Capítulo 22: Coordenadas

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—Hati, ¿por qué prometí que resolvería este acertijo? ¿Y ahora qué hago? —le pregunté a mi hermana buscando descifrar cómo terminé prometiendo algo tan complicado.   

Me cubrí con las sábanas de mi cama queriendo desaparecer tal como había hecho mi tío.  El muy bastardo no ha vuelto todavía y lo extraño mucho.  No sólo porque sé que él podría ayudarme con el mapa, sino también porque deseo que conozca a Katya, mi nueva hermana.  La linda tigresita de ojos azul relampagueantes se había acurrucado a mi lado envolviéndose en sus blancas alas.   Ya ha pasado una semana de su nacimiento y todavía no logro interpretar el acertijo  oculto en el mapa de Sebastián.  Por lo menos, ya concluyó mi primer periodo, terminando con él, los dolores abdominales y los difíciles cambios de humor que me tenían enloquecida. Hati y Rumba, comenzaron a huir de mí esta última semana, asustados de mis explosivos arrebatos de cólera o mis repentinos llantos. Ahora que todo ha concluido, ni yo misma entiendo porque lloraba tanto por mi tío o porque me enojaba sólo de ver el dichoso mapa de Sebastián.        

Aunque estaba feliz de que mi periodo terminara, una semana fue el plazo que acordé para resolver el acertijo y aún no he logrado nada.  Pensé en lo decepcionado que estaría de mi Sebastián al saber que no resolví nada y me entristecí.  “¡Maldita sea! ¿Cómo podré mirarle a la cara?”, suspiré.  El chico prácticamente me idolatra, piensa que yo puedo hacer cualquier cosa…si digo que no pude resolverlo se desilusionará.  

— ¡Maldición, maldición y maldición! —grité molesta tirando la sábana que me cubría y una de las almohadas contra la pared.  

Mi abrupta reacción asustó a la tierna Katya despertándola molesta.  La pequeña no tiene un buen despertar, me gruñó y se fue a acurrucarse con Hati.  La loba me miraba calmada como si fuera normal para ella mi comportamiento.  Rumba en cambio, quiso apoyarme en mi lanzamiento de almohadas  como si fuera un juego para él, por lo que también comenzó a lanzar algunas cosas que tenía cerca, incluyendo el famoso mapa.  Me pareció cómico ver al mono lanzando cosas tan emocionado, así que para molestarlo le lancé una de las almohadas.  

—Rumba, no, ah—mi hermano quien tiene unos reflejos envidiables esquivó la almohada y me comenzó a golpear con otra—, vasta, por favor…—supliqué por piedad.  

Tan pronto Rumba se detuvo, lo atrapé y comencé hacerle cosquillas.  Hati quiso incluirse en el juego y saltó sobre la cama provocando que esta se rompiera por el peso de todos.  Tanto fue el susto de Katya, que por primera vez voló; ante la sorpresa de mis hermanos y mía.  Agitando sus blancas alas nos miraba con resaprobación desde el techo de la habitación.  “Increíble…”, pensé con la boca abierta en una perfecta “o”.   Mi hermana como si tuviera experiencia voló hasta el lomo de Hati y se acurrucó lista para continuar durmiendo.  “¿No te cansas de dormir?”, le pregunté, pero esta me ignoró completamente. Rodé los ojos ante su indiferencia y me levanté para recoger el mapa que había caído bajo mi cómoda.

Me puse a gatas para introducir con dificultad mi mano bajo el mueble, tanteando hasta sentir el pedazo de cuero con mis dedos. Fue bastante difícil lograrlo pero al final pude acercarlo a mí.  El mapa estaba al revés y al verlo en esta posición me percaté de algo que antes no había podido notar. Emocionada me levanté casi de un salto y me llevé el mapa al pecho sin poder creer que haya sido tan despistada.  “Cómo no lo vi antes…”

Tomé un papel y una plumilla y escribí una rápida nota para Sebastián.  Le notificaba que avisara a su hermano para reunirnos en la taberna.  Una vez terminé la nota me acerqué a la ventana y llamé a una paloma blanca que dormía plácidamente en el vuelo del tejado.  Desde que me llegó  ese primer periodo, mis habilidades se dispararon tal como había dicho mi tío. En este momento puedo entender claramente a cualquier animal o bestia.  También, la mayoría me respeta y me ayuda siempre que se lo pido.  Incluso, algunos se están acercando a mí para pedirme favores.  Es como si todas las bestias cerca, fueran consientes de mi presencia y mi capacidad para entenderlos.  El único problema es, que a casa han llegado tantos animales, que mis hermanos y yo estamos prácticamente restringidos a mi habitación.  Cuando llegue  tío va a poner el grito en el cielo al descubrir que le he dejado su cuarto a una pobre perra quien estuvo a punto de morir en un difícil parto.  Mary, tuvo doce lindos cachorros y no tenía corazón para dejarlos fuera.

Los Zetlyc: Primavera MuertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora