Capítulo 31

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Manuel: Puedo asegurarte que nunca voy a querer eso. Me moleste un poco, pero después entendí las cosas y tenía pensado regresar al día siguiente, esta vez le diría a Arely que te preguntará si podría pasar, pero paso lo de mi abuela, y tuvimos que irnos

Gaby: No quería que te molestaras, se que dije que te fueras, pero en realidad no quería eso...es solo que, no se...no estoy acostumbrada a esto, supongo...lo siento –Dijo sin mirarlo-

Manuel: Todo está bien, no hay nada que perdonar, eso ya paso. Podemos hacer como que nada de eso paso. Mejor... -Dijo analizando un poco la habitación- ¿Por qué no me muestras tus libros?

Gaby: ¿En serio? –Dijo viéndolo directamente a los ojos, Manuel solo asintió sonriendo- Bueno...antes estaba ahí –Dijo señalando el mueble de la televisión- Pero suelo cambiar las cosas muchas veces –Se levanto y camino hacia donde ahora se encontraban los libros seguida de Manuel-

Gaby: Bueno este es mi favorito, es el que normalmente leo cuando tengo tiempo. Eso no quiere decir que los demás no los lea, también lo hago. Pero este lo he leído más veces que los demás. Lo tengo desde hace mucho, Arely me lo regalo, la primera vez que lo leí lo hice con ella, se quedo en mi casa dos días y lo terminamos, leíamos día y noche, claro, no todo el tiempo, eso sería imposible, hacíamos otras cosas, pero la mayor parte del tiempo lo leíamos, es por eso que ahora ya no le gusta...bueno no es que no le guste, es solo que se le hace aburrido releerlo, a mi no, me gusta hacerlo.

Y así de uno en uno describió cada libro, todos los libros que tenia sobre su mueble fueron conocidos por el chico de la ventana, a decir verdad, Manuel estaba encantado de escucharlo todo, no precisamente porque fuera la conversación más interesante, sino que estaba con ella, con aquella chica que lo hacía sonreír, y evidentemente ahora podía verla mucho mejor ya que no estaba a través de un cristal

Gaby: Este de aquí –Dijo abriendo un cajón y sacando un libro- no lo he leído, me lo regalaron en la sala de diálisis, era una niña pequeña, sabes, siempre me quejo de mi situación y nunca me había puesto a pensar en ella, tenía creo 5 o 6 años y perdió a su mamá el mismo día que me lo dio...

.......

Gaby: No es justo Arely, mi vida es un desastre, no puedo hacer otra cosa que no sea estar aquí sentada o tomando clases en mi casa, ¿Por qué no puedo ir a una escuela normal o mínimo ir a tomar clases de música contigo? No estaría sola, estaría contigo. ¿Por qué no entienden eso mis papás?

Arely: Ya sabes que ellos hacen lo que creen mejor para ti, no siempre tienen la razón, pero lo hacen pensando en tu bien y no en hacerte mal, Gabriela

Gaby: No es justo...quisiera no estar tan malditamente enferma –Dijo girando la cabeza en dirección contraria a Arely, la habitación estaba en silencio, bueno...las maquinas de diálisis hacían suficiente ruido como para que los demás pacientes quisieran hacer más.

En cuanto Gabriela giro su cabeza, vio a una pequeña sentada justo al lado de una señora que tomaba diálisis junto con ella, siempre había estado ahí, desde que ella comenzó a tomarlas, pero nunca le había hablado, la señora lo había intentado, pero Gabriela simplemente se negaba a hablar con cualquier persona.

Gaby: ¿Quién es ella? ¿Toma diálisis? –Dijo sin quitar los ojos de la pequeña niña, que de igual manera tenía sus ojos clavados en los de Gabriela-

Arely: No, es su mamá, escuche que la enfermera le dio permiso de estar aquí solo si prometía no hacer ruido ni despertarla en cuanto se durmiera

Gaby: Nunca la había visto aquí

Arely: Quizá porque es demasiado pequeña y no tiene permiso de entrar

La pequeña se puso de pie sobre la silla en la que estaba sentada para quedar a la altura necesaria para decirle algo a su madre, Gaby vio como le susurro al oído y tomo un libro que la señora tenía en sus manos, le dio un beso en la frente y se bajo de la silla, con el libro en la mano camino en dirección a Gabriela, se acerco a ella y extendió su mano con el libro en ella, Gaby lo tomo y la niña sonrió, Gaby hizo lo mismo y volteo a ver a Arely, quien también le sonreía a la pequeña.

XX: Es el libro preferido de mi mamá. Papá dijo que pronto se irá al cielo, con Dios y entonces ya no necesitará el libro, dijo que podía regalárselo a quien yo quisiera –La niña parecía muy tranquila al decir esas palabras-

Gaby: ¿Y...y porque me lo...me lo das a mi? –Pregunto nerviosa-

XX: No lo sé, solo quería dártelo. Mamá dijo que había una chica que tomaba diálisis con ella y siempre leía y no hablaba con nadie. Tú tienes un libro ahí –Dijo señalando un libro sobre sus piernas-me imagino hablaba de ti, y quizá te guste leer este

Gaby: Gracias...

XX: Por nada, ahora iré con mi mamá, papá dijo que teníamos que estar con ella el mayor tiempo posible, y hacer que se sintiera feliz, para que no se fuera triste, dice que si una persona esta triste, las que estén con esa persona también lo estarán –La niña se encogió de hombros y se fue, nuevamente se levanto en su silla y susurro algo a su madre, le dio un beso, y una vez más se sentó, tomándola de la mano sin hacer nada más que jugar con ella-

Gaby: Pobrecita, perderá a su mamá muy rápido. A esto me refiero cuando digo que la vida es injusta Arely

Arely: Yo diría que al igual que ella disfruta los momentos con su mamá, tu deberías disfrutar cada momento con ella, con tu papá, con tus hermanos, no ganas nada quejándote, al contrario, pierdes fuerzas y quieres estar sola y dormida. Nunca sabes cuándo será el ultimo día que los verás y te la vives peleando con tu mamá, a tu papá apenas y le hablas y a tus hermanos ni se diga, no les haces caso jamás

.....

Gaby: No he querido leerlo, me recuerda a la niña y siempre que pasa eso, me pongo a pensar como sería su vida ahora, como la está pasando sin su mamá. Yo casi no hablo con ella, pero igual cuando no estoy bien y tengo un ataque ella está conmigo, en el hospital ella está ahí, cuando era niña ella me cuidaba y todo eso. La vida muchas veces no es justa. Por ejemplo ella, o tú, o yo.

Manuel: ¿Yo? –Preguntó confundido

Gaby: Si, no es justo lo que paso con tu papá o con tu abuela, no es justo como te tratan los chicos de la escuela –Manuel sonrió y asintió con la cabeza, logrando que Gabriela hiciera lo mismo, sonreír-

La Chica De La VentanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora