Capítulo 28: La Frontera

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—¡fííuuu!—silvó Nahuic al ver el gran tumulto— Mira toda esta gente, ¡sorprendente…!—exclamó observando la gran conglomeración de personas de diferentes tribus.

— ¡Papá, mira!, ese hombre es azul…—Denali señaló a un tipo que llevaba teñido  su rostro y cuerpo de una intensa tonalidad de índigo. A mí me llamó más la atención la enorme lanza que sostenía. Se nota que era un guerrero curtido. El hombre gruñó al ver que la niña lo señalaba, voltio la cara y continúo por su camino.

—Hija no señales a las personas, es de mala educación.

—Lo siento papá—Se disculpó algo avergonzada.

— ¿Todas estas tribus fueron atacadas? —preguntó Anahí impresionada.

—No, —respondí leyendo ese sentimiento de dolor y desesperación que todos reflejaban—aunque la mayoría vienen buscando protección en el Reino de Edahim al igual que nosotros.

—Son demasiados…—intervino Kange— y por lo que veo no nos dejarán pasar la frontera fácilmente. Debemos buscar un lugar donde asentarnos, en lo que investigamos cual es la situación.

Encontrar un hueco donde colocar nuestras cosas era casi imposible. Las tribus eran territoriales y hostiles unas con otras.  Se nos notificó que se había creado un tipo de consejo en donde los líderes de cada tribu debían acudir para acordar el espacio de tierra que utilizarían. Anenleck y yo fuimos en busca del consejo de líderes debido a que necesitamos un espacio donde ubicarnos.  Un imponente hombre de tez negra como la noche nos bloqueó el paso hacia el tipi donde nos dirigíamos.

— ¿A dónde creen que van? —Nos frenó el hombre, que aunque, no era tan alto como el gigante Anenleck si era más corpulento e intimidante.   

—Soy el líder de la tribu de los Lahuc, acabamos de llegar y deseamos presentarnos al consejo de líderes—informó Anenlek.

—Sólo usted  puede pasar, el niño—dijo mirándome desdeñosamente—tendrá que esperar fuera—Le devolví la mirada con una sonrisa de medio lado. Noté la presencia de la cabeza del consejo que escuchaba con atención nuestra conversación, así que hablaría para que me oyera.  

—Soy un viajero independiente y el líder de mi familia, ¿no merezco pedir audiencia también?

—Por supuesto, —respondió el principal del consejo mientras salía de su caseta—no discriminamos por edad, ¿Verdad Enam? —El corpulento hombre hizo una leve reverencia y nos permitió el paso—. Adelante, hablemos dentro.    

Al pasar al lado de Enam le dediqué un guiño malicioso que provocó un arsenal de insultos mentales de su parte. “Jajaja, que predecible…”, seguí despreocupadamente detrás del hombre que nos guiaba al interior del tipi. El suelo estaba recubierto por cómodas pieles de bisonte en donde nos sentamos. El anfitrión era un anciano de piel tostada y  facciones cordiales. Miré detenidamente su delgado rostro  del cual sobresalían unos vivaces ojos avellana tras esa enmarañada barba ceniza. El anciano de cabello grisáceo y alborotado; se sentó frente a nosotros en una postura encorvada.  Noté su mirada fija en mí por unos segundos.  Claramente mis ojos llamaron su atención y aunque parecía curioso, no expresó la incomodidad que le causaba mi presencia.

—Mi nombre es Kenai, —al fin habló—líder de la tribu Soma. Fui elegido como cabeza del consejo  de líderes y por lo tanto, soy el que reparte territorios a todas las nuevas tribus que se nos unen. Cómo habrán notado somos muchos los que hemos decidido buscar refugio en el Reino de Edahim debido a los rumores sobre la destrucción de la barrera invisible.  Sin embargo, no han cerrado la frontera, lo que nos obliga a permanecer aquí hasta poder llegar a un acuerdo con los guardias que nos prohíben el paso. Ahora si no es mucho pedir me gustaría saber qué los trajo hasta la frontera—Su tono al hablar desprendía una tranquilidad acogedora que me hizo comprender la razón por la que le habían elegido como cabeza. El anciano nos miraba calmado con cierto aire de sabiduría, pero yo podía percibir algo de temor cuando me descubría examinándolo.

Los Zetlyc: Primavera MuertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora