— ¡Buaaargh! —expulsé nuevamente lo poco que tenía mi estómago.—Naira… ¿estás bien?
— ¿Parezco estar bien?—cuestioné con dificultad intentando contener las ganas de vomitar.
—No…desde que partimos ayer no has dejado de vomitar, —respondió Sebastián mostrándose preocupado— ¿quieres un poco de agua?
—No Sebastián, mi maldito problema es el exceso de agua, odio los barcos y odio el mar… ¡buaaargh! —Sebastián me tomó por el cabello para que no me lo ensuciara con el maldito vómito—Me voy a mi camarote—sentencié.
—Luces pálida, quieres que te acompañe.
—No es necesario, cuida de Rumba, ese está peor que yo.
—De acuerdo…—respondió no muy convencido.
Partí con dificultad, tambaleándome por la proa para llegar a mi camarote. Tan pronto entré en mi pequeña recámara me dejé caer sobre un viejo catre. Es la primera vez que viajo en barco y se me ha hecho una tortura. El clima no nos ha ayudado para nada, el mar está bravío y aunque no nos ha azotado ninguna tormenta, las marejadas zarandean el barco tan fuertemente que se me ha hecho difícil adaptarme. Incluso las olas lamen la cubierta del barco como si saborearan el alimento que pronto tragarán. Estaba mirando el techo dejando que Hati se acurrucara sobre mí, mientras Katya estaba dormida dentro de mi bulto. Esa pequeña me preocupa, últimamente únicamente quiere dormir. Estaba intentando calmar mis náuseas cuando escucho que alguien toca a la puerta y asuma su cabeza castaña sin esperar invitación.
—Naira, ¿Cómo sigues? —preguntó Benjamín con rostro preocupado, yo por educación me senté para recibirle.
—Si lo preguntas porque tienes miedo que te vomite será mejor que mantengas tus distancias.
—No es eso, —sonrió el joven— vengo a traerte algo de jengibre, el capitán asegura que te ayudará con el mal del mar — Benjamín me dio el jengibre, “¿qué se supone que haga con esto?”, pensé.
—Es para que lo mastiques—me dijo contestando mi pregunta mental como si fuera capaz de leer mi mente—no pongas esa cara, el capitán me dijo que esto te hará sentir mejor.
—Tienes idea de lo horrible que sabe eso—Como comerciante conozco el jengibre, es una planta de alto valor empleada para muchos medicamentos y como condimento; he probado tés elaborados con este tallo, pero comerlo crudo…debe estar bromeando.
—No seas quisquillosa o prefieres sentirte mal.
—De hecho no… haría cualquier cosa por sentirme mejor.
—Ves, —El chico se acercó para sentarse a mi lado, mientras me animaba con la mano a morder el tallo—estoy seguro que con esto te recuperarás pronto.
— ¿Que te pidieron a cambio? —cuestioné ceñuda levantando el jengibre en mi mano.
—Nada me lo ofrecieron de buena fe.
—Y yo que pensaba que el ingenuo era tu hermano…conozco a este tipo de personas, no hacen nada sin una razón y mucho menos regalan jengibre, ¿sabes cuánto vale esto? ¿No le habrás dicho nada del tesoro verdad?
— ¡No! ¿Por quién me tomas?
—Entonces… ¿piensas que estas personas son de confianza?—cuestioné mientras masticaba el jengibre arresmillando la cara por la sensación de picazón en la lengua.
— ¿Por qué preguntas?
—Me dijiste que le pedirías ayuda a unos amigos pero estos marinos no parecen conocerte.
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Los Zetlyc: Primavera Muerta
FantasyEn el fantástico y remoto mundo de Edelia, la paz ha reinado por más de quinientos años; luego de la Gran Guerra contra los sangrientos varformos. Guerra que concluyó cuando, los poderosos zetlyc, aprisionaron a los temibles varformos en el remoto...