---¡Kalen! ¡Reacciona! ¡Saca a tu abuela de aquí!---urgió mi abuelo.
“Los varformos nos atacan. No puede ser posible…” El llanto de mi abuela me hizo reaccionar. Miré a mi abuelo sintiendo temor. Se escuchaban gritos de todos lados. El humo denso del incendio era asfixiante. Sin perder tiempo tomé la mano de mi abuela y la ayudé a salir; no sin antes, tomar mi arco y mi navaja de cazar. Silbé para llamar a Niebla; y mi yegua apareció entre las llamas como un fantasma. La monté; y con cuidado senté a mi abuela frente a mí. Crucé mis manos en su cintura y me posicioné frente a mi abuelo.
---La llevaré a un lugar seguro y regresaré por ti. Prométeme que resistirás hasta entonces---le dije a mi abuelo resuelto a no escuchar una negativa de su parte.
No me iría hasta saber que él estará bien. Aunque fuera una mentira necesitaba escucharlo. Sé que como anciano de la tribu no huiría, su deber era quedarse con los suyos; aun cuando significara separarse de su familia o perder la vida. Lo entiendo bien, pero yo no lo dejaré solo. Volveré una vez mi abuela este a salvo. “No iré hasta que me prometas que aguantarás. Tienes que aguantar.”
---No vuelvas, sólo huye.
Sus palabras, reavivaron el llanto de mi abuela. Ella estaba a punto de derrumbarse, si no fuera porque la estoy sosteniendo, ya hubiera caído de mi yegua. “¿Cómo podría hacer lo que me pides…? ¡Qué crees que soy!” Su orden me encolerizó.
---No soy un cobarde. Volveré por ti, procura no morir.
No me quedé a escuchar sus absurdas réplicas; y galopé a Niebla alejándome de la tribu que se sumía en gritos y agonía. Era como una pesadilla de la que no podía despertar. El peso de la culpa y el remordimiento cayó sobre mí. Si tan sólo hubiera notificado que los varformos planeaban algo. Yo los había escuchado, estaban felices. “Entonces… esto era lo que los tenía así. ¡Soy un imbécil! ¡Lo sabía y no hice nada!” La rabia y la frustración me carcomían. Las lágrimas de mi abuela se derramaban en mis brazos mientras galopaba cada vez más rápido. Antes de darme cuenta estaba en el río Rojo. Localicé una de las cuevas donde solíamos reposar en las idas a cazar. Me bajé de Niebla y ayudé a mi abuela a bajar también.
--- Espera aquí. Te prometo que traeré al abuelo---dije tratando de infundirle algo de ánimo.
---No vayas…no vayas…--- me suplicó desconsolada. Se abrazó de mí, aprisionándome en sus brazos. Me imploraba en sollozos no ir. Tuve que reunir toda mi determinación para apartarla.
---El abuelo está en peligro, tengo que volver. Debo ayudar a salvar a la mayor cantidad de personas. Soy un guerrero, no un cobarde.--- Le recordé con voz firme.
---¡Mo…ri…rás! ¡Mo…ri…rás! No puedes ir…---su voz era entrecortada.
Debía volver. No podía abandonar a mi abuelo y a la tribu. Si tenía que morir sería luchando junto a mi pueblo. No puedo vivir como un cobarde. La miré con ternura y la abracé con fuerza. Tal vez, esta sería la última vez que nos veamos. Sus pensamientos eran todo un caos. Podía oír, su inquietud, su pánico. Su hijo había muerto, primero que ella; no quería vivir la muerte de su nieto. Si alguien debía morir era ella. Sus pensamientos me conmovieron. Me uní a su llanto. Sin embargo, debía partir.
--- Abuela…Sory…---la llamé por su nombre---mírame por favor. --- Sus grandes ojos inundados en lágrimas me observaron con miedo y dolor. Sabía lo que le diría, pero ella estaba resuelta a evitar que la abandonara. Ella no podía permitir que yo sacrificara mi vida de esta forma, me ama demasiado. Pensé en algo para consolarla---.No te abandonaré, te aseguro que siempre te cuidaré---le prometí.
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Los Zetlyc: Primavera Muerta
FantasiEn el fantástico y remoto mundo de Edelia, la paz ha reinado por más de quinientos años; luego de la Gran Guerra contra los sangrientos varformos. Guerra que concluyó cuando, los poderosos zetlyc, aprisionaron a los temibles varformos en el remoto...