ternura y admiración que no logro explicar. Sigo caminando lentamente rezando mentalmente por no caerme, David me espera junto a mis hijos. Los tres me observan con los ojos llenos de lágrimas.

Termino de caminar y llego a ellos junto a mi padre, quien con una expresión solemne me entrega a David en el altar.

No puedo creer que este sea el dia de mi boda, hace muchos años pensé que otro sería quien me esperaría en el altar. Pero este hombre que esperó por mí es el hombre de mí vida, tardé mucho en darme cuent pero finalmente lo hice. A solo un año de comenzar nuestra relación me pidió matrimonio y no dudé ni un segundo en darle el si. El anillo que Marcos me dió hace tantos años lp llevo en mi cuello colgando en una hermosa cadena de plata.

Es un recuerdo importante para mí, sin mencionar que era de la madre de Marcos. Sonrío al juntar mis manos con las de David, y puedo ver restos de lágrimas en sus ojos, un nudo arde en mi garganta, pero no es tristeza ni dolor. Extrañamente lo me sucede es que desbordo de pura felicidad.

*Flashback :
Estoy ante la tumba de Marcos y me siento un poco extraña de venir aquí sonriendo y sintiéndome feliz, ¿estaré siendo egoísta?

—Tengo buenas noticias —le digo a la lápida de mármol frente a mí, me siento en la grama con las piernas cruzadas mientras coloco flores en la tumba—, ¡me casaré con David! —exclamo emocionada enseñándole el anillo al viento.

Si, ya sé que él no está ahí, que él no puede escucharme, pero necesito fingir que si. Una parte de mí no acepta su muerte después de tantos años.

—No puedes quejarte, dijiste que era un buen chico y que yo debía ser feliz, él me hace feliz, ¿Lo sabes, verdad? David me hace felíz.

Lágrimas silenciosas salen de mis ojos, lo que digo es cierto, David me hace feliz. Me hace amarlo más a cada segundo y cada momento a su lado es maravilloso. Solo desearía que Marcos no estuviera muerto, que al menos los niños lo hubieran conocido. Ellos se lo merecían.

—No creas que no te extraño, lo hago... Y en cierta manera aún te amo... Es solo qué encontré a alguien con quien quiero estar, alguien a quien ahora amo más que a tí, aunque me duela admitirlo, supongo que siempre pensé que serías el único hombre en mi vida y es extraño reconocer que me equivoqué.

Paso un rato más sentada en ese lugar hablándole a la nada, como si él de verdad me estuviera escuchando. Pero no lo hace... Ya no puede... Por fin me levanto y me voy con miles de pensamientos arremolinandose en mi cabeza.
Fin del flashback.

—Y tú, Isabel, ¿aceptas a David como esposo, para amarlo y respetarlo, en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte los separe? —dice el cura con aire solemne.

—Acepto —respondo mientras lágrimas de emoción resbalan por mis ojos, estoy tan feliz que siento que mi corazón estallará en cualquier segundo, es como si se llenara de tanta dicha que está al máximo de su capacidad.

—Y ahora los declaro marido y mujer, puede besar a la novia—concluye el cura.

Me giro hacia David quien con una sonrisa y los ojos hechos un mar me atrae hacia a él y me da un tierno y casto beso. Todos aplauden a mi alrededor.

—Te amo, preciosa —susurra David en mi oído—. Ahora eres solo mía.

—Lamento haberte hecho esperar tanto —le respondo avergonzada.

—Valió la pena esperar —responde con una sonrisa y nos disponemos a caminar entre todos nuestros conocidos que nos celebran y nos aplauden totalmente felices por nuestra felicidad.

Ya es de noche y puedo ver una hermosa vista de un playa casi desierta bajo un cielo totalmente estrellado, y es que desde el piso 10 de nuestro hotel todo se ve maravilloso, estaremos una semana solos en nuestra luna de miel pero luego mis padres traeran a los gemelos.

David se acerca a mí con un par de copas llenas de champagne, sonríe abiertamente y no puedo evitar sonreír al verlo. Me dá una de las copas y alza la suya en un brindis silencioso al que correspondo con una mirada coqueta. Él toma las copas y las coloca en una pequeña mesa de noche junto a nosotros.

Me abraza por las caderas y me acerca a él sin dejar de sonreír picaramente, subo mis manos para abrazar su cuello con ternura y nos quedamos así viéndonos a los ojos por un largo rato, diciéndonos tantas cosas solo con la mirada. Comenzamos a caminar despacio, lentamente y sin prisa.

Caemos en la cama aún sonriendo y sin apartar la mirada de nuestros ojos, hasta que por fin nos besamos lentamente y despacio. David explora mis labios con delicadeza, deleitandose a cada segundo. Mis manos en su cuello lo acercan más a mí y profundizamos el beso subiendo la temperatura de la habitación considerablemente.

David me acaricia con ternura y no puedo evitar soltar gemidos involuntarios que solo logran ponerlo más ansioso y desesperado.

—Me encanta el sonido de tus gemidos que sueltas cada vez que te acaricio cada vez que te beso, cada vez que te hago el amor —dice con la voz ronca del deseo—. Dí que quieres que te haga mía.

—Hazme tuya —respondo al borde de la locura—, quiero ser solo tuya.

David comienza a quitarme el vestido y a mi vez yo lo ayudo a desvestirse también. Caemos en la cama como dios nos trajo al mundo y es increíble que después de todo este tiempo aun me sonroje am estar así con él. David me coloca encima de él tomándome de las caderas guíadome hasta el sitio correcto. Comienzo a moverme en un deliciosa danza que él intenta controlar moviendo mis caderas, hasta que se deja llevar por mi ritmo ya marcado.

—Isabel... —se le escapa entre gemidos. Aumento el ritmo mientras muerdo mis labios de puro placer. Mis gemidos se convierten en gritos descontrolados hasta que siento el maravilloso espasmo recorrer mi cuerpo. Caigo en su pecho con la respiración agitada sin poder moverme por unos segundos.

Subo la mirada y lo encuentro observándome con ternura  sube una mano para apartar los mechones que se han pegado a mi rostro.

—Te amo —susurra cansado como si hubiera corrido una maratón completa—, eres perfecta, soy afortunado de tenerte conmigo.

—Yo soy la afortunada —replico negando con la cabeza—, gracias por no rendirte. Gracias por quedarte a mi lado...

—No podía irme a ningún lado —respondió sonriendo.

—Te amo —le dije acostandome en su pecho y quedando repentinamente dormida.

Si alguien me hubiera dicho que llegaría hasta este momento en mi vida no lo hubiera creido, aprendí que la vida no se puede planear porque es impredecible, loca y maravillosa. Que en un segundo te puede quitar todo y de repente te devuelve lo que perdiste con creces. La vida tiene sus altos y bajas pero aunque no lo creas todo se solucina al final, solo no debes agobiarte por lo problemas.

¡Y vive, vive plenamente! La felicidad y la tristeza son parte de la vida, y ambas son consecuencias directas del amor, el amor que sentimos los unos por los otros. Porque en el amor también hay tristeza. Pero no por eso temas vivir plenamente.

Y eso es precisamente lo que quiero, vivir plenamente,  vivir amando, vivir llena de felicidad.

FIN

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Fin de la historia!! Gracias por leer hasta el final. Espero les haya gustado leerla como  a mi me gusto escribirla! Les recomiendo que pasen por mis otras historias, aunque creo que la que escribiré a continuación será: ojalá no estuvieras muerta. Voy a comenzar a escribirla desde cero. Los invito a leerla! Los amoooooooooo =*

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¿Embarazada de mi hermano? (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora