Capítulo 9: Cambio de opinión

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Luego del encuentro con Edahim había muchas cosas en las que tenía que meditar. Salí de mi escondite y volví a mi habitación. Necesitaba tomar un baño. Estaba agotado física y mentalmente. Luego de usar el reloj me sentí débil, lo único que quería era refrescarme y recostarme en mi cómoda cama para dormir toda la noche y si es posible parte de la mañana.

Me metí en la tina de agua caliente y esencias relajantes. Poco a poco fui sintiendo como se calmaba el dolor corporal que sentía. Cerré mis ojos y medité en todo lo que había dicho el fundador. "Yo soy su sucesor..." Estas simples palabras me tenían confundido. He evitado convertirme en el próximo rey, siempre he creído que lo mejor es dejarle este puesto a Rodolfo. Pero... ¿Si yo fuera rey? ¿No podría de alguna manera cumplir el propósito original de la Reina Itzabeth? ¿No sería más fácil continuar con la búsqueda de la antigua Reina? "Ahhh." Me sumergí en el agua buscando apartar estas dudas de mi mente.

Tan pronto despejé la tonta idea de volverme rey, me llegó una breve visión de la chica de la perla. Ella estaba dormida sobre las ramas de un árbol. Se veía tan indefensa... "¿Cómo era posible que una chica tan delicada como ella estuviera durmiendo en un árbol? ¿Estaba sola?" De pronto sentí una urgencia por cuidarla. Volví a recordar su rostro...y por alguna razón sentí como se aceleraban mis latidos y la sangre subía a mi cabeza. "Creo que debo dejar que un médico me revise..." pensé al sentir mi corazón querer salir de mi pecho.

---Príncipe, es Alma ¿puedo pasar?--- llamó Nana a la puerta. Respiré hondo intentando calmarme.

---Un momento --- dije saliendo rápidamente de la tina, ya en mejor estado.

Me sequé y me vestí con una camisa blanca de seda y unos pantalones negros de algodón y lana. Sacudí mi cabello para escurrirle el exceso de agua y coloqué una toalla en mis hombros. Nunca había dejado que las doncellas me ayudaran a vestir, siempre me ha causado vergüenza que otros vean mi cuerpo, en especial las mujeres. Así que siempre me he vestido por mi cuenta. Sin colocarme las botas caminé hasta la alcoba y me senté en la cama.

---Adelante.

Alma abrió lentamente la puerta y me sonrió como siempre que me veía. La anciana era como una madre para mí. Ha estado sirviéndome desde que fui traído al palacio principal, cuando todavía era un niño. Es la única sirvienta que realmente aprecio y la única a la que le permito el paso a mi habitación. Aunque Alma era su nombre, la llamaba Nana y ésta me llamaba mi niño. Ella es más que una madre para mí y agradezco sus amorosos cuidados. Nana será a la única que extrañe cuando abandone este lugar. Ella entró a la habitación y luego de realizar una breve reverencia, caminó hacia mí sosteniendo una pesada bandeja; que dejó sobre una mesa frente a la cama.

---Mi niño ¿estás bien? Le he traído algo de comer.

---Estoy bien, gracias por la comida.

---Le informo que su padre el Rey pide que se presente mañana a primera hora en su despacho. Al parecer es urgente, así que será mejor que descanse temprano hoy para que mañana pueda levantarse a tiempo.

--- ¿Rodolfo también irá?

---Sí, la invitación fue dirigida a ambos.

---Entiendo, gracias Nana puede retirarse.

---Mi niño... --- Nana parecía querer decirme algo, pero se veía insegura. Al final decidió hablar.--- La princesa Andrea me pidió que le dijera que estará esperando por usted en la biblioteca.

"¿Qué? Andrea... Ya entiendo porque Nana dudó en decirme, ella sabe que no me agradan sus visitas"

--- ¿Andrea ha venido? ¿Su hermano ha venido con ella?

Los Zetlyc: Primavera MuertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora