Capítulo 26: Fuego

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—No hay razón para temer chica parlanchina, sólo vine a jugar un rato —Mono me sonrió con su oscurecida dentadura, y aun cuando sus pobladas cejas negras y su barba cubría su faz, me era posible distinguir el brillo amarillento de sus ojos negros—. Te prometí diversión esta noche, y yo siempre cumplo mis promesas.

— ¿No eres muy viejo para querer jugar? —Su sonrisa se ensanchó de oreja a oreja.

—Jajaja—comenzó a reír Mono, al  parecer encontraba divertidas mis palabras —. Esta noche te mostraré lo joven y vigoroso que puedo ser—dijo haciendo un repetitivo y marcado  movimiento con sus caderas hacia mi dirección, que me causó repulsión.  

Tan pronto paró, Mono abrió la jaula donde estaba encerrada y me haló por un brazo para obligarme a salir fuera de ella.  Su agarre era brusco y fuerte, provocándome dolor, estoy segura que sus dedos quedarán marcados en mi brazo, sin embargo, no me quejé. Me arrastró tras la maleza y me tiró bajo un árbol nudoso. Acaricie mi brazo adolorido y miré expectante al hombre. No podía imaginar que era lo que realmente quería, ¿cuál era su verdadera intención? ¿Por qué apartarme del campamento? ¿A caso no le importaba que me escapara? Sabía que las intenciones de ese hombre no eran buenas, al igual que en Agatha había un brillo en sus ojos que me causaba escalofríos.  Aun así, tenía confianza en mis nuevas habilidades para contrarrestar cualquier posible ataque de su parte.  

— ¿Para qué me traites aquí? Y no me digas que fue para jugar —manifesté en un tono firme al levantarme del suelo.

—Jajaja, Si…para jugar…pero un juego en donde yo pongo las reglas—Su voz se tornó grave al igual que su semblante, parecía una fiera que asecha a su presa.

Todos mis sentidos se pusieron alertas, no me gustaba para nada la manera en que se habían dilatado sus pupilas. Se acercó lentamente acorralándome con el tronco tras de mí. Con  sus largas extremidades me sujetó por la cintura y me pegó a su sudoroso cuerpo. Presa del miedo y el asco grité por ayuda.  Aspiró en mi cuello lo que me causó pavor.

—Hueles a gloria—me susurró al oído.

— ¡Suéltame bastardo!—grité mientras me sacudía en sus brazos, intentando zafarme de su agarre—Si no me sueltas lo lamentarás—amenacé con rabia.

—Calma chiquilla, entre más te resistas peor será para ti—advirtió pero al no hacerle caso sus manos rodearon mi cuello privándome del aire, me asfixiaba y mis fuerzas se hacían escasas.  Impelida por el miedo a la muerte, aproveché que toda su atención estaba  en presionar mi cuello y lo golpeé con la rodilla en su entre pierna.

— ¡Ramera! —exclamó de dolor al caer al suelo soltándome al fin. Apenas conservando aire en los pulmones, me arrastre entre la hojarasca del suelo tratando de huir.

Sin embargo, se recuperó muy rápido. Dándome alcance me golpeó con una rama en mi espalda. Me sentí mareada y adolorida.  Unas grandes y ásperas manos me aprisionaron  con fuerza. Fui volteada ferozmente hacia arriba, Mono se abalanzó sobre mí inerte cuerpo. Sentí su aliento en mi cara y sus manos subir invasoramente bajo mi falta.

Mis músculos se tensaron ante aquel aterrador ataque. Intenté gritar, pero aquel hombre me cubrió la boca cortándome la respiración. Mi estómago se revolvió, cuando con su lengua, lamió mi cuello. Al sentir sus dedos rosar mi muslo me alarmé. Quería librarme de ese animal al que llamaban Mono. Lágrimas de miedo y odio comenzaron a rodar por mis mejillas. La rabia tomó control de mis sentidos y la energía que había absorbido del fuego hace sólo unas horas atrás me cubrió protectoramente. Como si de una fiebre alta se tratara sentí mi piel arder.

Mono propinó un alarido de dolor cuando las manos con las cuales me sometía fueron quemadas. Se apartó de mi de un salto y me miró con miedo. El calor se intensificó con cada segundo. Mono intentó huir de mi asustado, pero ya era muy tarde. Había dejado que el fuego tomara control de mi cuerpo, un  deseo por hacer que todo ardiera me dominó. Unas esferas de fuego comenzaron a formarse a mí alrededor, esperando mis órdenes para destruir todo a mi paso.

Los Zetlyc: Primavera MuertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora