Capítulo 25: Grupo de Expedición

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— ¿Quién es ella? —La voz de Ebanllelin me tomó por sorpresa.

Me había escondido en una de las partes más hermosas del jardín del castillo, cerca de un pequeño lago donde los cisnes nadaban majestuosamente. Hoy me reuniría con algunos de los  elegidos para acompañarme a la expedición; y decidí relajarme un rato dibujando, un pasatiempo que he tenido algo olvidado. Mi mente revoloteaba en miles de pensamientos, pronto abandonaría el palacio y por lo que presagiaba, pasaría por algunos incidentes en donde mi vida se vería en riesgo. El don de Edahim era un arma de doble filo, por un lado me alegra saber lo que mis enemigos planean, pero por otro, me desconcierta no poder gozar de la paz de los que ignoran el futuro. Ahora mismo estaba bajo un frondoso árbol, tirando trazos, en un viejo cuaderno. Quería aprovechar para respirar un poco de aire fresco, liberándome por un momento de mis preocupaciones.

—No es nada, simples garabatos—respondí  cerrando el cuaderno apresuradamente para que no pudiera ver mis dibujos, al momento sentí, como se calentaba mis orejas de la vergüenza.

—Pues ella es muy hermosa, aunque se ve muy triste en esa jaula. Podrías enseñármelos… antes solíamos compartir nuestros dibujos—dijo tomando asiento a mi lado.

—Mmm…bueno…—buscaba las palabras adecuadas para negarme pero al ver sus comprensivos ojos, decidí mostrárselos—seguro toma.

—Gracias, —sonrió con dulzura—oh, son hermosos…ella debe gustarte mucho, comprendo porque no querías enseñarme. Te aseguro que no lo hice con la intención de hurgar en tu vida.

—No te preocupes, sé que sólo deseabas ver los dibujos, por eso te los mostré.

— ¿Sería mal educado preguntarte cómo la conociste? Si te incomoda no tienes que decirme—expresó viéndose avergonzada por lo que me había preguntado.

—No la conozco en persona, —decidí responder—aun así, siento como si la conociera.

—Entonces la viste en algún tipo de visión…—sugirió sagazmente.

—Sí, una muy recurrente. Creo que debo buscarla…  

—Entonces estoy segura que ella es tu destino, tal vez tu alma gemela—dijo la chica con el brillo en los ojos de quien sueña despierta. Había olvidado que Ebanllelin es muy sentimental, es de esas chicas que pasan sus días leyendo novelas románticas y dibujando a su príncipe azul.

—Sabes…aunque suene paradójico tener este don me ha enseñado a no creer en el destino.  Cada persona decide que será de su futuro, claro obviando el suceso imprevisto cómo puede ser un accidente o un desastre natural, lo que ni yo podría predecir. Aun así, nosotros la mayoría del tiempo somos amos de nuestro futuro.

—Pero tú ves lo que pasará, sabes de antemano que va ocurrir, no eso prueba de que nuestro destino ya está escrito.

—No realmente, cada decisión que tomamos tiene sus efectos, mi habilidad me deja ver los resultados de una decisión que ya ha sido tomada.  Si la persona cambia de decisión, su  futuro cambiará, así de fácil. No es como que nuestro futuro ya estuviese escrito, puede cambiarse si lo deseamos. El problema radica en que las personas deciden muchas cosas de forma inconsciente y se crean un patrón de comportamiento que les hace ser predecibles. Así como cuando sabes que va a llover cuando ves las nubes oscurecerse, así puedo ver que pasará al contemplar el patrón de un grupo de decisiones.

—Suena complicado…

—Lo siento, creo que te he agobiado diciendo muchas cosas sin sentido—Me disculpé algo apenado, había divagado en mis ideas y la podre niña es muy buena como para detener mis cavilaciones.

Los Zetlyc: Primavera MuertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora